
Ya no estoy solo
21
– 01 - 2018
No,
ya no estoy solo,
ya
no me siento solo.
Vienes
a mi como una diosa evanescente
que
disuelve su figura al contraluz de un crepúsculo.
Yo
te espero ansioso, anhelante,
deseoso
de pintar la silueta alargada de tu cuerpo,
que
se acerca y que me abraza,
junto
a la sombra del mío que se alarga más y más,
mientras
el sol,
haciendo
un último guiño, se esconde,
dejando
atrás sus vestidos de naranjas vaporosos.
Entonces
veo tus labios y me pierdo en tus ojos.
Ya
nuestras sombras se fueron con el sol,
solos
quedamos tu y yo,
tú
y yo, nuestros sueños y el ocaso.
Y
en esa oscuridad extraña
donde
la noche y el día se abrazan,
nos
cogemos de la mano
y
escribimos sin hablarnos un sí eterno,
en
silencio, bajo la luz de la luna.
Ya
nuestras sombras se fueron,
y
se llevaron con ellas los recuerdos del pasado.
Mi
ángel apareció al contraluz de una tarde,
y
me envolvió con su sombra,
borró
de mi los recuerdos de lágrimas
escondidas
en las arrugas del tiempo,
y
mirándome a los ojos mientras se apagan las sombras,
invocando
la presencia de la confidente luna,
firmó
un sí que es eterno,
el
mismo que yo ofrecí al contraluz del ocaso.
No,
ya no estoy solo,
llevo
el sí de mi ángel escrito en mi corazón.
Fue
grabado por el sol
en
el último destello de un crepúsculo naranja,
y
firmado por la luna, notaria de nuestro amor
y
reina del firmamento en nuestras horas nocturnas.
Francisco
Murcia.
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