Yo te
acuso, soledad.
27 – 09 - 2018
¡Oh Dios!
cuando el alma navega por la emociones
que esculpen los acantilados de los sentimientos,
cuando el huracán de la soledad impulsa la nave de
las fantasías,
cuando las voces silenciosas entonan el canto de las
sirenas,
los ecos rompen el silencio en la blanca pureza de
una cuartilla.
Derrama la soledad espacios infinitos,
fronteras desconocidas que desafían los tiempos,
y jardines celestiales en mudos mundos de ensueño.
¡Oh Dios!
cuando me invade la soledad odio y amo al mismo
tiempo,
rió y lloro, y hablo conmigo mismo y le pregunto a
los muertos
si ellos son algo más que hieratismo y quietud en ese
frío desierto.
¡Oh la soledad!, amante de los silencios,
creadora de los mundos que nos consumen por dentro,
eres culpable, sí; eres culpable de mis desdichas y miedos.
Yo te acuso, soledad, de mis horas de silencio,
de mis palabras perdidas dialogando con los muertos,
de secuestrar sentimientos sin permiso de los vivos,
de derramar mis lamentos en yermas simas vacías.
Yo te acuso, oh querida y odiada soledad,
de haber plantado en mi puerta un jardín de
crisantemos.
Francisco Murcia.
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