Hoy me
despido de ti.
15 – 09 - 2018
He visto las golondrinas en el cielo
y los milanos oteando el palomar.
He visto un águila planeando lejos, lejos,
muy alta,
tanto que solo era un punto en un inmenso azul.
He visto la alborada
teñir de rojo y naranja el horizonte lejano.
He visto las alondras volando entre los rastrojos,
y a esos pequeños jilgueros, nerviosos,
de trecho en trecho saltando,
desde el espino al sarmiento,
desde el sarmiento al zarzal.
Al transitar tus caminos he sentido mis raíces.
Al aspirar los aromas de campos y de rebaños,
al contemplar esas lomas que se elevan
como espaldas de cíclopes dormidos
donde descansan los siglos
y mirar frente a frente,
la frente de esa Corbera que al naciente da la
espalda,
me siento tan pequeñito,
me siento tan de esta tierra,
que una lágrima furtiva resbala por mi mejilla
cuando envuelto entre las sombras alargadas del
ocaso,
he de despedirme de ella,
y de ella me despido en un quiebro inesperado.
Lejos quedan los aromas de los campos y rebaños,
lejos el polvo de sus caminos,
lejos las alamedas y los meandros del río.
Todo queda en la distancia,
todo queda en el olvido.
Miro hacia atrás
y no veo mis huellas en el camino,
y mirando hacia delante no te veo en mi paisaje.
Por eso hoy me despido de esta tierra,
me despido de
este Duero
cuyas estrofas de agua se pierden en el silencio,
y me alejo de los ecos de las ramas
conversando con el viento,
del cup chup de las carpas,
del delicioso frescor de la umbría,
de la hierba y
la hojarasca.
Hoy me despido de ti,
de tu espuma y de tus aguas,
de tus cielos de cobalto,
de esas Cuestas que no quieren ser montañas,
de esa Corbera insolente con sus espaldas al alba,
de tus auroras y ocasos,
Hoy digo adiós a mi tierra.
Tal vez un último quiebro,
un acaso inesperado,
me devuelva a sus caminos.
Pero… eso es cosa del azar,
y el azar no está en mis manos.
Francisco Murcia
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