
Se fue
20 – 06 - 2018
¡Ah, estimado amigo!
Dicen de mi que soy soñador empedernido,
un iluso navegante de los sueños.
Y qué es este hermoso poema
que regalas en el muro
sino una singladura por el mar de los
paisajes
en los mundos de Morfeo,
donde vemos nuestra diosa
prisionera de sus miedos,
amarrada a los barrotes
del tiempo que se avecina,
un futuro que se pierde en horizontes difusos
y una mazmorra vacía donde se oxidan
recuerdos
de amores y de requiebros,
que la hicieron sonreír y que yacen
olvidados,
cubiertos de polvo,
sumidos en el miasma de la terrible rutina.
Un sueño, estimado amigo
y al mismo tiempo un calvario,
un diario purgatorio por aquello que dijimos,
por aquello que callamos y que ahora,
entre sueños,
confesamos con obligada humildad,
prometiéndole ese amor que nos parecía
eterno,
pero que el tiempo apagó entre extraviados
desvelos.
El soplo de los sueños
aventa el polvo que cubre nuestros recuerdos.
Pero ahora es imposible,
se ha ido;
por fin se pudo librar de los barrotes del
miedo.
Solo queda la esperanza
de haber dejado en su piel el mapa de tus
anhelos
y que un suspiro se escape
al recordar esos labios a los que un día
besó,
creyendo llegar al cielo
Francisco Murcia.
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