
Estimado Antonio
16 – 06 - 2018
Sin querer ser peregrino,
lo fui;
sin querer ser trashumante debí serlo,
sentir polvo en mi garganta y secos mis ojos
como pozos estériles
donde ya los sentimientos no encuentran
ese rocío con que los regaba el alma,
y hasta el alma se secó
transitando trashumante
ese desierto
donde mueren los suspiros,
crecen las añoranzas
y resucitan los cuentos que nos contaban de
niños.
Y así crecí,
soñando con imposibles.
He reído y he llorado con la inocencia de un
niño,
y a mis años,
sigo siendo un trashumante
que peregrina perdido en el mundo de los
sueños.
Por eso te digo, Antonio,
mi buen y estimado amigo,
que los sueños imposibles hacen posible la
vida,
aunque nos tilden de locos,
aunque haya un mirar extraño,
no importa;
solo importa el corazón
que siente el aldabonazo de una llamada
perdida,
y esa puerta que se abre regalándonos la
vida.
Francisco Murcia
No hay comentarios:
Publicar un comentario