
Nos siguen
engañando.
23 – 05 - 2018
Nos engañaron con sus pieles de bondadosos corderos,
inflamaron nuestros pechos de amor patrio,
y ondearon la bandera con orgullo simulado.
El pueblo les pidió que enseñaran la patita,
y la patita enseñaron de un inmaculado blanco.
Más no era cierto el color que con astucia mostraron,
y engañaron a ese pueblo que ingenuo
le abrió su corazón y su casa
donde envueltos en banderas entraron sin dilación,
apropiándose de todo:
caudales y dignidad, dejando solo dolor.
Hoy se compra una mansión un pobretón que habló
mucho,
y a los pobres convenció de ser él la salvación
de tanta mesa vacía, de tanta desdicha y pesar.
Mas al verlo caminar con zapatos de postín,
pensaron que algo anda mal, que el líder los engañó.
Con gran frustración y enfado muestran su mucha
amargura.
No hay esperanza se dicen,
pues cuando alguien de los nuestros
al mostrarnos su patita le vemos de tonos grises,
sospechamos de inmediato que es el lobo el que nos
pide
con engañosas arengas que le abramos nuestras
puertas.
Pero ya no confiamos y corremos los cerrojos,
y de reojo miramos el paisaje de otro lado.
Nos enseñan la patita de un disimulado blanco,
y aunque con grandes sospechas le franqueamos las
puertas
a ese lobo disfrazado de suave piel de cordero.
entra con su jauría, nos cuentan miles de cuentos
mientras nos van devorando entre himnos de alegría
y cánticos al honor de una patria
a la que roban y que esquilman sin pudor ni
compasión.
Aquel pobretón sacó del arcón una moneda,
y se compró unos zapatos que no eran de su clase.
Al frío lo condenamos por taimado y mentiroso,
sin reparar que el arcón se lo llevaron los otros,
aquellos que en la bandera escondieron su ambición,
que arrebataron la enseña de una nación maltratada
que debía ser de todos, no la finca de unos cuantos.
Sirva este cuento a los pobres y no se fíen del
blanco,
pues aunque muestre pureza, no es ese su color,
solo es su condición de hábil depredador.
Francisco Murcia.
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