Anoche tuve un sueño
13
– 05 - 2018
Anoche
tuve un sueño,
subí
la escalera de Jacob hasta el último peldaño,
llamé
a las puertas del cielo,
intentaba
hablar con Dios y preguntarle algo,
pero
no me acuerdo qué.
Yo
no sé si habría alguien, solo sé que no abrió nadie.
Busqué
a San Pedro y sus llaves,
pero
nadie había allí,
miré
a un lado y a otro lado por si veía a algún ángel,
y
al final no encontré alas que llevaran mi mensaje.
Miro
hacia abajo y observo nubes de polvo y cenizas,
llegan
a mi rumores de estruendos horrorosos,
y
en medio de ese fragor,
un
pétalo maltratado arrancado del capullo,
trae
hasta mis oídos el delicado murmullo
del
débil llanto de un niño.
Y
yo miro hacía arriba y quiero preguntarle a Dios,
por
el llanto de ese niño,
y
quiero preguntarle a Dios
dónde
mantiene encerrados los ecos de tantos llantos.
Yo
quería ver su rostro
para
beber una lágrima de ese Dios tan poderoso,
y
captar así la esencia,
la
razón del sufrimiento.
Quise
grabar en sus ojos la pena
que
llevo escrita en los míos, quise decirle:
¡Oh
Dios, ocúpate de tus hijos.
Pero
allí no había nadie,
estaba
todo vacío,
ni
los santos de la iglesia ni los ángeles alados.
a
mi lado, todo es hastío y silencio.
Y
en los ecos de aquel niño descubrí al primer ángel,
y
a las cortes celestiales en los ojos inocentes
de
tanto niño que sufre la podredumbre reinante.
De
pronto
un
grito en las calle me despierta de mi sueño,
y
recuerdo la pregunta
al
caerme en mi lecho desde el último peldaño,
¿Por
qué si yo soy tu hijo,
Tú
no te portas conmigo como se porta mi padre?
Francisco
Murcia.
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