
Aun me queda tiempo
14
– 05 - 2018
Al
igual que Whitman,
yo
también me celebro y me canto a mismo,
también
como él, pienso
que
lo que yo tengo lo tienes tú,
al
menos, yo te di lo que tenía,
y
ante ti, desnudo me quedé,
expuesto
a los rigores del tiempo,
expuesto
a los fríos del olvido.
Cada
átomo de mi
firmó
un contrato contigo,
cada
segundo de mi quedó prendido en tus horas,
y
el contrato se perdió en las brumas de los miedos.
Vago
sin descanso por los paisajes perdidos,
escondidos
en las frondas de virtuales jardines;
oteo
desde las lomas de las silenciosas ondas,
donde
quedaron perdidos tus ecos, escondido
el
murmullo imaginado de un susurro.
Las
ondas en silencio permanecen,
y
mi alma,
suspendida
en los vientos del deseo,
escurre
las gotas de sangre
de
un olvidado “tequiero”.
Ya
no sé dónde nací,
lo
olvidé cuando te vi,
me
secuestré de mi tierra para nacer en la tuya,
para
ser como tú eres y bañarme en tus perfumes.
Yo
no quise nacer antes, yo…,
yo
nací cuando te vi.
Deambulando
mi vida
por
los páramos desiertos de mortal melancolía,
muerto
por sed de amor,
caminaba
por las ondas, y ahora,
ahora
entre versos perdidos
se
van cubriendo de polvo esos ecos
prendidos
en mi memoria hasta que acabe mi tiempo.
Qué
extraño me encuentro en este silencio,
qué
vacía está la nada sin tu voz.
Cuelgo
de la ventana de la anodina pantalla mis anhelos,
y
recuerdo aquel contrato que mis átomos firmaron,
mientras
dibujo en el aire los perfiles de tu cuerpo
y
mi sed de ti taladra el nicho de tu silencio.
Tengo
muchos años, tantos,
que
no puedo permitirme esperar más primaveras,
tantos,
que las brisas del otoño no son brisas,
que
el amarillo brillante de la hojarasca en el suelo,
en
ocre terroso luce mientras se la lleva el viento.
Vientos
gélidos de invierno,
manto
de frío y silencio.
Quisiera
cantarme a mi mismo como se cantaba Whitman,
pero
ya se pasó el tiempo
y
solo cantan a los vivos,
el
silencio es de los muertos.
Hoy
quiero escapar de aquí,
emigrar
de mis silencios,
quiero
volar con los vientos de mis otoños pasados,
sobrevolar
los inviernos,
otear
las primaveras y cantar,
cantar
aunque se enfaden los muertos.
Pues
mi alma se rebela, no quiere
la
paz de los cementerios.
Hoy
me propongo cantar en medio de sus silencios
y
celebrarme a mi mismo,
porque
se acerca mi invierno,
pero
aún me queda tiempo.
Francisco
Murcia
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