Permítanme compartir algunas de mis divagaciones de hace veinte años. Desgraciadamente aquellas locuras siguen vigentes, y el pueblo sigue siendo esa masa amorfa con la que las élites fabrican su poder.
Reflexiones basadas el artículo del mismo título de la escritora hindú ARUNDHATI ROY.
02-08-98
El final de la
imaginación.
ARUNDHATI ROY
Hacía mucho tiempo que no leía algo con
la fuerza y vitalidad del artículo de esta escritora india; hacía mucho tiempo
que no leía nada que significara un compromiso tan tajante en contra de la
violencia. Decididamente, hoy ha sido un ida fructífero en el campo de la
lectura y todo viniendo del País, incluso Vargas Llosa, que no se distingue en
sus artículos por interesarme especialmente, hoy ha roto una lanza en este
aspecto hablando de los nacionalismos en un tono que comparto plenamente. Pero
lo de esta escritora ha sido formidable. Con razón le aconsejaron sus amigos
que antes de publicarlo cumpliera con todas sus obligaciones con el estado.
Todo viene a partir de las experiencias
nucleares que han realizado hace muy poco tiempo La India y Pakistán. A partir
de aquí enhebra la mas formidable reivindicación de su nacionalismo, de la
humanidad como tal, de la paz como única respuesta posible a unos gobernantes
obtusos que confunden los derechos y ambiciones del pueblo con sus aspiraciones
particulares. Se introduce en los entresijos de una nación que no sabe si lo
es, puesto que surge de los restos territoriales de un imperio colonial, el de
los ingleses, que, como todos ellos, tuvieron mucho de expolio y poco de
magnanimidad, de extensión de la cultura y las buenas maneras. En fin, en una
nación donde existen 400 millones de analfabetos, donde se hablan 1000 lenguas
distintas, donde los ricos y los pobres viven en universos diferentes sin
conexión posible, en un país que ocupa el lugar 138, mas o menos, entre 172 en
nivel de vida de sus habitantes; pues bien, en ese país se permiten gastar
ingentes cantidades de dinero y energía en la construcción de esos hermosos
artefactos que son las bombas atómicas.
Las televisiones en todo el mundo
emitieron el júbilo de la población
celebrando el acontecimiento como si de algún cumpleaños colectivo se
tratara. Indudablemente, las autoridades indias estuvieron henchidas de satisfacción
cuando comprobaron la reacción de una masa de gente desinformada, ignorante y
analfabeta en gran medida. Como A. Roy, la escritora pone de relieve: ¿quiénes
hicieron las encuestas o qué preguntaron?, ¿cómo se puede conceder valor a las
respuestas de una gente que no tiene información ninguna y en cuyo idioma no se
encuentran los equivalentes a radiación, atómica, nuclear, uranio enriquecido o
cosa que se le parezca?
Según dicen los medios de comunicación,
los gobernantes indios se sienten muy satisfechos y piden su inclusión en el
selecto club de los países que pueden destruir el planeta en un abrir y cerrar
de ojos. Dudoso privilegio diría yo. Más grandeza es necesaria para desterrar
el analfabetismo de 400 millones de seres, que para tener un juguetito más en
los arsenales. Pero...la disuasión
¿saben ustedes?. Eso mismo: hay que hacer desistir al enemigo de la idea de
atacarnos porque saldría mal parado. Lo que oyen. Entrando en el siglo XXI
seguimos razonando como lo hiciera Julio Cesar y sus antecesores. Y bien,
supongamos que nuestros enemigos nos atacan con armas nucleares, ¿creen,
sinceramente, que quedarían algunos de ellos aunque nosotros no les lanzáramos
ninguna? y si lo hacen sin armas nucleares siempre hay posibilidad de seguir
viviendo. Es decir: si no podemos emplearlas ¿para qué las construimos? ¿No es
triste que las bombas se conviertan en objeto de orgullo nacional en un país
donde el hambre todavía no ha sido desterrado.
Pero no solamente constituyen una vergüenza y una sinrazón las armas nucleares para
El poder es algo que subyuga, y las
armas nucleares tienen poder. Todos llevamos a un pequeño y un gran fascista
dentro de nosotros. Cualquiera, alrededor de una mesa, en una tertulia de bar
entre amigos, se cree el poseedor de la solución para cuantos problemas hay en
el mundo. Si es la droga, pues al paredón con los traficantes y con los
consumidores; si son los terroristas, pues un estado de sitio, coger a todos y
liquidarlos, si se trata de.... Así sucesivamente, el monstruo del fascismo que
llevamos dentro se manifiesta enseñando su cara más feroz. ¿Cómo podemos
asegurarnos de que los políticos son capaces de controlar, todos ellos, su
componente fascista? Evidentemente, la guerra fría nos ha dejado un panorama
demasiado caliente.
Ojalá que esta carrera nuclear que han
iniciado India y Pakistán no sea el preludio de un drástico método de control
de la población. Ya en otros momentos se ha hablado de la posibilidad que
manejaron la India
y China de limitar sus respectivas poblaciones mediante una guerra entre ambas.
Pero, claro, son cosas de estúpidos que no saben lo que dicen.
Francisco Murcia.
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