martes, 10 de abril de 2018

La utilidad de lo inútil



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La utilidad de lo inútil.
10 - 04 - 2014

La poesía es la más bella de las inutilidades. No es una reflexión mía, que va; son las reminiscencias de los recuerdos que afloran en momentos de soledad, de serena reflexión sobre el concepto de utilidad y su contrario, inutilidad, cuando son referidos a la influencia que sobre el ser humano ejerce todo aquello con lo que tiene relación,  ya sea material o inmaterial. Debemos considerar útil todo aquello que tiene efectos positivos y contribuye al desarrollo armónico del ser humano en todas sus facetas, e inútil lo que perjudica ese desarrollo. Una visión del mundo totalmente utilitarista, para el cual la belleza es un aspecto totalmente secundario, ha venido a considerar el arte en general, y la poesía en particular, como bellas inutilidades, algo así como ramos de flores en el centro de la mesa: adornan, pero no alimentan. Se olvidan de que el fruto que se sirve en esas mesas ha nacido de las flores que, de algún modo, desprecian. Por ello, me permito traer aquí, el recuerdo de un pasaje de "Chuang Tzu, de Octavio Paz, acerca de  la utilidad de las inutilidades.

Contemplo desde mi ventana un cielo cubierto de nubes que no terminan de decidirse, tan pronto amenazan con una llovizna apenas perceptible, como se quedan ahí suspendidas, sin nada que hacer aparte de prohibir que el sol caliente un suelo y un campo extremadamente fríos. Inútiles se muestran las nubes en ese momento, pero sin ellas, los campos se agostarían, las plantas morirían y moriría con ellas todo signo de vida. ¿Son inútiles las nubes porque no llueva donde deseamos y cuando deseamos? «Tus enseñanzas no tienen ningún valor práctico», Hui-Tzu dijo a Chuang-Tzu, su maestro, y éste le respondió: «Sólo los que conocen el valor de lo inútil pueden hablar de lo que es útil". Y yo añado: " solo los que conocen la oscuridad pueden juzgar el valor de la luz".

¿Cuál es la utilidad de una flor cortada de su planta y condenada a morir sin dar fruto? ¿Y qué valor tiene ese acorde con el que vibra tu alma? La tierra donde pisas sirve para apoyar tu pié, he ahí su utilidad, pero... sin el resto del planeta ¿de qué serviría? ¿Es la poesía la palabra donde tu espíritu asienta su huella, el campo donde se siembran los sentimientos, la ambrosía que alimenta al alma solitaria? Es posible que sea todo eso y nada de eso a la vez. Todo y nada al mismo tiempo, eso sí puede ser. Porque la poesía, cuando no hay sentimiento, no es nada; pero cuando el sentimiento está ahí, lo es todo. Es la huella donde pisa tu pie y es la tierra que rodea y sostiene esa huella, es el fondo del marco de tu vida y es, a la vez, tu primer plano, tú mismo abriéndote en canal, impúdicamente, ante el observador. Y sin embargo, sin el sentimiento, solo es un vacío, una sima oscura, la nada en todas sus formas de expresión. Ah, pero cuando hay sentimiento todo cabe en ella; en ella están todas las notas, todos los acordes, toda la hermosura, incluso la aterradora belleza de nuestros miedos, la luz donde se anuncian nuestras esperanzas. La poesía es el campo donde siembran y alcanzan su fruto las emociones: el amor que florece entre los versos y escala con las palabras las delicias de los cielos; el odio, que desciende a los infiernos despeñando las estrofas en precipicios malditos. La poesía viene a ser la ventana por donde nuestro espíritu se asoma al mundo, y deja que el mundo lo contemple tal como es.

Espíritu prosaico y digno de lástima es aquel que no encuentra la poesía, pues carecerá de la escuela donde educar sus emociones, donde aprender a sentir, a conectar su yo solitario con otros; carecerá de la herramienta más efectiva para construir el edificio de sus sentimientos, ese por el que se le reconocerá durante toda su existencia, por el que será valorado y premiado o castigado.

El enemigo de la poesía es la indiferencia, porque la indiferencia es enemiga de la vida, es la misma muerte, es la tierra que sostiene la huella donde pisas, sin ninguna otra tierra alrededor. He aquí la única inutilidad plenamente inútil, aquella que no cabe encontrarle ningún resquicio de utilidad. La poesía puede ser la más bella de las inutilidades, pero al mismo tiempo es la más útil de todas ellas.

Francisco Murcia.


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