
Muerte de un gorrión.
22
– 02 - 2017
Pasa
volando el gorrión,
presuroso
en su aleteo,
como
danzando en el aire,
del
espino va a la flor,
y
de la flor salta al valle.
Entre
pajas y forrajes,
busca
el gorrión con afán,
esos
granos olvidados
que
quedan entre la hierba,
aventada
ya la trilla
y
guardada la cosecha.
Picotea
a toda prisa,
en
movimientos nerviosos,
rebuscando
entre rastrojos
los
restos que las escobas,
los
vientos y los rastrillos,
se
dejaron olvidados
entre
las briznas de hierba,
ahí,
cerca del arroyo,
a
la sombra de los chopos.
De
pronto cae del cielo
un
tenebroso trenzado
que
le aprisiona las alas.
Se
agita y revolotea,
gorjea
desesperado,
mientras
el último grano
se
escapa de su garganta.
Ese
gorrión ya no canta,
taimada
la red cayó
sobre
su débil espalda,
frustrando
su libertad,
matando
las alegrías
de
las notas que esparcía
entre
juncos y enramadas.
Volaba
libre el gorrión,
entre
barrancos y valles,
pero
una red traicionera
sus
aleteos cortó
como
se corta una flor
dejando
triste el paisaje.
Francisco
Murcia
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