El
tiempo pasa.
No, no nos engañemos,
el tiempo pasa,
es inexorable.
Lentamente
va escribiendo en nuestra piel,
la historia de nuestra vida.
Pasa el tiempo
y la vida pasa,
casi sin darnos cuenta.
Un día nos miramos al espejo,
nos asustamos,
¡Una arruga!
La primera,
y nos afanamos.
Ellas con sus cremitas,
disimulamos nosotros
entre cándidas sonrisas.
Y la vida va pasando,
consumiendo los segundos
y las horas y los días,
y los años,
escribiendo cicatrices
en la blanda superficie
de una piel que nació virgen.
El reloj no se ha parado,
porque el tiempo no se para,
es tu ilusión,
es tu esperanza,
son tus sueños,
refugiados en esos falsos remansos
entre los pliegues del tiempo.
Ilusos, somos unos ilusos.
¿Qué
haces ahí?
-Ya ves, matando el tiempo.
El tiempo está quieto,
no se mueve,
está ahí,
tú no lo puedes matar,
porque no puede morir
lo que nunca ha vivido.
Pero tú sí,
tú sí puedes morir.
Y no te engañes,
el tiempo solo está ahí
con el cincel en la mano
para escribir en tu cuerpo
las páginas de tu historia,
las que no quieres leer
en la imagen del espejo.
Francisco Murcia 3 - 04 - 2018
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