Todas las noches son noches.
28
– 04 - 2018
Todas
las noches son noches,
y
en todas,
todos
nos sentimos algo solos,
o
muy solos,
y
en todas nos enfrentamos con ese telón negro,
oscuro,
con
oscuridad de abismo,
en
cuyo fondo se precipitan las esperanzas
y
nacen y emergen los miedos
con
su oscura faz horripilante.
Y
en todas remontamos los abismos,
a
horcajadas,
a
lomos de nuestros sueños.
A
solas con ese otro que todos llevamos dentro,
y
nos increpa insolente por mantenerlo encerrado
en
las mazmorras oscuras de un yo
que
está sepultado por un desmesurado ego
que
no le da tregua ni le procura descanso.
Hablo
con la oscuridad desde la luz de mis sueños,
y
le pregunto a ese Dios, sí,
al
Dios que nos ha creado,
cuándo
tuvo ese mal día,
esos
momentos aciagos de su eterna eternidad,
para
pensar en crearnos
tal
como nos ha creado:
débiles,
quebradizos,
egoístas
e ignorantes,
traidores
a nuestro yo,
del
cual dices Tú ser la imagen.
¿Qué
mal día tuviste que decidiste crearnos?
¿Te
cansaste de estar solo y ser el único Dios?
¿O
creaste los contrarios para percibir tu esencia?
¿En
qué momento de tu eterna eternidad te cansaste de ser Dios?
Te
miraste a un espejo deformado por el tiempo,
y
diste cuerpo a la imagen que el espejo reflejó.
Así
creaste la humanidad:
una
imagen dislocada que te prestó aquel espejo.
Francisco
Murcia.
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