lunes, 30 de abril de 2018

¡Oh, mi niña inocente!


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¡Oh mi niña inocente!
29 – 04 - 2018

Dónde quedó el acento de aquella niña inocente,
esa niña enamorada que abrazaba a sus muñecas;
dónde su ingenua sonrisa, que cambió
por ese pícaro gesto de precoz enamorada;
dónde aquellas mariposas cuyas alas,
como pétalos de rosas,
las páginas marcaban de aquellos cuentos de hadas;
dónde se fue aquel paisaje de mañanas luminosas;
dónde, dime niña,
dónde perdiste las alas que nadaban en el viento;
dónde aquellas fantasías de príncipes y princesas;
dónde dejaste los pétalos con las páginas marcadas.
Dime,  niña,
dónde quedaron perdidas las páginas de tu infancia.

Solo eras una niña y te creíste mozuela,
y te fuiste paseando hasta la vera del río.
Un laúd allá en el cielo de un juglar enamorado,
lloró notas de tristeza por la inocencia perdida.
Se perdieron las páginas que los pétalos guardaban,
y se olvidaron las letras que guardaron esas alas.
Soplaron despiadados los vientos de la vida
y se llevaron con ellos el cristal de la inocencia,
cuando aún no eras mozuela,
solo eras una niña.

Entre juncos y espadañas allá a la vera del río,
te dejaste aquellas alas,
perdiste tu primavera,
y los pétalos de rosas volaron
y se llevaron con ellos a príncipes y princesas,
te robaron la sonrisa
y te cortaron las alas.

Oh, mi niña inocente
que quisiste ser mozuela allá a la vera del río.


Francisco Murcia.

sábado, 28 de abril de 2018

Todas las noches son noches

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Todas las noches son noches.
28 – 04 - 2018

Todas las noches son noches,
y en todas,
todos nos sentimos algo solos,
o muy solos,
y en todas nos enfrentamos con ese telón negro,
oscuro,
con oscuridad de abismo,
en cuyo fondo se precipitan las esperanzas
y nacen y emergen los miedos
con su oscura faz horripilante.

Y en todas remontamos los abismos,
a horcajadas,
a lomos de nuestros sueños.
A solas con ese otro que todos llevamos dentro,
y nos increpa insolente por mantenerlo encerrado
en las mazmorras oscuras de un yo
que está sepultado por un desmesurado ego
que no le da tregua ni le procura descanso.

Hablo con la oscuridad desde la luz de mis sueños,
y le pregunto a ese Dios, sí,
al Dios que nos ha creado,
cuándo tuvo ese mal día,
esos momentos aciagos de su eterna eternidad,
para pensar en crearnos
tal como nos ha creado:
débiles,
quebradizos,
egoístas e ignorantes,
traidores a nuestro yo,
del cual dices Tú ser la imagen.

¿Qué mal día tuviste que decidiste crearnos?
¿Te cansaste de estar solo y ser el único Dios?
¿O creaste los contrarios para percibir tu esencia?
¿En qué momento de tu eterna eternidad te cansaste de ser Dios?
Te miraste a un espejo deformado por el tiempo,
y diste cuerpo a la imagen que el espejo reflejó.
Así creaste la humanidad:
una imagen dislocada que te prestó aquel espejo.


Francisco Murcia.  

jueves, 26 de abril de 2018

Suenan hermosos tus versos


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Suenan hermosos tus versos
26 – 04 - 2018

Al arrullo de tus letras,
vuelo con tus palabras,
y prendido a tus metáforas,
visito los más intrincados,
desconocidos y bellos paisajes
que ocultas celosamente.

¡Oh, sí! Suenan hermosos tus versos,
hablan de esperanza entre las sombras,
donde la verdad se quiebra y resplandecen los sueños,
donde los horizontes se visten con las perlas del rocío,
los rayos del sol hablan con las hojas,
y las nubes con los vientos
juegan a vestir los cielos.
¡Oh, sí! Me suenan hermosos tus versos,
porque encierran un secreto,
porque tal vez sin quererlo,
algo de mi hay en ellos.

Cómo siento mi alma ebria de pasión
junto a las semillas que Eros planta a tu paso.
Cómo huyen de mi las sombras
cuando presienten tu presencia,
cómo me acaricia el viento que me trae tus palabras,
qué música la de tus versos
cuando, cantando al amor,
siembran en campos que se creían baldíos,
hasta que tu delicada mano,
envueltos en dulces suspiros,
traídos de los jardines de Eros,
plantó los esquejes de luz.

¿Dónde están esas penumbras que oscurecieron mis días,
dónde la oscuridad eterna,
dónde esas noches sin luna?
¿Dónde quedaron esas tristezas,
esos nudos en mi garganta
que me impedían hablar,
que me impedían reír,
que me impedían llorar?
Simplemente me ahogaban,
me ahogaban y no me dejaban morir.

Pero llegaron tus versos,
y tus alas de ángel sembraron en mi jardín.

Desde entonces yo cabalgo en tus palabras,
me visto de gala bebiendo tus sentimientos,
y cultivo mi jardín para que tú entres en él,
y veas tu nombre escrito en cada flor,
en cada rosa, en cada brizna de hierba.

Ahora sí,
ahora adoro mi soledad,
porque puedo inmolar en el altar de mi pasión
cada segundo de mi vida,
cada una de esas pizcas de eternidad
que le hemos robado al tiempo.

¡Oh, sí! Suenan hermosos tus versos,
pero solo yo entre todos
sé lo que se esconde en ellos.


Francisco Murcia 

domingo, 22 de abril de 2018

Muerte de un gorríón


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Muerte de un gorrión.
22 – 02 - 2017

Pasa volando el gorrión,
presuroso en su aleteo,
como danzando en el aire,
del espino va a la flor,
y de la flor salta al valle.

Entre pajas y forrajes,
busca el gorrión con afán,
esos granos olvidados
que quedan entre la hierba,
aventada ya la trilla
y guardada la cosecha.

Picotea a toda prisa,
en movimientos nerviosos,
rebuscando entre rastrojos
los restos que las escobas,
los vientos y los rastrillos,
se dejaron olvidados
entre las briznas de hierba,
ahí, cerca del arroyo,
a la sombra de los chopos.

De pronto cae del cielo
un tenebroso trenzado
que le aprisiona las alas.
Se agita y revolotea,
gorjea desesperado,
mientras el último grano
se escapa de su garganta.

Ese gorrión ya no canta,
taimada la red cayó
sobre su débil espalda,
frustrando su libertad,
matando las alegrías
de las notas que esparcía
entre juncos y enramadas.

Volaba libre el gorrión,
entre barrancos y valles,
pero una red traicionera
sus aleteos cortó
como se corta una flor
dejando triste el paisaje.


Francisco Murcia

sábado, 21 de abril de 2018

Esperando una sonrisa


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El silencio es el sepulcro donde se entierra el amor.

Esperando una sonrisa.
3 - 09 - 2017

Yo esperaba una sonrisa,
y tanto tiempo esperé
que me olvidé de mi mismo,
que dejé de sonreír,
y ahí me quedé esperando,
esperando una sonrisa
que no sé dónde perdí.

Yo esperaba una mirada,
y esperé mirando al cielo,
por ser el cielo tus ojos,
y por eso te perdí:
porque yo no supe ver
que el cielo que yo buscaba
pintado estaba ante mí.

Yo esperaba ese susurro
de dulce complicidad
en las horas de penumbra,
y esperando te perdí,
por no susurrar mi amor
acariciando tu oído
 en noches claras de luna.

No supe mirar tu risa,
ni supe mirar tus ojos,
ni supe ver ese cielo
reflejado en tu carita.

Esperando ese susurro
entre sábana y penumbras,
se sucedieron las noches,
se sucedieron los días.

Y sucedió que mi espera
no supo ver la agonía
que se pintaba en tu rostro,
pues tú también esperabas
por ver en mi una sonrisa,
por escuchar un susurro,
por mirarte en mis pupilas,
que se perdían buscando
en lugar equivocado
el paisaje de un azul
donde creyó ver tus ojos.  

Esperándose uno al otro
consumimos nuestros días,
consumimos nuestras horas
en una absurda agonía,
yo en un cielo equivocado,
tú entre las sábanas frías.   
Y cansados de esperarnos,
perdimos toda esperanza
y nos dijimos adiós,
en busca de nuevas vidas.

Francisco Murcia

jueves, 19 de abril de 2018

La vida en el primer baile


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La vida en el primer baile
16 - 04 - 2018

Araño la superficie de mis recuerdos,
buscando una vida que se me ha perdido,
no sé dónde la dejé,
no me acuerdo en qué piedra del camino
me senté a descansar
y la dejé olvidada.

Demasiado polvo,
demasiado ruido,
demasiada espuma en un río sin agua,
demasiadas palabras que se lleva el viento.

Marcho en pos del silencio deseado,
y ahí, en silencio,
en medio de tanto ruido,
quedé mi vida olvidada.

Busco y rebusco entre las horas perdidas,
entre los días vacíos,
entre los rotos del tiempo,
aquel recuerdo perdido
donde encontrar la mirada inocente
de aquella primera niña que en la fiesta
bailó una pieza conmigo.

Ya soy viejo y no lo recuerdo bien,
pero aun huelo los aromas
de aquella niña inocente a la que le di mi vida,
aquella ingenua vida cuando aún solo era un niño
y soñaba con estrellas, y la luna,
la luna era confidente de mis amores secretos.

Era una vida inocente y la perdí en el camino,
yo se la di a aquella niña,
ella me dio la suya y la llevaba conmigo.
Pero perdí aquella vida como he perdido la mía,
 al enterrar la inocencia de aquel niño que yo fui.

Hoy ya no creo en los piratas ni me van los Reyes Magos,
se despeñan mis recuerdos en simas inescrutables
y sigo viendo a la niña,
aquella del primer baile,
a la que le di mi vida
cuando aún solo era un niño.

Francisco Murcia

domingo, 15 de abril de 2018

¿Qué importan los años?


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¿Qué importan los años?
15 - 04 - 2018

¿Cuántos años has cumplido?
Y qué importa,
si en tus ojos se reflejan mis pupilas,
si tu piel lleva el dibujo de mis besos,
si en tu pecho late mi corazón
y en tus días brilla el sol que ilumina mi jardín.

¿Cuándo naciste?
No lo sé.
 ¿Fue ayer,  anteayer?
O fue hoy mismo
cuando al despertar asistí a tu nacimiento.

Amanece,
en mi sueño un ángel despliega sus alas, 
escribe en las nubes tu nombre
y esas letras son como gotas de lluvia
que alimentan el jardín de mi esperanza
donde naces cada día.

Por eso no me importan los años,
me importa cada momento en que te pienso,
naces cada vez que yo te sueño.

Y siempre naces hermosa,
dichosa y algo despeinada,
porque me gustas así.


Tienes prisa por mostrarte,
sabes que le robo al tiempo los segundos,
que tengo prisa por verte.

Y tú,
en esa eterna juventud de nuestro sueño,
me sonríes
y haces el gesto de un beso que yo recojo en el aire,
me lo acerco a los labios,
lo envuelvo en un suspiro
y te lo envío de nuevo.

Así nacemos cada día,
cada día un día nuevo,
un nuevo amanecer cada día.
Y al anochecer,
subidos en nuestro sueño nos elevamos al cielo.

¿Cuántos años has cumplido?
Y qué importa,
si late tu corazón junto al mío en mi pecho
y tengo tu eternidad en el momento de un beso.

Francisco Murcia




miércoles, 11 de abril de 2018

El cóndor pasa


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El cóndor pasa.
27 – 05 - 2017

Y los dioses sobrevolaron las nevadas cimas de los Andes,
y sus alas cubrieron el cielo,
y vieron a los hombres agachados hurgando las tierras pobres,
y contemplaron a sus niños y a sus madres,
y lloraron de pena con ellos.
Y de sus lágrimas surgió el cóndor majestuoso
que navega en las alturas dueño de los vientos.

Y un grito agudo rasgó los amplios espacios del cielo,
y aquellos hombres, madres e hijos al duro suelo pegados,
levantaron sus cabezas y enderezaron sus cuerpos.
Y el cóndor majestuoso habló desde las alturas
dejando escrito en los vientos un grito desesperado:
Pacha Mama, madre tierra,
contempla este sufrimiento,
dale mi grito a tus hijos,
planta en sus almas mis ecos,
que suene entre las montañas,
que lo escuche el firmamento.

Y Pacha Mama dio al cóndor los ecos de las montañas.
y se apiadó de los hombres,
de las madres y sus hijos.
Reunió todos los ecos que sonaban en las cumbres,
amarró todos los vientos donde había escrito el cóndor,
y construyó una zampoña, una flauta y un tambor,
y desde entonces los hombres conversan con ese dios.

El cóndor agradecido modula sus ecos al paso,
y vientos y montañas callan
y guardan silencio los hombres,
Y en medio de ese silencio,
aguda suena la voz, repetida por mil ecos, del cóndor majestuoso
sobrevolando las cimas de las que es dueño y señor.

Francisco Murcia

martes, 10 de abril de 2018

La utilidad de lo inútil



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La utilidad de lo inútil.
10 - 04 - 2014

La poesía es la más bella de las inutilidades. No es una reflexión mía, que va; son las reminiscencias de los recuerdos que afloran en momentos de soledad, de serena reflexión sobre el concepto de utilidad y su contrario, inutilidad, cuando son referidos a la influencia que sobre el ser humano ejerce todo aquello con lo que tiene relación,  ya sea material o inmaterial. Debemos considerar útil todo aquello que tiene efectos positivos y contribuye al desarrollo armónico del ser humano en todas sus facetas, e inútil lo que perjudica ese desarrollo. Una visión del mundo totalmente utilitarista, para el cual la belleza es un aspecto totalmente secundario, ha venido a considerar el arte en general, y la poesía en particular, como bellas inutilidades, algo así como ramos de flores en el centro de la mesa: adornan, pero no alimentan. Se olvidan de que el fruto que se sirve en esas mesas ha nacido de las flores que, de algún modo, desprecian. Por ello, me permito traer aquí, el recuerdo de un pasaje de "Chuang Tzu, de Octavio Paz, acerca de  la utilidad de las inutilidades.

Contemplo desde mi ventana un cielo cubierto de nubes que no terminan de decidirse, tan pronto amenazan con una llovizna apenas perceptible, como se quedan ahí suspendidas, sin nada que hacer aparte de prohibir que el sol caliente un suelo y un campo extremadamente fríos. Inútiles se muestran las nubes en ese momento, pero sin ellas, los campos se agostarían, las plantas morirían y moriría con ellas todo signo de vida. ¿Son inútiles las nubes porque no llueva donde deseamos y cuando deseamos? «Tus enseñanzas no tienen ningún valor práctico», Hui-Tzu dijo a Chuang-Tzu, su maestro, y éste le respondió: «Sólo los que conocen el valor de lo inútil pueden hablar de lo que es útil". Y yo añado: " solo los que conocen la oscuridad pueden juzgar el valor de la luz".

¿Cuál es la utilidad de una flor cortada de su planta y condenada a morir sin dar fruto? ¿Y qué valor tiene ese acorde con el que vibra tu alma? La tierra donde pisas sirve para apoyar tu pié, he ahí su utilidad, pero... sin el resto del planeta ¿de qué serviría? ¿Es la poesía la palabra donde tu espíritu asienta su huella, el campo donde se siembran los sentimientos, la ambrosía que alimenta al alma solitaria? Es posible que sea todo eso y nada de eso a la vez. Todo y nada al mismo tiempo, eso sí puede ser. Porque la poesía, cuando no hay sentimiento, no es nada; pero cuando el sentimiento está ahí, lo es todo. Es la huella donde pisa tu pie y es la tierra que rodea y sostiene esa huella, es el fondo del marco de tu vida y es, a la vez, tu primer plano, tú mismo abriéndote en canal, impúdicamente, ante el observador. Y sin embargo, sin el sentimiento, solo es un vacío, una sima oscura, la nada en todas sus formas de expresión. Ah, pero cuando hay sentimiento todo cabe en ella; en ella están todas las notas, todos los acordes, toda la hermosura, incluso la aterradora belleza de nuestros miedos, la luz donde se anuncian nuestras esperanzas. La poesía es el campo donde siembran y alcanzan su fruto las emociones: el amor que florece entre los versos y escala con las palabras las delicias de los cielos; el odio, que desciende a los infiernos despeñando las estrofas en precipicios malditos. La poesía viene a ser la ventana por donde nuestro espíritu se asoma al mundo, y deja que el mundo lo contemple tal como es.

Espíritu prosaico y digno de lástima es aquel que no encuentra la poesía, pues carecerá de la escuela donde educar sus emociones, donde aprender a sentir, a conectar su yo solitario con otros; carecerá de la herramienta más efectiva para construir el edificio de sus sentimientos, ese por el que se le reconocerá durante toda su existencia, por el que será valorado y premiado o castigado.

El enemigo de la poesía es la indiferencia, porque la indiferencia es enemiga de la vida, es la misma muerte, es la tierra que sostiene la huella donde pisas, sin ninguna otra tierra alrededor. He aquí la única inutilidad plenamente inútil, aquella que no cabe encontrarle ningún resquicio de utilidad. La poesía puede ser la más bella de las inutilidades, pero al mismo tiempo es la más útil de todas ellas.

Francisco Murcia.


lunes, 9 de abril de 2018

Mi sirena



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Mi sirena
7 - 04 - 2018

Navegué por los mares procelosos de mi ignorancia, como Ulises por aquellos en los que las sirenas le mostraron sus encantos. También enfilé la proa de mi ilusión hacia un paraíso prometido, y ordené a mis instintos que remaran con fuerza, que desplegaran las velas de mis sueños para que, hinchadas por los vientos de mis anhelos, llevaran la nave de mi corazón hasta ella, hasta la sirena cuyo canto se elevó por encima de las nubes, cabalgó por las ondas que agitan los océanos del éter, y llegó hasta mi. Abandoné los puertos más seguros de mi indiferencia, le di la espalda a la insistente lógica que me acosaba, y me interné en los mares agitados de la duda, del acaso, del tal vez; sin dejar de escuchar el canto de mi sirena. No había mástil donde amarrar mis impulsos ni amigos que impidieran mi desatino. Raudo, sorteé las amenazas de Escila y de Caribdis, atravesé el terrible estrecho de lo racional, para llegar a la fuente donde saciar mis deseos.

Y los dioses del Olimpo, ofendidos ante tanta rebeldía, me castigaron, se ensañaron en mi, intentaron torcer el rumbo de mi nave. Pero se encontraron con el ímpetu invencible de un inquebrantable corazón, que se entregó sin reservas y quedó prisionero entre las rejas de sus encantos. Rompieron los remos que mis instintos usaban, soplaron en contra intentando torcer los vientos de mis anhelos, imaginaron tormentas donde zozobrar mi nave; pero nada consiguieron y, vencidos, se retiraron. Ahora, cuando he escuchado su voz y me he bañado en su mar, solo pienso en mi sirena mientras reparo mi barco y sigo escuchando su canto, melodía de esperanza, mientras los ecos de mis recuerdos alimentan el fuego de mis deseos.

Y pasa el tiempo mientras oteo las ondas para encontrar los últimos ecos de su canto, rebusco entre las olas que agitan los mares cibernéticos, me sumerjo en las simas del silencio por ver si encuentro un rumor, una nota, un susurro perdido entre los pliegues del tiempo que me recuerde su voz, y miro al espejo por ver si me devuelve su imagen, pues me la robó hace tiempo cuando, despeinada, trenzaba su media melena con mis dedos mientras me perdía en sus ojos. Pasa el tiempo en que escribimos nuestras promesas y, asistido por la dulce voz de Eros, urdo entre las penumbras de mis soledades, la forma de desligarme de las ligaduras que me impone la distancia, desplegar nuevamente las velas de mis sueños y, desafiando el furor de los dioses, desatar los vientos de mis anhelos y llegar nuevamente hasta ella. ¿Me castigarán otra vez? Es posible, son envidiosos, vengativos y, sobre todo, soberbios. Pero ni ellos, ni Escila ni Caribdis, me detendrán en mi sueño. 

Espérame, pues, mi sirena, pues yo escucharé tu canto mientras aún me reste vida, mientras aún quede tiempo.

Francisco Murcia.





sábado, 7 de abril de 2018

La indifeerencia



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La indiferencia
6 - 04 - 2018

Y yo que pensaba que estaba todo hecho,
que había pasado todo lo que tenía que pasar.
De niño, apenas nacido,
flirteé con la muerte que me vino a visitar,
pero no me llevó y aún no sé por qué
ni quien la invitó a un funeral que aún no tocaba.
Menos niño,
comencé a mirar que me miraban,
y sentí puñales que atravesaban mis entrañas.
Después odié los espejos y su imagen,
y al final,
paseé mi soledad por las calles más oscuras.
las más solitarias,
las más escondidas,
las más silenciosas.

Ahora,
 cuando ya no importa la imagen del espejo,
cuando prefiero las calles iluminadas y bulliciosas,
cuando me agarro a esa vida que tantas cicatrices me dejó,
he de soportar sobre mi piel arrugada
el sordo rumor de un monstruo que me acecha,
los ecos de un pasado tan pasado,
que ya no sé si lo fue
o mi mente lo construye con arreglo a su albedrío,
cogiendo de aquí y de allá,
cosiendo lo real con lo inventado.


La indiferencia,
monstruo que mata el alma,
que respira sufrimientos sin derramar una lágrima,
que devora inocencias sin alterar la mirada,
que entre sus fauces abiertas perece toda esperanza,
me acecha.
Firma aquí para salvar a esa niña,
no es más que un clic,
apenas un pestañeo de tus ojos
para salvar otros ojos que ya no miran la vida.
Y el dedo queda en aire y la mente en el vacío.
Todo eso está tan lejos y hay tanto comercio de datos.
Vuelvo a mirar la foto, el dedo está suspendido,
y por fin, en un gesto decidido,
paso a ver el gol, marcado de tijereta,
y en una sonrisa abierta se oculta la indiferencia.
Ha ganado su batalla
y se ha perdido otra vida.

Francisco Murcia.

jueves, 5 de abril de 2018

El último pétalo



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El último pétalo.
22 – 06 – 2016


La rosa despliega su último pétalo blanco,
es el último de tantos,
tantos que se han ido deshojando.
Cedieron al encanto de la brisa,
a las perlas del rocío de la aurora.
Se entregaron con pasión a los encantos
y embelesos de falsas mariposas.

Y prestos se fueron volando,
sin volver la vista atrás,
sin mirar aquella rosa que les dio la vida entera.
Libres de su rosal,
cabalgando aquella brisa
creyeron tocar el cielo.

Pero el cielo está muy lejos,
solo es una ilusión
donde se crean los vientos que usan las mariposas
sin ser dueñas de sus vuelos.
Y tú, pétalo blanco inocente,
en medio del vendaval en que devino la brisa,
nunca has sido mariposa,
tan solo un pétalo blanco,
que al abandonar la rosa creyó conquistar los cielos,
y cuando cesó la brisa,
inerte yaces en los desérticos suelos.

Hermoso pétalo blanco
que fuiste hermoso en la rosa, 
te engañó la mariposa cuando pasaba volando.
Te elevaste sin las alas a merced de aquella brisa.
Ahora que la brisa es viento, ahora
cuando el puro blanco que te adornó en otro tiempo
se trocó en ocre dorado,
yaces inerte en el suelo,
soñando con el capullo donde comenzó tu vuelo.


Francisco Murcia.

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...