sábado, 28 de julio de 2018

Ya no quiero más tristezas

Resultado de imagen de Amapolas en el viento fotos


Ya no quiero más tristezas.
27 – 07 - 2018

Leo poesía en el muro, y leo poesía fuera del muro. En el primero, solo veo tristezas, almas abandonadas que buscan el consuelo de un oído que recoja los rumores que susurran los ecos de oscuras soledades. Fuera del muro, cuando hojeo, transitando las páginas de algunos y algunas que sí que fueron poetas, que siguen siendo poetas, los horizontes se ensanchan, las lágrimas no son tantas, y las que son, brillan como gotas de roció que deslumbran cuando abrimos la ventana para saludar al sol. Y entonces yo me pregunto si es verdad que solo las lágrimas pueden abonar ese jardín, donde nacen tantas flores que pregonan su belleza en medio de tristezas infinitas, de abandonos dolorosos, de añoranzas de un “tequiero”, de gritos desesperados en medio de los silencios, o simplemente de anhelos que se traducen en sueños.

Debo de confesar que busco con vehemencia, bajo mis torpes palabras, un “me gusta”, pues no soy inmune a los halagos fáciles porque al menos, me dejan la constancia de que hay alguien por ahí que mitiga su soledad compartiéndola conmigo, y me siento menos solo, aquí, ante el teclado, viendo por mi ventana cómo pasa la vida, bulliciosa, ajetreada, dinámica; una vida por la que yo, poco a podo, me voy sintiendo menos concernido. Entonces surge ese “me gusta” y pienso, ¡caramba!, a ver si es que estoy equivocado; respiro hondo y me siento menos solo, sonrío para mis adentros, siento la imagen de ese calorcito que anima mis entretelas y presto pulso el teclado, contestando ese “me gusta”, si es que me dan la ocasión, no con un simple ¡gracias!, no, eso no sería justo, sino con un comentario donde envolver el calor que yo quiero transmitir.

Pero me cansa tanta tristeza, tantos ojos que solo miran hacia adentro, que se pierden el baile de la amapola, desgranando su belleza en pétalos encendidos que se abrazan a la brisa y danzan y danzan, en un ballet alocado, perdiéndose entre las nubes, posándose en las espigas, prestando su rojo sangre para dar sangre a la vida, para pintar el paisaje donde sembrar las sonrisas. Sí, prefiero las margaritas, corazones amarillos orlados de puro blanco, quiero las noches de luna con el canto de los grillos, olvidando los secretos para noches más oscuras, y me gustan las cigarras en su loca algarabía bajo ese sol de justicia que achicharra las espigas. Me cansa tanta tristeza y quiero mirar hacia fuera, contemplar a las alondras, admirar a las cigüeñas, extasiarme ante el planeo del águila poderosa como reina de los cielos. Me gusta seguir el vuelo de la garza sinuosa que perfila los meandros de ese Duero silencioso. Me gusta el trinar de los jilgueros, el cu-cu de la abubilla, el sirimiri de ecos con que las ramas y el viento humedecen los silencios, y sobre todo me gusta esa voz, esa cara, esos ojos, el recuerdo de esos labios que llevo siempre conmigo, aunque se encuentren muy lejos.

Hagamos un canto a la vida y rompamos los silencios. Encerremos las tristezas en esos oscuros huecos, donde se cubren de herrumbre inconfesables secretos. Bailemos con la amapola desafiando los vientos, desgranando nuestros días como los pétalos sueltos que deambulan sin rumbo, escribiendo “libertad” en las ondas de la brisa.


Francisco Murcia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...