
El siguiente poema surge de mi incursión por las interioridades del
bellísimo poema del poeta Antonio Rivas Carreño, de fecha 15 de julio de 2018 y
publicado en el muro. Vaya esta “ocurrencia” como homenaje a la amistad y
respeto que le profeso.
Dentro del personaje.
Me meto dentro del personaje,
bulle dentro de mi un cierto resentimiento,
una sombra de culpabilidad
por haberla poseído con tanta intensidad,
que sentía que bebía su vida
para mantener la mía en
el éxtasis más sublime,
donde el tiempo se hace pedazos
y los espejos nos devuelven la sombra de las palabras.
Transito por estos versos recorriendo un ayer
donde el polvo
difumina el contrato que nuestras almas firmaron,
y las dudas,
como fantasmas etéreos,
borraron aquellas promesas que se quedaron
colgando de "tequieros" ya olvidados.
Y sin embargo,
aún me llegan copos de espuma
de aquel intenso oleaje donde ambos naufragamos
y con ellos,
aún perfilo las delicias de tu cuerpo
y libo la copa de vino
bebiéndome así tu alma para purgar mis pecados.
No huyas de mi.
Aquellos fueron fantasmas que nublaron nuestro cielo.
Deja abiertas las ventanas,
que el viento se lleve el polvo
y vuelva a lucir la firma que nuestras almas dejaron.
Penetraré en tu aposento
y dibujaré en tu piel las alas de una paloma,
la eternidad de un momento
y el susurro de un "tequiero".
Francisco Murcia.
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