sábado, 14 de julio de 2018

Era uno de los nuestros


Era uno de los nuestros.
12 – 02 - 2017

Resbalan las lágrimas por demacradas mejillas,
pómulos prominentes esculpen melancolía,
los ojos y la mirada en horizontes perdidos,
no se mueven sus pupilas, las moscas,
augurios de la desgracia,
se alimentan de los jugos de unos ojos ya sin lágrimas,
de unos mocos ya resecos;
no queda en ese cuerpo resquicio escondido
o hueco como refugio de vida,
ya ese cuerpo está muerto,
ya no hay vida en ese cuerpo.

Dios cruel que nos creaste,
alivia ese sufrimiento,
dale vida a ese cuerpo,
dale un soplo de cariño a esa madre y a sus brazos,
dale vida a ese regazo que sostiene un niño muerto.

Danos Señor la conciencia para llorar a ese niño,
danos Señor esa fuerza
para llorar a ese madre como a una de las nuestras,
para llorar a ese niño como se llora a los hijos,
porque ese niño ya ha muerto,
porque aunque no lo creamos,
era uno de los nuestros.

Era un humano inocente,
con sus ojitos perdidos,
con su carita de niño,
con su alma limpia y pura,
con esos huesos de niño cubiertos de piel oscura,
reposando en un regazo donde se escapa la vida,
donde se espera la muerte entre unos pechos caídos,
jirones míseros de piel, sepulcros de la esperanza.

Lázaro, levántate y anda,
¿Te acuerdas, Jesús de aquello?
¿Por qué lo hiciste entonces?
¿Por qué has dejado en el mundo tan enorme sufrimiento?



Francisco Murcia.

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