Tengo
tantos años…
11 – 03 - 2018
Tengo tantos años… Así comienza el poema
que te mando hoy. No, no pienses en tristezas, de verdad; todo lo contrario.
Pero es cierto que me da miedo contarlos, y al mismo tiempo, un cierto rumor de
orgullo circula por mi interior. Muchos años, mucha experiencia, infinidad de
avatares y al final, un “tequiero” en mi camino me sorprende, y me pregunto si
esas cosas que se oyen de los amores de otoño son ciertas, siempre me
parecieron cuentos, como mucho, parches emocionales con los que rellenar los
vacíos de la soledad a la que nos vemos condenados de una u otra forma. Nunca
pensé que fueran amores reales, basados en sentimientos profundos. Pero estaba
equivocado, totalmente equivocado. Claro que en el otoño surgen amores
profundos.
Me levanto, a
veces tengo algo de desequilibrio, mis articulaciones se resienten un poco,
nada de importancia, los primeros movimientos y listo, caminar y caminar, y a
medida que camino, va apareciendo ese niño que yo me siento por dentro. Un dos,
un dos, … marcha militar, como si estuviera desfilando: recto, la vista al
frente, brazos en movimiento. Sí, de pronto, aquellos veintidós años hacen su
aparición, me inundan de energía y, como no, de recuerdos del pasado. Y pasa a
mi lado una mujer, pequeña, ágil, de aspecto amable a la vez que enérgico,
camina rápido, más que yo; me sonríe al cruzarnos y le devuelvo, cortés, un
amago de sonrisa. Entonces pienso en mi sueño y en lo feliz que sería si
caminara conmigo.
Tengo tantos
años… ¿Y qué importa? Yo sé que nadie lo sabe, porque a nadie se lo he dicho;
pero yo tengo firmado con el dueño de mi tiempo un contrato: hasta los noventa
años. Pero me siento tan bien, que ya le he pedido la prórroga sine die, y
aunque no me ha contestado, yo sé que lo tiene en cuenta, pues ha dispuesto que
un ángel se cruzara en mi camino. Ya no tengo tantos años; esos los tenía
antes, cuando andaba por andar. Pero ahora no es lo mismo, ahora sé que cuando
ando, alguien camina conmigo; conmigo viene mi ángel, el segundo que mi dios,
ha dispuesto en mi camino.
Cuando leas:
tengo tantos años… con que comienza el poema, no creas que va conmigo,
solamente es un decir, porque yo, así por dentro, sigo sintiéndome un niño que
aún se cree los cuentos.
Tengo tantos años…
11 – 03 - 2018
Tengo tantos
años,
que me da miedo
contarlos,
y tantas
historias escritas en los surcos de mis rostro,
que se me van
olvidando,
y no puedo
distinguir si fueron falsas las unas
y las otras
fueron ciertas,
o si fueron todas
ellas invenciones de poeta.
Tengo tantos años
metidos en mi cabeza,
y tantos paisajes
creados en noches de luna llena,
que no sé si lo
que veo, lo veo como lo pienso,
o son solo los
anhelos escapados de mis sueños.
Y por eso tengo
miedo,
tengo miedo de
mis años,
de que mis años
me engañen,
de que la forma
que veo bajo la luz del ocaso,
no sea más que un
deseo escapado de mi tiempo.
¡Cuántas voces a
mi lado!
¡Cuánto grito
alrededor!
¡Cómo acecha el
desaliento porque mi tiempo ha pasado!
¡Mentira! Les
grito yo.
Aún hay surcos en
mi rostro donde escribir mil historias,
aún hay sitio en
la memoria donde guardar esa imagen
de las alas
desplegadas al contraluz de la tarde.
Tengo tantos
años,
tantos otoños
pasados,
que la hojarasca
del tiempo ha escrito sobre mi piel
las mil batallas
perdidas,
que las lluvias y
los vientos
han esculpido mi
rostro en hieráticas figuras
de gélidos
alabastros.
Y sin embargo, en
mi pecho late firme la ilusión,
y entre los
pliegues del tiempo
sigue escondido
aquel niño que el tiempo quiso borrar,
que está jugando
a canicas en aquel guá de la plaza,
con un rebojo de
pan y un trocito de tocino
que la
generosidad del hambre ha convertido en manjar.
Tengo tantos años
y sin embargo
aún late mi
corazón con ilusiones de antaño,
aún me pierdo en
la mirada de unos ojos,
aún me seduce el
paisaje que reflejan sus pupilas
y bebo con avidez
las fragancias de la brisa.
Tengo tantos
años,
y sin embargo ya
ves,
todavía soy un
niño que quiere vivir la vida.
Francisco Murcia.
teníamos 12 años y necesitábamos tener 15, a los quience 22, a los veintidos los 30 y después paré de contar. El último amor a los 80 es tan fresco o más intenso como a los quince, a éste no lo dejes escapar, porque si se halla ausente vivirá en tu memoria, como el primer día que lo conociste; te funde y confunde, el universo es tuyo, sabes que te queda un tiempo limitado, no vuelvas a la niñez, que a veces es ingrata, goza lo que tienes hoy,y siéntete privilegiado, que aún la sangre bulle y entona un himno de triunfo, un cantar de selvas, un rugido, un brotar de alas ardientes, y luciérnagas en las oscuridades. Miralos paisajes desde el cielo, almuerzxa entre las nubes, ama y reza al Dios de tu corazón, si tienes un amor,no lo desperdicies, dale tu calor, la vida te espera hasta el último suspiro. Abrazote Francisco. lindo día. Elena.
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