
Me he hecho mayor
25 - 03 - 2018
Me he encontrado perdido tantas veces, no perdido en el
paisaje, no; los mismos árboles, los mismos caminos y las lomas, allá lejos,
las mismas de siempre; hasta las nubes parecen ser las mismas aunque se repitan
en vaporosas formas diferentes, pero el cielo por el que navegan es el mismo y
los mismos son los rayos de sol que, como pinceles celestes, las pintan de
luminosos naranjas, rojos o amarillos, anunciando la alborada o despidiendo el
día en incomparables ocasos. ¿Por qué,
entonces, digo yo que estoy perdido cuando el paisaje es el mismo? Muchas veces
me he hecho esta pregunta: ¿Por qué me siento perdido si me veo en el paisaje
del que soy un elemento, un motivo, una
pincelada más en el marco de ese cuadro? Y solo tengo una respuesta: estoy
perdido porque no encuentro mis sueños, estoy perdido porque son mis noches
vacías, estoy perdido porque he dejado de creer en los cuentos, porque he
dejado de ser niño y ya no creo en el ogro y tampoco en Pulgarcito. No creo en
los Reyes Magos. Me dijeron de chiquito que esos reyes no existían, y aunque
tuviera mis dudas porque nunca hubo regalos que llagaran hasta mi, me gustaba
imaginarlos con sus coronas y capas, sus camellos y sus sacos repletos de
chucherías, y aquella estrella brillante marcándoles el camino en medio de un
gran desierto y de una noche muy oscura en la que solo brillaba la estrella que
los guiaba.
Sí, ya sé que es una tontería, pero me gustaba. Al menos
existía un mundo aunque fuera imaginado, donde poder escapar de las
inclemencias de este. En ese mundo no hacía frío, no había que cargar la leña
en las espaldas de niños, y no existía el sempiterno tocino con un rebojo de pan
duro del que sobró anteayer. En ese mundo se encuentran las hadas y los
príncipes valientes que luchan contra los malos.
Hoy soy mayor, y sé que ese mundo no existe, pero cuánto lo
añoro, ¡Dios mío! Lo añoro porque creí en la bondad de los héroes, del Capitán
Trueno, del Príncipe Valiente y de aquel gran Jeque Blanco. Pero me hice mayor,
y sería una locura seguir creyendo en esos tres Reyes Magos, El Llanero
Solitario o El Zorro con su antifaz impartiendo la justicia que no veo en
ningún lado. Sí, me hice mayor y hube de transigir con taimados malandrines
que, vestidos de corbatas y pulcras camisas blancas, engañan, mienten y roban,
exprimen la sociedad hasta sus mismas entrañas. Sin embargo ya lo ven, si por
casualidad invoco la justicia de los cuentos, me gritan que yo estoy loco, que
no rijo, que huyó de mi la cordura y que en reclusión mayor debo permanecer por
bien de la sociedad, para quien soy un peligro, porque me he hecho mayor y sigo
creyendo en los sueños, aquellos que me inventé cuando apenas era un niño que
le gustaba volar y dejar su cuerpo tumbado en un mísero gergón.
Ahora comprenderán por qué al hacerme mayor me he sentido tan
perdido: porque al dejar de ser niño, se me perdieron los sueños, y los malos
de los cuentos dejaron de ser mentira, se vistieron con corbatas y pulcras
camisas blancas, y ahora no hay quien los distinga, pues no enseñan la patita
por una estrecha rendija, y si les abres la puerta, te engullen sin darte
cuenta.
Francisco Murcia.
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