Comunión
como la ofrenda del cáliz en la misa,
me diste tu sangre y tu vida.
Como el pan ya consagrado yo te ofrecí la
mía.
Ambos comulgamos.
Tú con el pan que yo te ofrecía;
yo, con el cáliz de tu sangre.
Ambos nos dimos la vida.
Por más que se alcen montañas
y no pueda ver tus ojos,
por más que tu voz divina ya no llegue
a mis oídos,
yo ya bebí tu sangre,
yo ya bebí tu vida.
Y tú has comido el pan
donde guardaba la mía.
Francisco Murcia.
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