
Los ecos del silencio
7
– 03 - 2018
Oigo
tu grito en silencio que navega por las ondas,
veo
tus sordos sollozos en las noches de tu alcoba,
percibo
los aromas de la humedad de tus lágrimas,
siento
en tus pálidas mejillas la necesidad de un beso.
Fabrico entre mis sueños la suavidad de un
roce
de
tus labios con los míos, de un sí quiero entre penumbras.
Pero
mi sueño se quiebra en medio de tu tristeza,
y
mis labios se humedecen al recorrer tus mejillas.
Quiero
leer en tus ojos las razones de tus penas,
quiero
beber de tu boca el sabor de la agonía,
quiero
preguntarle al viento por qué lloras,
si
mi corazón palpita y te envía sus latidos,
y
el tuyo me da su vida, que palpita con el mío.
Sé
que estás triste porque no extiendes tus alas,
porque
no puedes volar y envidias a las gaviotas
que
como bellos veleros, navegan entre las nubes
y
conversan con el viento con sus alas desplegadas.
Se
escapan de tu pecho suspiros de libertad
y
de tus ojos las lágrimas resbalan por tus mejillas,
y
ese grito ahogado que se comprime en tu pecho
se
convierte en un volcán que te derrite por dentro.
Te
gustaría volar, batir tus inmensas alas,
y gritar entre las nubes tus ansias de
libertad,
disolver
esos barrotes que te tienen prisionera,
remontarte
a los espacios que en las penumbras tu sueñas,
recrearte
en los paisajes que por no morir tu creas,
y
al despertar la mañana, le quieres gritar al sol:
¡Soy
libre, mírame! Pues ya he perdido mi miedo,
y
aunque mis alas plegadas me mantengan en el suelo,
a
los cielos me transportan en mi sueño desplegadas.
Escribes
tu grito en las crestas de las ondas que viajan
por
los espacios vacíos del universo infinito
para
que rompan sus ecos las paredes de tu pecho,
y
sienta mi corazón tu desdichado silencio,
y
así me sueñas contigo en la quietud de tu lecho.
Como
dos gaviotas libres navegamos en el viento
y
presiento que en tus labios se dibuja una sonrisa
que
mitiga tu tristeza y me llena de alegría.
Y
aunque solo sea en sueños, podemos gritar al sol:
¡Somos
libres para amarnos! Deja que brille la luna
y
que ampare nuestro sueño en una eterna penumbra.
Francisco
Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario