¡Por
fin, llueve!
15
– 10 - 2017
¡Llueve,
por fin llueve!
Cómo
se emborracha el aire con el perfume a humedad.
Por
fin se ha cubierto de tonos grises el cielo,
Las
hojas, casi secas,
de
plantas ya casi muertas,
hace
tiempo que lo estaban esperando.
Los
vientos traen de lejos efluvios casi olvidados,
mensajeros
de la vida, cuando la vida
escapaba
en nubes de seco polvo.
La
tierra, sedienta con sed de siglos,
bebe
el aire que evapora las pocas gotas de lluvia
con
las que el cielo se anuncia.
Y
de pronto viene el viento y llueve,
llueve
a cántaros,
y
la tierra bebe y bebe,
y
las plantas, casi muertas, visten el traje de gala
de
hermoso verde esmeralda.
Es
bonita la música de la lluvia,
y
cuánto la añoramos cuando la lluvia nos falta:
el
suave tintineo que se convierte en rumor
que
se extiende hasta lo lejos,
susurros
quedos de amor entre la tierra y el cielo.
Por
fin se ha escondido el sol,
por
fin se ha ido el calor,
y
las pompas en los charcos con su fugaz existencia
escriben
en sus reflejos el mensaje de la vida,
danza
de espejos curvos
cuyos
rayos irisados se deshacen en el aire
para
caer en los charcos.
Tamborilea la lluvia empañando los cristales,
difumina
los paisajes que veo por mi ventana,
tamborileo
en la mesa acariciando el teclado,
mientras
vienen a mi mente recuerdos, ya muy lejanos,
de
pies pequeños descalzos chapoteando en los charcos,
de
sandalias y katiuskas,
de
remiendos empapados
y
del fuego mortecino donde se secan los trapos;
de
paseos atrevidos
contando
los goterones que caen de los tejados,
de
carreras alocadas saltando entre los regatos,
atravesando
los charcos como si los mares fueran
de
osados piratas de cuentos,
de
aventuras y de juegos.
Respiro
hondo y suspiro,
y
aspiro con fruición los aromas de esos vientos
que,
como duendes,
se
cuelan por mi ventana,
trayéndome
a la memoria los recuerdos de mi infancia.
¡Llueve,
por fin, llueve!
Y
suenan los goterones en compases disonantes,
acompañando
el rumor quedo y enamorado
del
tintineo de lluvia que le dedica a la tierra
el
cielo que viste de gala,
con
ropajes de gris plata
y
perfume de humedades.
¡Por
fin, llueve!
y
recupero mi infancia entre charcos y regatos,
cual
aguerrido pirata,
calzado
con mis sandalias.
Francisco
Murcia.
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