miércoles, 20 de septiembre de 2017

Soñar despierto

Los llamamos soñadores, pero no sueñan, solamente viven ilusiones que crean en su mente con retazos de vidas ajenas que enlazan, componiendo un cuadro al que se incorporan para buscar en él ese amor que la vida real les niega.

Soñar despierto
20 - 09 - 2017

Yo vivía en la noche suspirando entre mis sueños,
 vivía y moría al mismo tiempo,
porque no tenía unos ojos en los que posar los míos,
porque no tenía un aliento mezclándose con mi aliento,
porque no había un susurro que me dijera al oído:
-Yo soy tuya y tú eres mío,
y me entrego toda a ti, hasta el final de los siglos-.

Yo me moría en la noche temiendo venir el día,
y para sobrevivir, comencé a soñar despierto,
y empecé a verte en las rosas,
y en las flores de los jardines al paso,
 y aguantaba porque soñaba despierto,
y aguantaba hasta que entraba la noche,
y me sentía morir compartiendo con la almohada
historias que no existieron,
amores que nunca fueron,
quimeras siempre inventadas que la vida me negaba.
Y me sentía morir por no tener un amor
que compartiera mi almohada.

¡Oh, almohada de mis secretos!
Si tú fueras el reposo de los cabellos de oro
con los que yo juego en sueños,
si en tus blondas reposaran los luceros que imagino,
y escuchara en la penumbra el susurro de un te quiero,
no moriría en la noche entre sueños imposibles,
no soñaría despierto al venir el nuevo día,
pasearía con ella entre las  flores del parque,
degustaría con ella el aroma de las rosas,
desgranaría mi vida día a día.
Y cuando el sol se apagara sobreviniendo la noche,
sumergido en la penumbra,
despediría a mis sueños.
-Ya no os quiero conmigo-, les diría,
ahora ya tengo en mi almohada aquellos cabellos de oro,
el aliento y los luceros con los que he soñado siempre.
No tendría más secretos que contarte,
ya no habría humedades de lágrimas solitarias.

Pero no puedo engañarme,
ni engañarte a ti, mi almohada,
Cabellos de oro, luceros y el suspiro de un te quiero
siguen siendo una quimera, habitantes de mis sueños.
Por eso temo la noche,
porque me quedo contigo y no te puedo engañar,
a ti no, querida almohada, a ti no,
que conoces de mis secretos, y quién sabe,
tal vez encuentre mi sueño caminando por el parque,
mientras contemplo las flores
y voy soñando despierto.


Francisco Murcia. 

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