sábado, 29 de diciembre de 2018

¿Poeta?

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¿Poeta?
28 – 12 - 2018

Me dicen poeta muchas veces. Yo me miro a mi mismo y me sonrío. Es que facebook es muy generoso con los títulos de los sentimientos, más cuando van avalados por un collar de lágrimas cuyas perlas, falsas la mayoría de las veces , resbalan por mejillas de cínicas arrugas. Basta inventarse unas penas y dejarlas volar con el viento, como hojas muertas del otoño que se arremolinan en las escondidas puertas de almas solitarias, y ya está; sumidas en los silenciosos ecos de su soledad, esas almas se apresuran a vestir sus penas con los tonos del otoño y como plañideras de antaño, cantan sus desventuras, su amargura y su abandono. Y claro, no lo hacen para que queden sus ecos perdidos, huérfanos de oídos delicados donde posarse y arrancar un suspiro de comprensión; en realidad atruenan las ondas con sus gritos, revientan los postigos de ventanas descuidadas y se internan en los espacios oscuros de abandonadas alcobas.   

Pero no me hagáis caso, bien sabéis que no me lo creo, eso de poeta, digo. Porque para decir poeta, no me fijo en lo que escribo, sino en lo que siento, en cómo lo siento y en cómo digo lo que digo; en cómo lanzo al viento los ecos de mis desvelos y convoco melancólicos lamentos. Pero… ¿sabéis qué? Que a pesar de las arrugas y de azarosos momentos en que entornando los ojos se escapa alguna humedad, más cerca estoy de las rosas que de oscuros crisantemos. No paseo por sepulcros el corcel de mi ilusión, no veo altos cipreses de enhiesta serenidad alzar sus copas al cielo en mis paisajes de ensueño, no; no veo nieves de invierno en mi escasa cabellera; veo gotas de rocío que titilan como estrellas, y sonrío muy feliz, cuando sentado en la Rambla, escucho con embeleso el arrullo enamorado de las palomas en celo. Me podéis tachar de ido, no me importa, pues si me llamáis poeta ¿qué distancia puede haber entre un poeta y un loco?

Los sentimientos son ¿cómo les diría?, son un poco como el viento. Sí, ya sé que el poeta promete amores eternos, y lo más curioso es que lo siente cuando lo está prometiendo, y aún resulta más extraño que no muera ahogado en ese mar de lágrimas que destila en cada verso. Y es que, claro, entre verso y verso, hay resquicios, grietas por donde penetra la brisa de la autoestima, algún eco soterrado de rumores ya olvidados, recuerdos de arrullos de antaño. Y en medio de la tristeza se dibuja un leve gesto, un delicado mohín parecido a una sonrisa; sabe que está el otro mundo, aquel que habita en sus sueños, el que transita entre sombras cuando el ocaso se hunde y nos saluda la luna.

Algunos me dicen loco, otros me dicen poeta. Y yo que aún tengo algún tino, me coloco en la mitad, entre el loco y el poeta, y les pido que me digan qué es lo uno y qué es lo otro, pues yo no encuentro distinto al loco de atar que dicen, del avezado poeta.

Francisco Murcia.



viernes, 28 de diciembre de 2018

La magia de la lluvia

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La magia de la lluvia.
27 – 12 - 2018

Dice García Lorca
que la lluvia tiene algo de ternura,
un amago de extraña resignación,
una sombra de melancólica dulzura.

Su música suave de rumor,
su tintineo rozando los cristales,
el arrullo de sus gotas cuando acarician el suelo,
todo en ella es paz,
todo en ella es vida,
y la tierra,
agradecida, nos regala sus aromas,
los árboles el reflejo de sus hojas
y el polvo de los caminos
se apea de los vientos del azar
y se posa,
manso,
para escribir en el suelo las huellas del peregrino.

Sí,
la lluvia tiene algo de ternura,
dulce semen que fecunda los paisajes,
savia que el cielo nos manda,
humedades del edén donde se siembra la vida.

Tiene la lluvia algo que yo no sé descifrar,
un arrullo de cortejo de palomas,
el amago de los ecos apagados de esas notas
suspendidas en la brisa
y ese tamborileo con que llama a mi ventana.

A su rumor se calman mis ansias,
y me inunda una plácida quietud,
acaso un inconsciente nirvana precursor
de éxtasis deliciosos que imagino
caminando por los cielos de la amada.

Un gris suave de tierna melancolía viste mi alma
y siento la llamada de la tierra,
quiero confundirme con la flores que danzan
al mágico compás del sirimiri
que acaricia suave los pétalos abiertos,
prestando al mundo su belleza
y a la brisa la dulzura de su aroma.

Encierra la lluvia en sus gotas
los secretos de penumbras amorosas,
los secretos de la vida de las flores,
los secretos de los ríos,
los secretos de los mares,
y se callan los secretos de la nubes
que murmuran, mientras pasan,
melancólicas historias
de magos duendes y brujas.

Sí, tiene algo de mágico la lluvia
que yo no sé descifrar.


Francisco Murcia.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Después de la fiesta

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Después de la fiesta.
26 – 12 - 2018

Oh! Cuando toda esa algarabía
de frases vacías y risas prestadas,
de alegrías simuladas,
surgidas del fondo de las botellas exhaustas
se aleja,
entonces surge ese yo escondido
que te busca
y te encuentra en un ¡hola! oculto
que escapó
de los ecos de rígidas cortesías.

Ahora solos,
donde sobran las palabras
y gritan esos silencios
que nos cuentan fantasías,
uno a uno,
cuento los húmedos cabellos que me ofreces
y te ofrezco los secretos de mi noche,
hasta que venga el día y se termine el silencio.


Francisco Murcia

lunes, 24 de diciembre de 2018

Música para el cuerpo y el alma

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Música para el cuerpo y el alma.
23 – 12 - 2018

Poema que me sugiere la bellísima interpretación de
Gheorghe Zamfir & André Rieu

Surgen las notas de la nada de un vacío
donde se gestan en perpetuo silencio.
Y de pronto,
los vientos de un suspiro,
escrito en la quieta soledad,
en ese rincón del alma donde no llegan los gritos,
donde todo se apacigua,
donde se vierten las lágrimas que no quieren ver el sol,
y que lloran hacia adentro;
en ese rincón del alma,  
crea la vida la caricia de un suspiro
en las notas que cabalgan armoniosas,
pétalos deliciosos que juegan entre las ondas
y que se posan, suaves,
delicadas mariposas sobre pompas de jabón,
estuches donde navegan
emociones que creíamos perdidas,
y vuelan libres y leves como espíritus,
remontando las tormentas iracundas
de las soberbias del ego que se esconde temeroso
ante la paz, el sosiego,
la dulce y blanda cadencia de las bellísimas notas
que escriben en las conciencias los paisajes del amor.

Y ahora sí,
la lágrimas salen a ver el sol
y descargan las almas sus tristezas,
y cabalgan los espíritus al cielo
sobre las notas agudas que las grabes prepararon
como corceles airosos que, con brío,
remontan las simas de los oscuros silencios,
jardines de crisantemos
donde encerramos los miedos.
Suena la flauta
y el sol viste las auroras,
siembra el rocío los prados y brillan las perlas
entre juncos y espadañas,
y las hojas cantarinas,
agarrándose a la brisa,
danzan al son de las notas.


Francisco Murcia. 

sábado, 22 de diciembre de 2018

En los dominios de tu corazón


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En los dominios de tu corazón

Surgido de la lectura del poema Predestinación,
de Eduardo Hunter.
22 – 12 - 2018

Extraños son los dominios de tu corazón,
a los que llegué un día de extravío,
cuando mis ojos
horadaban los abismos oscuros de mi soledad
y escuché los ecos de la tuya
reverberando en los muros del vacío.

No sé qué escribieron los sabios en tu mirada
ni sé lo que dibujaron con sus tiempos en la mía,
solo sé que nos miramos,
que abriste tu corazón con la llave de un suspiro
y el mío, mi corazón,
aterido de gélidos abandonos,
se acurrucó junto al tuyo
y juntos construimos el paraíso de un sueño.

No sé si estaba escrito en los libros,
no sé si mi sangre guardaba el amor en sus extremos,
no sé si la tuya era cauce de tu amor;
solo sé que nos miramos
y escribimos en el tiempo la historia de dos pétalos perdidos
que se cruzaron porque así lo quiso el viento.

Poco importa donde nos lleve la brisa,
poco importa que nuestros sueños
construyan mundos de humo, sutiles,
perecederos y vanos,
poco importa,
pues los sabios del pasado firmaron nuestro destino.
y aquí estamos,
consumiendo los deseos enterrados
en los vacíos pasados de soledades perdidas.

Emerjo de mis silencios
para escuchar esos ecos que surgen de tus dominios,
para yacer junto a ti
hasta el final de los tiempos.

Francisco Murcia



jueves, 20 de diciembre de 2018

Sigues siendo la que fuiste


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Sonetos para un adiós.

Sigues siendo la que fuiste,
Soneto libre XII
13 – 11 - 2018

Aunque no lleguen a mi tus ecos, aunque no te vea ya
paseando por el cielo de mis sueños
y los vientos del olvido hayan aspirado tus aromas,
aunque me oculte la luna tus secretos
y ya no vea en la bruma los fantasmas de tus besos,
aunque no encuentre en la brisa los bucles de tus cabellos,
tú sabes que mis silencios están llenos de ti,
que veo tus ojos castaños brillando entre mis penumbras,
que cuando voy paseando todas ellas eres tú,
es tu pelo, es tu espalda es tu esencia femenina,
fuente de glorias ocultas que  nos llevaron al cielo.
Aunque ya mis dedos se pierdan en el vacío
cuando intentan dibujar los perfiles de tus labios,
aún sigues siendo aquella que me regaló su tiempo.


Francisco Murcia. 

domingo, 16 de diciembre de 2018

Aunque te alejes de mi

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Sonetos para un adiós.

Aunque te alejes de mi.
Soneto libre XI
13 – 11 - 2018

Libre, libre como este soneto que escapa
del corsé con que las normas impuestas atan
a los poetas que no rompen las cadenas,
libre te quise como el pétalo que se escapó del capullo,
que juega con la brisa y conversa con la luna,
dibujando en la penumbra una estela de perfumes
un rastro chispeante de brillos y de colores,
y la gota de roció que cabalga, en su textura,
grabados lleva mis sueños y herido mi corazón.
Libre te quise, y te quiero libre, aunque las iras del viento
de un otoño que ya se acerca al invierno te alejen.
Oh pétalo suelto del capullo que aún hablas con la brisa,
que pasaste junto a mi con el roce de un “tequiero”,
libre te quiero siempre, aunque te alejes de mi.

Francisco Murcia. 

jueves, 13 de diciembre de 2018

Mi almohada estaba vacía.

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Sonetos para un adiós.

Mi almohada estaba vacía.
Soneto libre X
11 – 11 - 2018

Nunca más volverás a estar solo me dijiste
aquel día que abriste tu ventana y yo pasé, recuerdas?
Me miraste, te miré y nuestros ojos hablaron de soledad.
Vi la tristeza en los tuyos  y tú viste en los míos
escrita en gotas de sangre la historia de mi agonía.
Lloramos juntos, sí, no me lo niegues, aquel día
mi lengua conoció el sabor salados de tus lágrimas,
y tus labios me besaron empapados en las mías.
Aquel día salió el sol, tú te quedaste en la ventana
y yo me quedé escalando el muro de mis desdichas
aferrándome a tus ojos, robándote una sonrisa
que tu me diste firmada con un te quiero olvidado.
Entonces me lo dijiste, que ya no estaría solo,
pero al llegar la alborada mi almohada estaba vacía.


Francisco Murcia.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Aún estoy vivo

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Aún estoy vivo
6 – 12 - 2018

Soy un hombre que está vivo,
que aún no ha muerto,
que te ha besado sentado en el banco de un parque,
bajo un árbol generoso
que nos ofreció su sombra y sus ramas,
para ocultar el pecado.

Soy un hombre que está vivo,
porque se mira en tus ojos,
que está vivo porque sonríe con tu sonrisa,
y bebe tus lágrimas
surgidas de las fuentes de la ausencia.

No, no me asustan los ocres del otoño,
ni me aterran oscuridades nocturnas.
La melancolía se ausenta de mi
cuando vienes a mis sueños en vuelo de mariposa.

Al cerrar mis ojos sus persianas,
se ilumina mi universo,
el que creo para que tú entres en él y le des vida,
con la brisa suave de un suspiro
del que surgen las estrellas que pueblan mi firmamento.

Sí, soy un hombre que está vivo,
y si alguien cree que he muerto,
que le pregunte a los vientos
quién te robó aquellos besos
perdidos en aquel banco,
bajo la sombra del árbol.


Francisco Murcia

jueves, 6 de diciembre de 2018

Al llegar a tu piel, tú ya te habías marchado

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Al llegar a tu piel, tú ya te habías marchado.
Soneto libre IX
10 – 11 - 2018

Estoy solo y dejo que las notas del piano
se posen suavemente sobre la herida textura de mi piel
y penetren en la corriente de lágrimas olvidadas
que por cobardes quedaron adentro,
alimentando torrentes escondidos
donde se ahogan inconfesados anhelos.
Degusto cada nota con el dulce recuerdo de un “hola”
y cada nota me hiere con la daga de un “adiós”.
Llueve en medio de ese silencio y las gotas
dibujan sobre el cristal esos inciertos perfiles
donde un día imaginé que nadabas y te vi
brillando sobre la arena que se pegaba a tu piel
y quise ser esa arena y quise ser ese agua, 
pero al llegar a tu piel, tú ya te habías marchado.


Francisco Murcia.


martes, 4 de diciembre de 2018

Mi sueño se fue contigo.


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Mi sueño se fue contigo.
16 – 09 - 2016

Te vas alejando.
Tu cuerpo, antes sólido,
orlado de halos dorados y de aromas exquisitos,
rubios cabellos de oro,
se va disolviendo en las brumas del olvido.

Ya no te siento,
pero aun queda la llaga de tu recuerdo,
de tus gestos,
de cada uno de tus movimientos.

La tenue sombra de tu mirada perdida en el horizonte,
ausente,
oteando desde las lomas de tu indiferencia,
buscando una estrella en otros cielos,
y en tus amaneceres, añorando otros brazos,
esos que quizá en tiempos ya lejanos,
te dejaron en los míos.

Te alejas en las brumas de un pasado,
de un sueño perdido cuando eras una niña,
cuando aún no habías crecido.

No te engañes estrella de mis ocasos,
los brazos en que te acunas en las presentes auroras,
no son los de aquel sueño,
aquel sueño se ha perdido.

Mientras contemplo tu sombra diluirse en el olvido,
inseguro mi paso recupero.
Yo también tenía un sueño
y lo prendí de tu alma, de tu mente y de tu cuerpo.
Yo no he perdido mi sueño,
simplemente, mi sueño se fue contigo.

Francisco Murcia.


viernes, 30 de noviembre de 2018

Cuando tu adiós me sorprenda

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Sonetos para un adiós.

Cuando tu adiós me sorprenda.
Soneto libre VIII
9 – 11 - 25018

No puedo decir que no te amé,
no puedo decir que te amé tanto
que hubiera dado con gusto mi vida
por un beso robado de tus labios,
no puedo decir que no me duela
cuando tus ojos buscan los espejos
de otras pupilas donde verse reflejados,
no puedo decir que te quise
ni que te quiero puedo decir,
pues lejos de ti no sé lo que es el amor
y cerca, tú eres todo  mi horizonte,
mi antes, mi ahora y mi después.
Cuando tu adiós me sorprenda, sabré
cuanto te amé, aunque al saberlo me duela.


Francisco Murcia.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Los pétalos sueltos


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Sonetos para un adiós.

Los pétalos sueltos.
Soneto libre VII
9 – 11 - 2018

Cuándo empecé a quererte? a veces me lo pregunto, 
y cuando vi en tus ojos dibujado el infinito,
supe que tu sonrisa fue creada entre los pétalos sueltos
del jardín del paraíso antes de que yo existiera,
antes de que existiera el mundo donde yo te he conocido.
Porque fuiste creada con la esencia de la vida
como semilla donde guardar la esperanza,
como promesa escrita en los días que aún no eran,
como pétalo perdido del capullo de la nada.
Y yo amé ese capullo que escondía tu sonrisa
desde antes de ser yo, cuando aún yo no existía. 
Y fui creado amándote desde ese primer día,
Desde entonces persigo tu sonrisa entre los pétalos sueltos
del infinito jardín que se dibujó en tus ojos.

Francisco Murcia




martes, 27 de noviembre de 2018

Hola

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¡Hola!
27 – 11 - 2018

De vez en cuando te mando un hola, no como un reclamo de los momentos vividos, no; no sería capaz de alterar la más mínima vibración de felicidad que pudiera surgir de un arpa que aún no ha sido olvidada, que está ahí, pero sigue brillando, y el polvo del olvido aún no se atreve a posar la oscura aura de la indiferencia sobre el sublime sentimiento del amor que mantiene su estructura. No, mi hola no es un reclamo, no es un toc-toc a una puerta que nunca estuvo cerrada, no es el susurro meloso de un falso arrepentimiento. Mi hola es esa parte del iceberg que brilla sobre una superficie plácida, serena, donde las tormentas no existen; y bajo esa superficie, una inmensidad de reconocimiento y de cariño que casi, casi, podría llamarse amor con minúsculas, dejemos las mayúsculas para amores imposibles propios de los poetas.

Te digo hola, e imagino una sonrisa en tu respuesta y sonrío yo, casi sin darme cuenta, como lo hago en mis soliloquios donde tú y yo estamos sentados frente a frente a la misma mesa. Y te digo tantas cosas, y te hablo como en verso, y sin dejar de mirarte, imagino los “tequieros” que se quedaron adentro, pero que tú imaginaste y que ahora están ahí, dentro de ti; recuerdos imperecederos que te dirán que fuiste algo importante para alguien y que escribiste tu nombre en las páginas de su vida.

Recuerdo mucho es alguien de Borges, un alguien que lo es todo y no es nada; tan poca cosa, que pasa por la vida como una sombra sin rastro y sin embargo, portando en sus esencias el valor de lo infinito. Ese alguien que no es nada, lo es todo, cuando en sus soliloquios se ve a este lado de la mesa y al otro, tus ojos y tu sonrisa. Entonces emerge ese alma de las profanidades de la nada para erguirse y navegar por los sueños en busca de su infinito. Pero no va solo en sus sueños, en sus sueños, siempre te lleva consigo.

Ya ves, te mando un hola. Y lo mismo que el alguien de Borges agradecía las limosnas de los días, agradezco yo la acogida de mi hola, como ese algo que fue alguien para ti en otro tiempo. Ya sabes que el tiempo es caprichoso, que hoy es y mañana ya no existe; pero existen los recuerdos y esas huellas con las que hicimos camino. Leo en ellas, y con ellas hablo incansable cuando mis pies ya se cansan. Me siento, escucho el rumor de los árboles y entonces te noto cerca, sentada a mi lado, en ese banco, y a nuestro alrededor, las palomas con sus cortejos.

Sí, ya sé que hablo solo, que no eres más que un sueño. Pero hubo un día en que dejé de ser algo, para convertirme en alguien que supo escribir su nombre en las páginas de tu vida. Y cuando surge ese hola silencioso, suave, que te invade como una caricia, sé que sonríes y que, al mismo tiempo, tus ojos se humedecen y  brillan más y tu mirada se pierde en un horizonte invisible que solo existe en los sueños.


Francisco Murcia.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Nuevos sueños

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Nuevos sueños.
18 – 11 - 2018

A veces creo que carezco de herramientas para construir ilusiones,
que las nubes de los sueños ya no existen en mi cielo,
que cuando cierro los ojos en medio de la penumbra,
no existen halos difusos que me anuncien tu figura.

A veces creo que me han dejado desierto las fuentes de mis anhelos,
y vaga mi alma perdida entre fantasmas de ayer
y el hoy convexo y vacío donde moran los olvidos.

Hoy ya es un hoy sin sentido,
un universo vacío donde se pierden mis gritos.
Es pura melancolía,
son las lágrimas del alma que se mira
ante el espejo de las gotas de rocío
y siente pena de sí misma,
porque se siente perdida,
porque mira al infinito y no distingue sus sueños.
Porque ya no sueña,
¡Oh Dios, ya no sueña!
Ya esas cómplices penumbras que perfilaban su imagen
son simas negras y oscuras,
son terribles hendiduras que ahogan toda esperanza.

A veces creo que me falta fuerza,
que me hundo sin remedio,
que ya no habrá más ocasos ni amaneceres radiantes,
que las gotas de rocío habrán perdido su brillo,
y las noches se habrán quedado sin luna., sin luceros,
que ya no habrá confidentes a quien contarle mis penas.

Amanece un nuevo día y vuelve a salir el sol,
brilla la aurora radiante que cubre de perlas el campo,
y las gotas de rocío reflejan un paraíso.
Con las fuerzas renovadas escalando mis abismos,
emerjo de las penumbras,
escribo en el firmamento el nombre de la esperanza,
y trenzo nuevos ocasos para vivir nuevos sueños.


Francisco Murcia.



lunes, 19 de noviembre de 2018

Mi corazón perdió su tic-tac.


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Sonetos para un adiós.

Mi corazón perdió su tic-tac.
Soneto libre VI
8 – 11 - 2018

Yo la amé con el vigor herido de las hojas del otoño
barridas por los vientos de un invierno ya cercano,
y la amé tanto en ese tiempo que transcurre entre el sí,
escrito en el tic-tac de un reloj donde se acaban las horas
y el no del monótono silencio del péndulo ya inerte,
que puse mi corazón al compás de su reloj
y colgué mi vida entera de un tic-tac
con ecos de primavera y tonos de melodía.
Porque nunca fue un pecado el amor de un corazón
que acompasa sus latidos para pulsar con el mío.
Mi péndulo revivió con herrumbrosos sonidos y en su vaivén
me prestó los minutos extraviados de mi tiempo,
pero el reloj se paró y el péndulo quedó inerte,
y mi corazón calló porque perdió su tic-tac.


Francisco Murcia.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Una sombra enamorada de la vida

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Una sombra enamorada de la vida.
17 – 11 - 2018

Sentado ante la pantalla, una tarde de un sábado lluvioso, de calles silenciosas y vacías, siento los gritos de la soledad en los silencios de las ondas y pienso en todas esas publicaciones de tantos y tantos anónimos y anónimas, porque aunque su nombre aparezca escrito en el frontispicio de la publicación y podamos indagar en los perfiles que nos ofrece facebook, lo cierto es que se trata en casi todos los casos de personas anónimas, de nombres que no nos dicen nada, de palabras e imágenes con las que rellenar las horas vacías, esas horas que quedan perdidas a las orillas del tiempo sin ninguna utilidad. De vez en cuando aparece una luz que ilumina el alma dormida que transita por ese páramo de inutilidades que es el muro. De pronto, un toc-toc, una llamada suave a las puertas de la abulia, y los goznes herrumbrosos suenan con el quejido de siglos concentrados en la fugacidad de un momento. Un poema, sí, es un poema. Y comienzo a transitar sus palabras y cabalgar a la grupa de sus versos. Una sonrisa se dibuja en mi rostro para celebrar la emersión de un sentimiento que permanecía oculto dentro de mi, tal vez porque no encontró la nota prendida en las cuerdas del arpa con la que poder vibrar, tal vez porque simplemente los gritos del silencio lo ahogaron, y ahí se quedó, escondido, temeroso de salir y morir aplastado por la general indiferencia o por un tropel de egos desbocados que en su estampida, galopan alocados sin ver el precipicio.

Sigo sentado. Las sombras, poco a poco, me rodean con su manto; las añoranzas cobran vida y los vientos del recuerdo disuelven  el polvo de los caminos donde escribí con mis huellas tantos nombres, y sembré tantas flores a mi paso, que serían suficientes para un hermoso jardín. Sin embargo, hoy solo flotan en mi vida algunos pétalos sueltos, descoloridos, cobrizos ya por el paso de los años, más propios para un testamento que para iluminar los espacios vacíos de mi salón. Pero yo amo esos pétalos y, a través de ellos,  sigo amando aquel capullo que les dio la vida, y dándosela a ellos, me la regaló a mi. Ahora, bajo el influjo de las penumbras de un atardecer lluvioso, sumido en el silencio de una calle que parece haber proscrito la presencia de la vida, escribo en esos pétalos cobrizos algunas letras, las justas, para que las sombras sepan que alguien pasó por aquí, tan solo fue otra sombra, la sombra de un algo que, tal vez, no se atrevió a ser un alguien, ese alguien borgiano que ni siquiera tuvo tiempo para morir, un alguien que no mereció epitafio, porque nunca escaló el peldaño de la nada para llegar a ser algo.

La tarde está fresca, la lluvia tamborilea en los cristales y un rumor suave como de música, sin notas, sin pentagramas, sin cadencias estudiadas,  inunda mi alma solitaria en estos momentos. Me dejó llevar por la suavidad de ese rumor y siento que los versos, cuyas simientes quedaron enterradas en el polvo de los años, emergen de entre las ruinas y los escombros de tantas horas perdidas. Entonces me siento vivo, surge la poesía y hasta veo en el difuso reflejo que me prestan los cristales, los perfiles de un rostro que me mira, sonríe y me dice que soy alguien, aunque solo sea ese alguien casi nadie, que ni siquiera tuvo tiempo para morir. Es posible que al final si merezca un epitafio: “Aquí yace el cadáver de una sombra enamorada de la vida”.


Francisco Murcia.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Sin la luz de tus ojos.

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Sonetos para un adiós

Sin la luz de tus ojos.
Soneto libre V
8 – 11 - 2018

Absorto en la deriva de bellas nubes blancas, 
de mi mano te llevaba entre mis sueños,
y el corcel cabalgaba y a su grupa, mi ilusión,
que trazaba entre las nubes tus caderas
y le pedí a ese sol que se ocultara
pues bastaba el brillo de tus ojos
y el azul celeste del cielo que en ellos se reflejaba.
Tracé entre las nubes blancas el mapa de mis anhelos,
y en él te dibujé con ese lápiz
con que los niños dibujan su mundo
y hacen de su verdad el más bello de los sueños.
De pronto las nubes blancas se ausentaron de ese cielo,
y las grises apagaron los brillos en tu mirada,
y yo me quedé sin sol y sin la luz de tus ojos.


Francisco Murcia.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Sigo siendo feliz

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Sigo siendo feliz.
14 – 11 - 2018

Es curioso, la verdad es que no me siento vacío, no siento que la melancolía se haya apoderado de mi sumiéndome en las negras simas del abandono, que las lágrimas reverberen sobre mi rostro y los rayos del sol siguen dibujando perlas rutilantes con el rocío que me da los buenos días al despertar la alborada. Sí, es francamente curioso que ya no espere en los ecos dormidos de mis sueños los susurros de un “tequiero”, ni mis ventanas exploren la brisa en busca de aromas de otro tiempo, y sin embargo, sigo viendo el firmamento pintado de azul infinito por el día, y por la noche, la luna sigue saliendo y siendo mi confidente, y los luceros ahí siguen, colgados de los secretos que se encierran en la noche. Todavía hay dos de ellos, juntitos, que tremolan al modo de pestañeos deliciosos, como puntos suspensivos de un relato al que le falta el capítulo final.

Ah el final! Es curioso. Yo soñé con Blancanieves y la vi perdida en el bosque, desvalida, acongojada, temerosa de los silbidos del viento al luchar contra las frondas. Pero eso era solo sueños, imaginaciones mías que se quedaron ahí, ancladas en los ganchos de peligrosas pendientes por las que mi ego se precipitaba a fondos inexplorados. La verdad era muy otra: no había bosque y los vientos jugaban alegres con las rosas de un jardín; la madrastra no era tal, sino una madre cariñosa que no tenía castillo ni espejo mágico alguno y se sentía orgullosa de la belleza de su hija. Pero sí hubo Blancanieves, no como la del cuento, no; pero casi, casi. También se hallaba perdida y el miedo la atenazaba. No era un bosque intrincado de amenazantes penumbras, no había fieras hambrientas ni el silbido de los vientos rompían los silencios de la noche; era un bosque de emociones que chocaban dentro de ella, fauces que le mordían el alma haciéndosela pedazos y mezclándolos en confusos y dolientes torbellinos. Hubo trozos que se fundieron en pétalos para volar con la brisa y descubrir nuevos mundos, entonces brillaron bajo la luz de los sueños; pero otros se quedaron anclados a las raíces, contemplando las cabriolas de los pétalos soñados y sabiendo que su baile no podía ser eterno, pues no existe el infinito ni siquiera al ser soñado. Habrá de venir el día y al despuntar la alborada, solo quedarán los restos de una lágrima perdida.

Siento esa Blancanieves confusa en medio de una tormenta de emociones y quiero prestarle mi universo de sueños imposibles, solo por verla feliz, arrancarle una sonrisa y un pensamiento fugaz, que dure tan solo un segundo y que diga: “que más da, si al final no daña a nadie el que yo pueda soñar”. Yo le presté mi sueño y ella me dio ese segundo. Nos olvidamos del tiempo, encerramos abrazados el cosmos en un suspiro, le pusimos un candado y firmamos un acuerdo entre las mieles de un beso: en el mundo de los sueños yo sería su universo y sería ella en mis noches la luz que rasga mis penumbras y borra melancolías.

Tal vez sea por eso, por ese candado que cerramos con la llave de un beso, que no me siento vacío ahora, cuando los sueños se alejan y las raíces recuperan aquellos trozos de alma que se fueron a vivir las experiencias de un sueño. Sigo viendo esos dos luceros juntitos cuando me voy a dormir, le doy las buenas noches mientras mis dedos trenzan un cabello imaginario y Morfeo me transporta a sus jardines. Él sabe que sigo siendo feliz.


Francisco Murcia.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Una promesa en tus ojos



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Sonetos para un adiós.

Una promesa en tus ojos.
Soneto libre IV
7 – 11 - 2018

Hermosa llegaste a mi iluminando
las ondas que ocuparon mi pantalla,
hermosa en tu sonrisa, y en tu mirada,
hay una vaga promesa que no acierto a descubrir.
Frágil y delicada, como alas de perdida mariposa
que busca reposo de los vientos alocados,
te posaste presurosa en mis rodillas.
Con tus alas abiertas dibujaste un paraíso,
con tus alas cerradas perfilaste una sospecha,
un indicio de que tú estabas de paso.
Mirándote en mis rodillas supe que volarías
cuando la furia del viento tan solo fuera una brisa.
Y en la brisa te perdiste con tu frágil aleteo
llevándote la promesa que creí ver en tus ojos.

Francisco Murcia. . 

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...