
¿Poeta?
28 – 12 - 2018
Me dicen poeta muchas veces.
Yo me miro a mi mismo y me sonrío. Es que facebook es muy generoso con los
títulos de los sentimientos, más cuando van avalados por un collar de lágrimas
cuyas perlas, falsas la mayoría de las veces , resbalan por mejillas de cínicas
arrugas. Basta inventarse unas penas y dejarlas volar con el viento, como hojas
muertas del otoño que se arremolinan en las escondidas puertas de almas
solitarias, y ya está; sumidas en los silenciosos ecos de su soledad, esas
almas se apresuran a vestir sus penas con los tonos del otoño y como plañideras
de antaño, cantan sus desventuras, su amargura y su abandono. Y claro, no lo
hacen para que queden sus ecos perdidos, huérfanos de oídos delicados donde
posarse y arrancar un suspiro de comprensión; en realidad atruenan las ondas
con sus gritos, revientan los postigos de ventanas descuidadas y se internan en
los espacios oscuros de abandonadas alcobas.
Pero no me hagáis caso, bien
sabéis que no me lo creo, eso de poeta, digo. Porque para decir poeta, no me
fijo en lo que escribo, sino en lo que siento, en cómo lo siento y en cómo digo
lo que digo; en cómo lanzo al viento los ecos de mis desvelos y convoco
melancólicos lamentos. Pero… ¿sabéis qué? Que a pesar de las arrugas y de
azarosos momentos en que entornando los ojos se escapa alguna humedad, más
cerca estoy de las rosas que de oscuros crisantemos. No paseo por sepulcros el
corcel de mi ilusión, no veo altos cipreses de enhiesta serenidad alzar sus
copas al cielo en mis paisajes de ensueño, no; no veo nieves de invierno en mi
escasa cabellera; veo gotas de rocío que titilan como estrellas, y sonrío muy
feliz, cuando sentado en la
Rambla , escucho con embeleso el arrullo enamorado de las
palomas en celo. Me podéis tachar de ido, no me importa, pues si me llamáis
poeta ¿qué distancia puede haber entre un poeta y un loco?
Los sentimientos son ¿cómo
les diría?, son un poco como el viento. Sí, ya sé que el poeta promete amores
eternos, y lo más curioso es que lo siente cuando lo está prometiendo, y aún
resulta más extraño que no muera ahogado en ese mar de lágrimas que destila en
cada verso. Y es que, claro, entre verso y verso, hay resquicios, grietas por
donde penetra la brisa de la autoestima, algún eco soterrado de rumores ya
olvidados, recuerdos de arrullos de antaño. Y en medio de la tristeza se dibuja
un leve gesto, un delicado mohín parecido a una sonrisa; sabe que está el otro
mundo, aquel que habita en sus sueños, el que transita entre sombras cuando el
ocaso se hunde y nos saluda la luna.
Algunos me dicen loco, otros
me dicen poeta. Y yo que aún tengo algún tino, me coloco en la mitad, entre el
loco y el poeta, y les pido que me digan qué es lo uno y qué es lo otro, pues
yo no encuentro distinto al loco de atar que dicen, del avezado poeta.
Francisco Murcia.