
Al llegar a
tu piel, tú ya te habías marchado.
Soneto libre IX
10 – 11 - 2018
Estoy solo y dejo que las notas del piano
se posen suavemente sobre la herida textura de mi
piel
y penetren en la corriente de lágrimas olvidadas
que por cobardes quedaron adentro,
alimentando torrentes escondidos
donde se ahogan inconfesados anhelos.
Degusto cada nota con el dulce recuerdo de un “hola”
y cada nota me hiere con la daga de un “adiós”.
Llueve en medio de ese silencio y las gotas
dibujan sobre el cristal esos inciertos perfiles
donde un día imaginé que nadabas y te vi
brillando sobre la arena que se pegaba a tu piel
y quise ser esa arena y quise ser ese agua,
pero al llegar a tu piel, tú ya te habías marchado.
Francisco Murcia.
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