Solo
fue una nube de verano.
19 – 05
- 2017
“Ansiedad, de tenerte en mis brazos”
Qué
lejos quedan esas notas; qué lejos esos primeros pasos de baile, torpes, casi
temblorosos; que lejos la delicia del tacto de ese talle, del perfume de ese cuello
blanco, delicado como el primer pétalo que emerge del capullo de la rosa. -¡Ay!
¿te he pisado? -No, no ha sido nada- me contestó mientras fijó sus ojos en los
míos por un solo segundo, suficiente para que mi imaginación creara un mundo a
partir de ese gesto más bien inocente, más próximo a las más elementales normas
de educación, que a cualquier atisbo de supuesto mensaje amoroso encriptado en
el limitadísimo espacio de tiempo que transcurre en un solo parpadeo. Pero
suficiente para hilvanar las sucesivas ilusiones que surgían de mis deseos,
hasta construir ese bosque donde Blancanieves era abandonada a merced de las
fieras, víctima de las crueldades de su madrastra, para que yo la salvara, la
protegiera y me ganara la inmensidad de esos ojos, la dulzura de esa sonrisa
para siempre; entonces yo construiría una cabaña, y el cuento terminaría feliz,
sin enanos ni príncipe.
…“musitando palabras de amor”
Y
acerqué mis labios a su oído, pero no me atreví a articular el más leve
susurro. Electrizado por el aroma de mujer que me envolvía en una burbuja
invisible, me aislé totalmente del mundo que me rodeaba. No recuerdo si llegué
a trenzar mis pasos con las notas de la canción, porque a pesar de la
estridencia de la trompeta y de los platillos de la batería, que más que vestir
la melodía la desgarraban horriblemente, nada de eso llegaba a mis oídos. Y sin
embargo, no me perdía cada una de sus respiraciones, cada mínimo roce de esos
pechos incipientes que apenas ocupaban la mitad del espacio de las copas del sujetador
que se había colocado para ser más “mujer”, cada efluvio que emanaba de esos
mechones rebeldes que caían en cascada y que me sumergían en un mar de
feminidad desconocido.
… “y en la boca volverte a besar” .
No, no
me atreví a tanto, no me lo hubiera permitido y además, la madre, tías y
hermanos vigilaban estrechamente para que nadie se propasara lo más mínimo con
su niña, con esa magnífica promesa de mujer que habría de ser deseada por lo
más granado de la pacata sociedad del pueblo que se desenvolvía entre novenas
diarias y partidas en el casino los domingos. Lo del relleno de las copas del
sujetador seguramente había sido una concesión, negociada con su madre a
espaldas del padre y de los hermanos mayores, para quienes habría significado
una tendencia peligrosa a la indecencia. Así que, consciente de que los límites
eran los que eran, me contenté con libar los encantos de aquella flor de la
forma más delicada y menos sospechosa posible.
… “Tal vez estés llorando mis pensamientos”
Nunca llegué a imaginarme lo que estarías
pensando en aquellos momentos, nunca me dijiste nada. De todos modos, no era
más que una fiesta de pueblo, con unos músicos de pueblo, en una diversión de
pueblo que duraba lo que dura una nube en una tormenta de verano. Pero estoy
seguro de que sí te imaginabas lo que yo pensaba. Y ahora, después de tantos
años, tal vez hayas llorado alguna vez esos pensamientos míos, porque no fuiste
ajena a ese mundo de ilusión que yo creaba, mientras te mantenía suavemente
entre mis brazos y respiraba tu feminidad. Es sabido que el mundo de la mujer
es un secreto para el hombre, pero el mundo del hombre es una ventana abierta
de par en par para la mujer desde el mismo momento en que transita los últimos
pasos de su adolescencia. Si alguna resulta engañada, es porque el deseo ha
podido más que las evidencias, no porque hayan fallados los infalibles
mecanismos de su intuición.
… “mis lágrimas son perlas que caen al mar”
No
puedo decir que haya llorado, no puedo decir que haya vertido lágrimas por esa
nube que transitó mi cielo de adolescente, sería como contemplar la nevada cima
de una montaña y llorar porque no tengo los medios ni la capacidad para
escalarla. No, me conformo con contemplar esa belleza desde lejos, con
disfrutar de la contemplación de ese paisaje natural ya que no puedo formar
parte de él. El sabor amargo de las lágrimas arrojaría un manto de pesadumbre
sobre uno de mis recuerdos más felices y adormecería el eco que te mantiene
presente en mis sueños. Y no quiero que suceda eso, porque sin mis recuerdos,
no sería yo mismo, y sin tu imagen, tampoco.
…”Quizás estés llorando al recordarme”.
Fue
solamente una fiesta de pueblo y una canción, nada más; pero el momento, el
lugar y tu imagen quedaron grabados en mi para siempre, como una lucecita que
brilla al fondo del intrincado y confuso paisaje de mis alucinaciones. No creo
que hayas llorado, además, como ya dije, los hombres no tenemos la menor idea
del tránsito de nuestra imagen por vuestra mente. Sin embargo, me gusta
imaginar un lagrimita resbalando por tu mejilla mientras escuchas esta canción;
pero solamente es por poner unos pañitos calientes a mi decaído ego. Después de
todo, solo fue una nube de verano, qué más se puede pedir.
Francisco Murcia
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