Sigo siendo
un niño.
18 – 12 - 2017
Puedes decirme lo que quieras:
que soy viejo y arrugado,
que mis huesos ya crepitan bajo mi piel,
que mi rostro es feo y algo encorvado mi cuerpo.
Puedes decirme también que mis fuerzas se agotaron,
que toso de vez en cuando y respiro
con ruidos de cavernas escondidas.
Puedes decirme, qué sé yo,
que me duelen las rodillas,
que ya mis pasos se acortan
y que me tiemblan las manos al ajustar la camisa.
Es cierto que he de sentarme al calzar los
pantalones,
y que esos mechones blancos con los que juega la
brisa,
ni siquiera son recuerdos de abundancias ya pasadas.
Sí, también mis ojos necesitan de las gafas,
y mi boca, qué puedo decir de mi boca,
que los duros inquilinos que la poblaron antaño
ha mucho que se mudaron,
y mi lengua siempre inquieta busca ayuda
para hablar y contarte mil historias,
y narrarte aquellos cuentos que aprendí de mis
abuelos;
pero aquellos inquilinos se mudaron hace tiempo,
y los huecos que dejaron son muy grandes,
y por ellos se va el aire
y se escapan los sonidos en palabreas alteradas
que a veces me hacen reír
aunque termino llorando.
Pero ¿sabes lo qué te digo?
que mi corazón es grande,
que aún sigue palpitando bajo el calor de un amor,
que aún me hierve la sangre cuando contemplo
el dolor de tanta gente con hambre,
de tanto niño inocente que se ha quedado sin padres,
cuando veo la injusticia de fortunas infinitas
fraguadas entre mentiras, esclavitud y codicia.
¿Sabes lo que te digo?
Que aunque mi cuerpo decline, mi corazón sigue vivo,
sigue sintiendo y amando, y hasta el último suspiro
disfrutará de los cuentos que se contaban antaño.
Puedes decir lo que quieras, porque aunque no te lo
creas,
aún me sigo enamorando,
todavía hay Blancanieves que me traen los recuerdos
de aquellos cuentos de niño que contaban los abuelos.
Dejadme pues con mi sueño y no me despertéis nunca,
no quiero salir del sueño para dejar de ser niño.
Francisco Murcia.
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