¿Cuántas almas solitarias navegan por caminos que se cruzan sin levantar la mirada, ensimismadas en su profunda tristeza, víctimas de su propio victimismo?
Alma
solitaria
14 – 12 - 2017
Alma solitaria, que transitas las esferas
de relojes olvidados, que pierden sus minutos
contándole a la luna horas de gloria y ternura,
ternura que te creíste, gloria que imaginaste,
páginas blancas, vacías, que llevas en la memoria,
marcadas y subrayadas,
como gestas de epopeyas que solo están en tu mente.
¡Oh, alma solitaria!
que conversas con la luna,
que paseas con la brumas de fenecidos ocasos,
mira a tu lado y observa el alma que va a tu
brazo,
ella te ofrece el regazo de su pecho generoso,
te ofrece el amor soñado.
Tan solo acomoda el paso
y acompasa tus latidos con el ritmo de su andar,
con las nubes de sus sueños,
y los sueños del amor que esconde en el corazón,
que te lo viene a entregar bajo la luz de la luna,
que en el silencio susurra un amoroso tequiero.
Las esferas de tu tiempo recuperan
los minutos perdidos, las horas olvidadas
bajo las hojas ya muertas de un otoño prematuro.
Alma solitaria que transitas las esferas de minutos
que caminan hacia el mar de los olvidos,
repara que viene a tu lado otra alma abandonada
con los minutos perdidos a lo largo del camino,
que te grita en su silencio,
que te implora en la mirada, y te dice:
Ya no pierdas más minutos,
no quiero perder mis horas,
quiero recuperar esferas de relojes solitarios
de tic-tac abandonados en noches de luna llena.
Quiero que oigas mi llamada en el silencio,
que escuches, te imploro, mi rezo,
porque ya estoy muy cansada de pasos en solitario,
de huellas que borra el viento. Y tengo miedo,
miedo de quedarme en el camino,
de mirar a mis espaldas y no saber que he vivido;
tengo miedo de ese último suspiro
en los antros solitarios de noches de pálida luna.
Alma que caminas a mi lado, acompasa ya tus
pasos,
y el tic-tac de nuestra esfera devolverá los minutos,
y hasta las horas perdidas acompañando a la luna.
Recuperemos los sueños
que nos negó este otoño de amarilleos precoces,.
Trencemos ya nuestras huellas para que aguanten los
vientos,
y así, juntitos del brazo,
miremos al horizonte en nuestro último ocaso.
Francisco Murcia.
Me encanta tu verso libre, Francisco Murcia Periáñez. Un canto al amor y a la vida maravilloso. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
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