miércoles, 27 de diciembre de 2017

La sombra del pecado


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La sombra del pecado.
26 – 12 - 2017

He estado tanto tiempo en la oscuridad
que cuando el rayo de luz me alcanza
me deslumbra y quedo ciego,
cierro los ojos y el rayo pasa
antes de contemplar su belleza,
el jardín de luces que encierra,
los brillos hermosos de su estructura.

El rayo pasa y me mira, incluso se para un poco
por ver si yo abro los ojos.
Pero yo no me acostumbro a los rayos amorosos,
mil cien y más heridas en mi alma
han dejado cicatrices,
señales ya de por vida.

Rayos de filos perversos rasgaron mis inocencias
y mis ojos se cerraron,
se cerraron para siempre,
se cerraron por no ver esas miradas perversas
escribiendo con borrones en albas páginas puras
las sombras de los pecados.

Y pasaron muchos años, muchos,
tantos que las manchas que dejaron
aquellos borrones negros,
aquellas sombras oscuras,
en el blanco inmaculado de ingenuas inocencias,
ya no se notan tanto, ya apenas ni se aprecian,
confundidas con la  gris indiferencia
con que nos viste la vida para salir en escena  
y hacer bien nuestro papel:
el de ovejitas sumisas que suministran la lana
y la carne de sus hijos para servir unas mesas
donde se asienta el pecado
entre laureles de triunfos,
doradas coronas regias,
entorchados y medallas ganadas en cien mil guerras.

He estado tanto tiempo en la oscuridad,
que aborrezco la verdad para no enfrentarme a ella,
que cierro los ojos al ángel que se me queda mirando,
esperando que los abra para subirme en sus alas,
y elevarme hasta las nubes.
Pero yo cierro los ojos  para no ver esa sombra,
La sombra de mis pecados.

Y con los ojos cerrados,
busco las alas del ángel que me recoge amoroso
mientras remonta su vuelo,
y juntos nos elevamos en busca de nuestro sueño,
más allá de aquellas sombras que oscurecieron el alma
que mancharon la inocencia de un niño que estaba solo.


Francisco Murcia. 

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