Me asusta
el silencio
11 – 10 - 2018
Me asusta el silencio de las calles
porque sus ecos apagan el fragor de mis silencios,
me asustan las calles desiertas,
ausentes de algarabía,
donde muere el horizonte que me mantiene con vida.
A través de mi ventana respiro el baile del ramaje
con el viento,
danzo con los gestos de las damas
que prestan con sus caderas
ilusiones ya perdidas en el tiempo,
paseo con esos viejos de paso ya vacilante
y me siento como un joven,
hincho de aire mi pecho y caminando con ellos,
tomo asiento bajo el árbol y les cuento
que los años solo degradan los huesos
y nos arrugan la piel,
y nos traen los recuerdos de aquellos cuentos de
antaño.
Ellos sonríen conmigo,
yo sonrío con ellos,
mientras la vista se pierde en horizontes lejanos.
Me asusta el silencio de las calles,
me asusta el desierto donde los vientos secretos
remueven emociones olvidadas,
me asustan esas aceras silenciosas, vacías,
que contemplo a través de los cristales
porque el tiempo no se para,
porque sigue caminando
y veo como corre la vida persiguiendo esos paisajes
que ya solos son fantasmas.
Prefiero estar bajo el árbol
contando mil historietas,
aunque muchas san falsas,
no importa;
escuchar embelesado los arrullos de palomas
mientras el viejo de al lado me cuenta su propia
historia.
Y saben por qué me gusta,
porque me siento con vida,
y aunque me engañen los sueños,
prefiero las ilusiones de las mentes soñadoras,
prefiero trenzar locuras en mundos de fantasía,
que admitir esa derrota que nos impone la vida.
Me asusta el silencio que evoca la soledad de los
nichos,
prefiero el rumor del viento,
los ecos de voces gastadas
que me llegan a través de mi ventana,
las mil historias de viejos aunque todas sean falsas
y el rumor de las palomas que siguen con su cortejo.
Francisco Murcia.
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