En mis recuerdos.
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– 10 - 2018-10-24
Que
poco tiempo ha transcurrido desde aquel momento en que los hados cruzaron
nuestros caminos. Creo que ambos estábamos cansados, fatigados de pasos y pasos
iguales, de andares sin sorpresas, de matorrales sin flores que adornaran las
veredas, mil veces transitadas, donde nuestras vidas se consumían entre gestos
de sonrisas obligadas y agonías ocultas en las profundidades del alma. Qué poco
tiempo, y sin embargo, ya bullen las añoranzas, ya quedan para el recuerdo palabras
y más palabras que compusieron los versos de dos corazones heridos por los
silencios, De verdad que ya no son estos días como aquellos días primeros
cuando, juntos, cruzamos la frontera de los sueños y, cogidos de la mano,
inventamos lejanos horizontes, y dejamos que las nubes dibujaran los paisajes
de cielos imaginados.
Qué
poco tiempo ha pasado y ya solo son recuerdos. Esos versos, esas palabras susurradas,
los gestos imaginados de besos flotando en el aire, las promesas que firmamos
escritas en la mirada. ¿Dónde quedó todo eso? En ausencia de roció flota el
polvo en el camino, y el polvo cubre las huellas, borra los horizontes y
confunde nuestras nubes, las nubes de nuestros sueños, con simples nubes de
polvo que borran toda promesa. Ciertamente son estos días distintos, son
distintas las maneras y distintos son los gestos, menos claros, más lejanos, ya
no se visten los versos como se vestían antes: de flores y de alboradas, de
confidencias guardadas en noches de luna llena, de perlas donde se mira el
primer rayo de sol que escribía “buenos días” en las últimas penumbras de la
noche. ¿Dónde queda el despertar derramando la dulzura de tus labios en los
ecos de un “te quiero”? ¿Dónde quedaron
los sueños? ¿Por qué sigo respirando la soledad de mis noches? ¿Por qué te
mando un “teamo” que ya no tiene respuesta? ¿Por qué?
Pero
sabes que me gusta imaginarte, que me gustan esos sueños donde, arrobado,
aspiro por la mañana la brisa de tu bostezo, y escribo con la mirada perfiles
para el recuerdo. Porque no es cierto este vacío, porque me siento lleno de ti,
no importa que estés muy lejos, yo seguiré respirando la brisa de ese bostezo,
acariciaré la almohada imaginándome olas en los bucles de tu pelo, y beberé
esos besos que encerré en el cuenco de mis manos.
Ya
sé por qué sigo respirando entre oscuras soledades, porque no me siento solo,
porque el polvo del camino no ha borrado tu figura, y aunque te encuentres muy lejos, siempre
estás en mis recuerdos.
Francisco
Murcia.
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