miércoles, 30 de enero de 2019

Era una paz extraña

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Era una paz extraña
27 – 01 - 2019

Era una paz extraña,
ausente de gestos,
vacía de miradas,
una paz sin estridencias,
sin fulgores ni negras asechanzas.

Era la paz de los muertos,
la paz de los silencios que consumen las entrañas,
era la paz de un ocaso
vivido por tanto tiempo,
que los vestidos del cielo perdieron sus tonos claros
y se hundieron en un gris monótono,
mensajero de penumbras de una noche sin aurora.

Era una paz extraña,
la paz que viven los muertos.
La muerte quedó en el alma,
cuando el alma se ausentó
y faltaron las palabras,
y faltaron las miradas,
y el peso de los silencios se convirtió en una lápida.

Era una paz extraña
en un sepulcro vacío con un extraño epitafio:
Aquí yacen las miradas que no supieron cruzarse,
aquí yacen las palabras que quedaron olvidadas.


Francisco Murcia. 

1 comentario:

  1. Bonito y triste poema. La muerte del amor. Esperemos que se murió de tanto usarlo y que antes del ocaso hubo una amanecía. Un abrazo Francisco.

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