lunes, 14 de enero de 2019

Prófugo del edén.

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Prófugo del edén.
12 – 01 - 2019

Nunca pensé que la ausencia de una voz
me causara tal vacío,
nunca miré los abismos del abandono
como los miro ahora,
cuando la voz susurrada quedamente,
como arrullo imaginado de un amor que yo soñé,
se pierde
en un vacío que nunca tuvo nada,
solamente una esperanza
colgada de una ilusión perdida,
olvidada
en las secas ramas del árbol de los días,
de los meses y los años pasados,
confiándole a la luna historias para el olvido,
negándole a los espejos su impúdica crueldad.

Nunca pensé que el silencio de un murmullo,
apenas imaginado,
abriera las cicatrices de las heridas de antaño.
Nunca pensé que mi piel,
curtida de desengaños,
se dejara dibujar nuevos mapas de esperanza.
¡No!

Siempre pensé que el amor era cosa de los sueños,
y no quise comprender
que en los sueños solo hay uno,
el otro es ilusión,
fantasma que en las penumbras toma unos ojos prestados
que me miran,  
y unos labios
que esculpen en los silencios el dulce sabor de un beso
y escriben en la alborada el mensaje de un adiós.

Siempre pensé que el amor era cosa de poetas,
trovadores silenciosos de la noche,
plañideras en penumbras escondidas,
ladrones de miradas y sonrisas,
prófugos del edén,
donde el amor terrenal sembró su eterna semilla,
tan amigos de la noche como enemigos del día,
pobres ilusos que inventan los amores que les faltan
y visten sus frustraciones de elegantes fantasías.
Nunca pensé en un amor que no fuera poesía.


Francisco Murcia. 

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