
Los sueños no son reales, aunque le ofrezcas tu vida.
¿Qué
más te puedo ofrecer?
7
– 11 - 2017
¿Qué
te puedo ofrecer yo, sueño que alumbras mi vida,
si
por uno de esos azares imprevistos decides tomar forma
y
plantarte ante mi en medio de cualquier calle?
¿Qué
te puedo ofrecer yo si a la sombra de la acacia en un tórrido verano,
la
extraña casualidad de impensables arrabales de pensamientos errados
deciden
darte un aliento para no ser solo un sueño,
un
anhelo en el desierto,
un
deseo ignorado en perdidas esperanzas?
¿Qué
te puedo ofrecer yo que valga más que mi vida,
para
que bajes del cielo cuando la alborada apunta,
y
abandones los espacios plateados de la luna,
desciendas
de esas penumbras semilleros de ilusiones
que,
como sombras nocturnas,
mueren
cuando la luna se esconde,
cuando
apunta la alborada en los claros de la aurora?
¿Qué
puedo ofrecerte yo para que seas real y camines a mi lado?
Me
lo pregunto a mi mismo cada día,
y
cada noche que en sueños visito tus aposentos.
Me
lo sigo preguntando mientras paseo la
Rambla
bajo
las frondas espesas de gigantes enramados.
Tal
vez more en mi aquella vana esperanza de un acaso
donde
contemplar tus ojos y perderme en tu sonrisa,
donde
perseguir tu sombra a la clara luz del día.
¿Qué
te puedo ofrecer yo para que dejes la noche
y
camines junto a mi persiguiendo nuestra sombra
bajo
el dosel de la Rambla ?
¿Qué
quieres de mi, extraña y bella quimera si ya te he ofrecido mi vida,
si
no tengo más que ofrecerte, si hasta el alma te he ofrecido
en
blasfemos rituales en noches de luna llena?
Si
he perdido hasta el alma, dime qué más puedo darte
para
que dejes la noche, para que yo pueda verte,
para
perseguir tu sombra paseando por la
Rambla.
Francisco
Murcia
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