
La quimera del amor.
Me hastía toda esa hipérbole de amores infinitos,
de lunas claras de plata en las noches solitarias,
de delicias escondidas entre cuerpos deseados,
recóndita anatomía donde se encierran los cielos
de glorias y de desdichas que florecen en los sueños.
Ropajes siempre de gala para ocultar frustraciones,
para esconder la verdad de las lágrimas vertidas.
Abramos ya la ventana al llegar la madrugada,
miremos de frente al sol y vivamos otro día.
No lo hagamos como zombis deambulando sin tino,
con las miradas perdidas y los cuerpos patizambos,
devorando sentimientos que por dentro están muriendo,
y por fuera no se ven, pero nos están matando.
Los amores tienen eso: volátiles como el viento,
nada tienen de infinito, más bien es corto su tiempo.
Tan solo aquel que guardamos como el amor ideal
se mantiene siempre igual porque vive en nuestros
sueños:
siempre joven, siempre bello, rabiosamente inmortal.
Lástima que solo exista como una eterna quimera,
y que solo lo sintamos en las sombras de la noche,
cuando todo está en silencio y hasta la muerte se
calla.
Al llegar la madrugada, revive la fétida muerte,
y con las luces del alba nos arrebata la vida,
nos arrebata los sueños, decapita la ilusión
que nos hace respirar y poder mirar al sol,
sabiendo que nuestro amor se oculta en la oscuridad,
en los antros penumbrosos de tristezas escondidas.
Hay que ver cuánto te quiero, aunque solo sea en
sueños,
hay que ver cuánto te amo aunque no tenga tu cuerpo,
cómo me pierdo en tus ojos aunque no sean reales,
cómo respiro tu aliento imaginándome el aire
que respiro entre lamentos mientras el sueño me
invade.
¿Por qué si no existes te amo, si no es más que una
quimera?
La luna se está mudando y hoy la noche viene oscura,
hoy mi amor resurgirá de las espesas penumbras,
y sumido en las tinieblas con voz dulce y melodiosa,
en un susurro amoroso de poéticas cadencias,
le confesaré a mi almohada mi dolor y mis tristezas,
y lo haré pensando en ella, como si fuese real,
como si ella existiera, pues ella vive en mis sueños.
Francisco Murcia.
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