martes, 8 de agosto de 2017

YO TAMBIÉN LLEGUÉ HASTA AQUÍ

Yo también llegué hasta aquí,
también hice mi camino,
y también mi piel sufrió
y a veces se desgarró
y se quedó hecha jirones
a la vera del camino.

Espinos que entre las garras
de irracionales palabras
se clavaron en nuestra alma,
muy profundo, hasta dentro,
hasta las mismas entrañas.
Y allí dentro ya enterradas
pudriéndose se quedaron
y germinó la semilla
de este odio irracional,
de este odio despiadado.

¿Cómo poder arrancar
¡de raíz!
esta maldita semilla
que anula nuestra razón,
que oscurece el corazón
y que por igual nos mata
a ti y a mi, a los dos?

¿En qué momento perdimos el compás de nuestros pasos?
¿En qué momento las huellas tomaron distinto ritmo?
¿Qué fue lo que nos pasó?
¿Por qué no nos dimos cuenta?
¿En qué roca tropezamos que de tal modo caímos?
¿Por qué después de caídos,
ambos nos arrastramos por divergentes caminos?

Ya no nos vemos,
no nos vemos porque ya no nos miramos.
ya no percibo en tu piel aquellos aromas de antaño,
estoy demasiado lejos, no puedo saborearlos.
ya no sueñas a mi lado,
ya tu gesto se ha alterado.
de aquella sonrisa de ángel que me quitaba el sentido
¿qué ha sido? ¿dónde se fue?
¿Dónde ha quedado escondida esa sonrisa de antes?
Esa mirada de ángel que antes me reservabas
hace mucho tiempo ya que se apartó de mi lado.

Por eso querida mía,
Porque aún te sigo amando,
yo también he de decirte que también llegué hasta aquí
y aquí nos hemos quedado.


Francisco Murcia Periáñez.




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