YO TAMBIÉN LLEGUÉ HASTA AQUÍ
Yo también llegué hasta aquí,
también hice mi camino,
y también mi piel sufrió
y a veces se desgarró
y se quedó hecha jirones
a la vera del camino.
Espinos que entre las garras
de irracionales palabras
se clavaron en nuestra alma,
muy profundo, hasta dentro,
hasta las mismas entrañas.
Y allí dentro ya enterradas
pudriéndose se quedaron
y germinó la semilla
de este odio irracional,
de este odio despiadado.
¿Cómo poder arrancar
¡de raíz!
esta maldita semilla
que anula nuestra razón,
que oscurece el corazón
y que por igual nos mata
a ti y a mi, a los dos?
¿En qué momento perdimos el compás
de nuestros pasos?
¿En qué momento las huellas tomaron
distinto ritmo?
¿Qué fue lo que nos pasó?
¿Por qué no nos dimos cuenta?
¿En qué roca tropezamos que de tal
modo caímos?
¿Por qué después de caídos,
ambos nos arrastramos por divergentes
caminos?
Ya no nos vemos,
no nos vemos porque ya no nos miramos.
ya no percibo en tu piel aquellos
aromas de antaño,
estoy demasiado lejos, no puedo
saborearlos.
ya no sueñas a mi lado,
ya tu gesto se ha alterado.
de aquella sonrisa de ángel que me
quitaba el sentido
¿qué ha sido? ¿dónde se fue?
¿Dónde ha quedado escondida esa
sonrisa de antes?
Esa mirada de ángel que antes me
reservabas
hace mucho tiempo ya que se apartó de
mi lado.
Por eso querida mía,
Porque aún te sigo amando,
yo también he de decirte que también
llegué hasta aquí
y aquí nos hemos quedado.
Francisco Murcia Periáñez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario