jueves, 30 de diciembre de 2021

El polvo del tiempo

 



El polvo del tiempo.

30 – 12 - 2021

 

Inspirado en LONTANANZA

Poema perteneciente al libro ARJÉ, de Héctor Cacho.

 

Lontananza, lejanía,

polvo del tiempo que se evapora

en un presente fugaz que se nos escapa.

Busco una flor en los páramos de mi soledad

y mis ojos no encuentran horizontes.

 

Todo es pesado, yermo,

fría lápida inmensa donde escribir mi epitafio.

Quiero huir,

los pies me pesan,

me pesan los momentos que arrastro tras de mi,

cuya sombra se pierde en lontananza, allá,

en un lugar de umbrosa mazmorra,

oscuro delite que secuestró mi destino.

 

Ahora solo soy piedra,

mis pies ya no dejan huella y mis ojos,

cansados,

buscan el paraíso cuyo reflejo han perdido.

 

Me quedaré aquí siempre,

esperando la dicha de tu imperfección.

Tal vez una nueva aurora me regale

aquel presente que yace en algún punto de mi sombra.

 

Francisco Murcia Periáñez.

jueves, 2 de diciembre de 2021

Sin tiempo para vivir. Sin tiempo para morir

 


Sin tiempo para vivir. Sin tiempo para morir.

2 – 12 – 2021

 

Se mueve en las brumas donde el ser y no ser es la misma cosa, porque la mente navega en el incierto mar donde las olas están, no van ni vienen. Ella sube y baja, ora una cresta, después un valle; luz cegadora en la primera, sima oscura absorbente y aterradora la segunda y en el fondo, esas preguntas turbadoras: ¿qué es la vida? ¿qué sentido tiene la vida? Alza la vista y no ve el horizonte, mira a los ojos y no ve comprensión, observa los rostros y no halla la sonrisa.

Dentro de ella un duende está desbocado, revuelve las piezas del puzle, construye paisajes absurdos y le grita. No quiere hacerle caso, pero el duende no cesa, y cuando calla, todo es una espesa negrura, una oscuridad sin límites. A veces, el duende emerge y flota sobre la cresta de la ola que siempre está ahí. Entonces mira el cielo y le parece hermoso, contempla el sol y se promete, y se cree la promesa, que nunca más bajará a las simas donde reinan las tormentas de las olas muertas.

¿Qué pasa en mi mente? Se pregunta. ¿Qué pieza ha sido mal colocada que soy sin ser, que estoy sin estar, que muero y vivo al mismo tiempo, sin tiempo para vivir de verdad o morir y abandonar este mar sin horizontes? Oh dulce sueño, efímero y fugaz, que brota delicioso, salvador, del recinto de cristal donde brilla malicioso; relámpagos de rubí alumbran mi noche y me sumergen en ambarinos destellos donde me ahogo. Otra vez la oscuridad, ese ser sin ser, ese estar sin estar, esa nada que queda suspendida como una llamita en el aire que se escapó de su vela y se desvanece en la noche.

Quién soy yo, se pregunta mientras cabalga la cúspide de la ola y se ve acompañando a las nubes en su vuelo. Mira las simas que se hunden allá abajo y sabe que pronto llegará la oscuridad, que no puede detener al duende que rige ese azar terrible y caprichoso.

 

Francisco Murcia.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Oh bendita burbuja









Oh, bendita burbuja

11 – 11 - 2021 

¿Cómo es posible?

No lo entiendo.

¿Fue todo un sueño?

Miro hacia atrás y veo brillando tu huella,

honda, profunda,

y a su lado, un rosario de pétalos

que se extiende viniendo hasta mis días.

 

¿Cómo es posible

que aún golpeen en mi pecho los ecos de tus latidos,

dime, cómo es posible

que aún suene en mis oídos el tremolar de tus labios

entre suspiro y suspiro?

 

Si fue todo tan fugaz

por qué se ha parado el tiempo

dejando en tus ojos prendidos

los brillos de mi reflejo.

 

Oh bendita burbuja

que tornasolas el tiempo y lo disuelves

en incontables momentos,

navegas entre mis sueños mientras escribo su nombre

y mis dedos

aún siguen acariciando los bucles de sus cabellos,

 

oh bendita burbuja

que encierras en tu universo la llave de mis secretos,

etérea brisa del tiempo donde navega mi otoño,

los vientos desnudan las arboledas,

testigos mudos de un beso,

y guardas en tu vacío el eco de los recuerdos.

A ti, bendita burbuja, te llevaré o me llevarás a ese lugar

donde se quedan los huesos y la eternidad

ya no contiene las horas y no cuenta ni los días ni los años,

donde el tiempo ya termina y el beso que yo recuerdo

conmigo se quedará, hasta el final de los tiempos.

 

Francisco Murcia.Periáñez


miércoles, 17 de noviembre de 2021

La huida

 









La huida

17 – 11 - 2021

 

Ah, amigo,

la huida de sí mismo es imposible.

Te vas de la casa,

explorarás mundos inciertos,

fogonazos y destellos que te cegarán,

y seguirás viendo tu propio fantasma,

como la imagen de un espejo que te persigue.

 

No hay despedidas en la aurora,

como no hay principio en el ocaso.

La noche no viene porque nunca se fue,

porque siempre fue la dueña,

la propietaria de mis días sin auroras.

 

Vago sin sueños.

La utopía es un horizonte

perdido entre las penumbras de mi alcoba.

No tengo motivos para reírme

ni para perdonar a Dios

la gélida estepa donde ha colocado el corcel de mi existencia.

 

Ahora, más sosegado,

 cuando ya no quedan huellas que dejar,

camino lejos, dejo la casa;

no importa donde me lleven mis pasos,

sé que no puedo huir de mí mismo,

lo asumo,

ya no alzo los ojos en busca de un horizonte,

tan solo busco un rincón donde olvidarme que soy

y que un día existí.

 

Francisco Murcia Periáñez.


martes, 26 de octubre de 2021

Yo solo quería

 


     

Yo sólo quería

26 – 10 – 2021

 

Yo solo quería

encontrar tus ojos,

hallar tu mirada,

gustar la fragancia

de tu piel de nácar.

Yo solo quería

que tú me miraras.

 

Mi mano inocente

rozó tu vestido.

Yo solo quería

que tú me notaras,

que estaba a tu lado,

que yo suspiraba

por una mirada.

 

Y tú sonreías

mirando a otro lado,

mirando muy lejos,

volando, volando,

tus ojitos negros

reflejan colores

tiñendo el ocaso.

 

Yo solo quería

 cogerte del brazo,

llevarte en volandas

en una burbuja,

robarte sonrisas

y darte un abrazo,

sentir en mi pecho

suave tu cuerpo,

sorber los suspiros,

escuchar los ecos

en mi pecho herido. 


Yo solo quería

dibujar un beso

en alas del viento,

que tú lo supieras,

que yo estaba ahí,

que tú me miraras.

 

Aunque no me quieras,

yo solo quería

que tú lo supieras,

que estaba a tu lado,

que yo estaba ahí,

donde estuve siempre

y siempre ignorado. 

 

Francisco Murcia Periáñez. 




lunes, 18 de octubre de 2021

Seguir respirando.

 


Seguir respirando

17 – 10 - 2021

 

Ay, la soledad

penetra en nosotros como la humedad en el aire que respiramos.

El silencio, la rutina,

el ir y venir sin mirar, para qué,

si no hay paisaje más allá de nuestra piel.

Sonrisas grabadas en el recuerdo entretienen nuestro tiempo

mientras vamos y venimos

en un pequeño universo sin horizontes ni cielos.

Y seguimos la rutina,

continuamos marchando cuando venimos

sin saber por qué ni para qué,

simplemente para seguir respirando.

 

Francisco Murcia Periáñez.

lunes, 11 de octubre de 2021

La última parada


La última parada

11 – 10 - 2021

 

Me siento en la antesala de un antro que nunca quise mío,

aunque siempre he sabido que es de todos el camino.

No hay ventanas, solo paredes blancas,

blancos techos y silencio.

 

Soterrado

un quedo eco de murmullos escondidos

reverbera entre mis huesos.

 

Una corona de flores,

un catafalco en el medio,

en el suelo por esquinas cuatro cirios

y en mi mente

aquel poeta que cantó el silencio de los muertos.

 

Limpias paredes blancas,

blanco incólume del techo,

el cuerpo yace en silencio y espera el frío del nicho.

 

Francisco Murcia Periáñez 

jueves, 30 de septiembre de 2021

¿Qué eres, oh mujer?


¿QUÉ ERES, OH MUJER?

Basado en SIGNOS, de Amelia Arellano.

29 – 09 - 2021

¿Qué eres, oh mujer? ¿Eres todas en una o una en todas? ¿Eres muchas o eres nadie? ¿Eres tú o en ti están todos los pronombres? Todos los corazones en uno que retumba hasta alcanzar sus ecos las cimas de las montañas, hasta penetrar la oscuridad donde se hunden los recuerdos. ¿Quién eres tú, mujer, que escondiste tu inocencia para preservar tu imagen en el fono del espejo? Al final, dejaste de ser niña y te mueves alocada en ese trayecto impreciso en que nos sume la niebla, sin alboradas ni ocasos, relámpago de la noche, eclipse durante el día, perdida en esa distancia infinita entre el sí y el no, el ser y dejar ser para simplemente estar. Pedernal contigo misma, quinqué de luz penumbrosa donde danzan esas sombras que juegan en las paredes, torrente de sustantivos, adjetivos en cascada vistiendo tus sentimientos que, siendo solo tuyos, pues eres única, también retumban en ti, porque eres también diversa, los ecos de todo el mundo.

Te sientes única. Zapatito de cristal que tiene su Cenicienta. Pero el príncipe está lejos y no escucha tu llamada. Oculto orgullo de poeta que esconde en su soledad iras, temores y miedos, alegrías escondidas que riega con lágrimas no sentidas. Porque al final, oh Niña que moras dentro, los ecos de tus rumores agitan las aguas del mar donde se hunden sus anhelos. Porque eres tú, Niña, la fuente que alimenta arcoíris y dibuja en el azul los caminos de los sueños. Tú, mujer; tú, niña; tú, solo tú, roca de miel y cristal, escribes sobre la mesa, donde se sientan los hombres, todos los nombres, porque tú eres todas, lo eres todo y estás dentro del poeta que grita en su soledad los ecos de tus silencios. Así eres, Niña, zapatos de Cenicienta y carruaje de duendes, sabor a almendras amargas y aromas a pan reciente, ojos de la inocencia que niega los horizontes de la joven que te llama. Ella es así: fuego y hielo, hojarasca de amapolas jugando con el azar, brisas de cielo y mar, fulgurante estrella fugaz que cruza rauda la noche. Siempre un instante, siempre un paréntesis en la inexorable ruta de las horas y los días.  

Siguen intactas tus trenzas y el almendro sigue en flor, rosada y blanca inocencia que sus pétalos pregonan desde frondas escondidas donde se oculta tu yo. No puedes evitarlo, poeta. Son las gotas de tu alma las que dan vida a los versos, y los sueños, que en penumbras construyen esos paisajes donde tú ríes y lloras, son el alma, la esencia de tus poemas.  “Puñal. Vara de mimbre. silencio y grito. / Castillo. Techo de tierra y piso de paja”. No son metáforas, son la espuma que generan las olas de tus tormentas. Al final, desplegadas las velas del otoño, sus vientos te alejan de aquella joven y en la soledad, buscas a aquella niña donde guardaste tu esencia.

Francisco Murcia Periáñez

 

 

  

jueves, 23 de septiembre de 2021

Una tarde de tímida llovizna

 



Una tarde de tímida llovizna.

29 – 04 - 2021

 

Es una tarde de tímida llovizna.

Leo este fantástico poema,

conversas con alguien,

y de pronto, las gotas

que penden del último escalón de mi persiana,

se me antojan lágrimas.

 

Me doy cuenta de que hablas con la muerte,

Le dices que has renacido mil veces,

siéndolo todo y no siendo nada al mismo tiempo,

quizás la interrogas sobre una posible cita.

Al fin y al cabo, los poetas

la tratan hasta con dulzura,

como a una compañera con la que comparten

los secretos que crecen en oscuras soledades.

 

En fin, todos morimos y renacemos alguna vez,

salvo aquellos

que fueron olvidados por la parte dulce del azar

y les tocó el punzón de la desdicha.

 

Al final, cayeron las gotas

que pendían del borde de mi persiana.

Y yo esperaba ver reflejada en su frágil tremolar

la curva del arco iris.

Bueno, será que la dama de harapos, guadaña y huesos,

me las robó;

pues yo le he dicho que no,

y se cansó de esperar. 

 

Francisco Murcia Periáñez.

martes, 31 de agosto de 2021

Érase una vez un poeta

 









Érase una vez un poeta.

30 – 08 – 2021

Érase una vez un cualquiera, un don nadie, una esquirla que la indiferencia dejó olvidada,

una pizca de la nada que, para sentirse algo, a la insegura levedad de la llama de una vela, comenzó a escribir palabras y trenzarlas como había escuchado que hacían los poetas.

 

Casi sin darse cuenta encontró primero un verso, se lo recitó a sí mismo en silencio, lo repitió cien veces y las cien le pareció bello. El primer verso de su vida. Era feliz, había encontrado una ventana por la que asomarse al mundo y compartir su soledad. A esa primera vez le siguieron otras mil, trenzando versos, contando historias de dolor y fantasía, de amores imaginados. Y se creyó un poeta.

 

Siguió cruzando las letras, mezclando extrañas palabras entre versos y poemas, inventando mil maneras de que la piedra y el arpa hablaran el mismo idioma, de que lloraran sangre los vientos y la lluvia fueran árboles que crecían en las nubes y caían a la tierra. Erase una vez un don nadie que, en su soledad, se creyó que era poeta.

 

Pensó que la muerte y el arte son sólo dos maneras en que existir no es vivir. Y él, peregrino de aceras y paisajes sin tiempo para morir, construye un mundo de oscuridades profundas, de fantasmales arrullos y de sombras que susurran. Y en silencio, dibuja con la ilusión el rostro angelical que una mirada perdida un día le sugirió. Érase una vez un almanaque, con una hoja marcada en una fecha cualquiera en la que el mundo perdió a un auténtico poeta.

 

Francisco Murcia Periáñez.  

domingo, 8 de agosto de 2021

Me retiro en silencio

 










Me retiro en silencio

8 – 08 - 2021

 

Silenciosamente me aparto,

me retiro en silencio. No,

no me digan que mi voz es importante.

Yo ya no tengo nada que decir, en realidad

nunca tuve más palabra

que la que se quedó encerrada.

Las que dije no eran palabras del alma,

eran pura algarabía,

ruido de risas y llantos,

un grito desesperado de un yo

que busca en su soledad los ecos que nunca oyó,

los arrullos, los susurros,

el murmullo de un corazón latiendo,

que pulse al ritmo del mío.

Y solo encuentra el silbido del viento,

el rumor de las arenas,

la soledad del desierto.

Murmurando una plegaria me aparto

y me retiro en silencio.

 

Francisco Murcia Periáñez.

sábado, 24 de julio de 2021

Dialoguemos

 



Reflexiones sobre DIALOGUEMOS, de Juan Calero Rodríguez.

8 – 06 - 2021

“Todo hombre necesita un monte en que rasgar sus vestiduras”. Frase de Carlos Morales del Coso con la que nuestro amigo, Juan Calero nos abre la puerta a su segunda entrega, DIALOGUEMOS, de su poemario El hijo del hotelero.

La frase de inicio ya nos abre la puerta a los sentimientos que animan esta prosa poética. “Sentémonos a hablar como nunca lo hicimos”, dice dirigiéndose a su padre; “no echar de comer panes a los peces”, es decir, no se trata de hablar por hablar, se trata de mirar frente a frente la ineludible realidad de la muerte y, ante ella, desnudar el alma, desgarrar las vestiduras no en el umbroso y oscuro secreto de un monte, sino ante el ser que nos ha dado la vida y al que le debemos tantas palabras que siguen ahí, en algún antro de nuestro yo cobarde, confuso y algo perdido, hasta quemarnos por dentro. Tenemos hambre de ser, tanta, que nos olvidamos de las palabras que quedan colgando en el abismo cuando el puente de la inocencia se va disolviendo en una supuesta madurez insuficiente.

DIALOGUEMOS da la impresión de un grito que ya llega tarde. “Mira, padre, deseo tantas cosas en la vida”, confiesa el autor, y nos dice que las más importante es: “conversar contigo”. Es una confesión cuyos ecos deberán trascender más allá de la levedad de la muerte, un lugar donde el alma alcanza su plenitud y el yo llega tal cual es, ya no hay vestiduras que rasgar.

Y es que desnudar el alma no es fácil, como no lo es morir. “El alma es red de agua”, dice, en su último párrafo, y deja un cierto temor por esas palabras que se quedaron dentro y que cada día van pesando más y más. DIALOGUEMOS ahora que me puedes ver por dentro.

Francisco Murcia Periáñez

lunes, 5 de julio de 2021

Los suspiros del ocaso









Los suspiros del ocaso.

24 – 04 – 2021

Los pueblos pequeños se van quedando como esos árboles viejos con los que hemos crecido y en cuyo tronco, retorcido por la furia del viento y los años, recostamos nuestro cansancio y nos convertimos en espíritus contemplativos, divagando un pasado que ya no nos pertenece y que se va diluyendo entre recuerdos que ya no sabemos si son recuerdos o simplemente imaginaciones que inventamos para dar sentido al vacío que nos queda por delante.

Sin embargo, al ir contando los días en un calendario que ya no tiene repuesto, mejor no arrancar las fechas, dejarlas ahí, como si la vida se hubiera cansado de caminar y se estuviera dando un respiro y mientras, compartir voces amigas ante un vasito de vino y tentar una suerte que ya de poco nos sirve; ya conocen el refrán: "Dios le da las nueces a quien no puede roerlas". Ya no nos quedan dientes con los que roer los tropiezos que aún quedan en el plato de la vida, para nosotros el caldo, y gracias.

No puedo decir que sienta las despedidas cuando tienen lugar a su tiempo y ya no quedan más hojas que arrancar del almanaque; al fin y al cabo, lo percibo como una vacío, no como dolor, sino como ese vano que queda al borde de un precipicio al que, inexorablemente, nos vamos acercando y no podemos evitarlo.

Ah!, dónde quedaron los días de aquellos niños tiritones, de vientres abombados y frágiles patas de alambre. Aterrados, mostrábamos al maestro nuestros dedos ateridos y apiñados para recibir en ellos la torturadora vara de un maestro que nos preguntaba algo y nos quedábamos mudos, bloqueados por el miedo. Despachan en el bar los pinchos, vino y cerveza, pero hay algo que se goza y que no está en el menú ni viene en botellas lujosas, es algo que la vida te regala simplemente porque estás vivo, porque percibes los ecos, las risas y las miradas que compartieron contigo esas fechas ya lejanas que escribieron los paisajes de páginas que llevamos hasta el último suspiro, ese ¡hola! y ¡hasta luego!, que te regala el amigo, aquel que creció contigo.  

 

Francisco Murcia. 

sábado, 5 de junio de 2021

Contigo se apagó una estrella

 

Contigo se apagó una estrella

2 – 06 - 2021

 

Brillan rojos aún los entorchados de pasadas laureadas,

negro el corazón, fue enterrado,

y la memoria confundió los colores de la gloria,

y olvidó los gritos desesperados de las épicas batallas.

 

Rugieron los demonios, los jinetes

abrieron las puertas del odio

y el Apocalipsis se extendió y creó

cruces de hierro, laureadas y blasones;

honores y orgullo fiero de patriotas engañados.

 

Y a ti, estimado Federico,

García Lorca en la historia,

la pleamar de los odios te engulló.

 

Contigo murió una promesa,

contigo se apagó una estrella,

contigo se fue a la tumba la más bella de las voces,

la más desgarradora, la más real y a la vez

de las voces la más tierna.

 

En tu obra, apenas comenzada, brillan

Camborio y Heredia, la niña aquella del río,

la que ya no era mozuela;

brillaba el toro en los ruedos a las cinco de la tarde;

en Yerma se alzan desgarradores los lamentos

de la madre que nunca lo pudo ser,

y en Nueva York se quedó la memoria de un poeta

que enamoró al mundo. Tal vez por eso,

fuera la envidia la que al poeta mató.

 

Francisco Murcia Periáñez

 

 

jueves, 3 de junio de 2021

No lloréis por los amores

 












No lloréis por los amores.

2 – 06 - 2021

 

No lloréis por los amores que la soledad inventa,

llorad por esos silencios,

sombras ominosas del vacío

donde navegan sin rumbo las tristezas,

los olvidos,

y esos amores fugaces,

inciertos,

efímeros,

pero reales,

que están fuera de los sueños.

 

Llorad por la ausencia de piel

que con la vuestra se encienda,

por los rayos de la aurora

que alumbran camas vacías,

por los ocasos sin nubes,

por las penumbras sin sombras.

 

Llorad si queréis,

llorad,

hasta arrancar del vacío los gritos de soledad.

 

Pero no inventéis amores que no son,

tan solo son ilusiones,

cicatrices

que dejaron las heridas de los anhelos frustrados.

 

Francisco Murcia.

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...