Una tarde de tímida llovizna.
29 – 04 - 2021
Es una tarde de tímida llovizna.
Leo este fantástico poema,
conversas con alguien,
y de pronto, las gotas
que penden del último escalón de mi persiana,
se me antojan lágrimas.
Me doy cuenta de que hablas con la muerte,
Le dices que has renacido mil veces,
siéndolo todo y no siendo nada al mismo tiempo,
quizás la interrogas sobre una posible cita.
Al fin y al cabo, los poetas
la tratan hasta con dulzura,
como a una compañera con la que comparten
los secretos que crecen en oscuras soledades.
En fin, todos morimos y renacemos alguna vez,
salvo aquellos
que fueron olvidados por la parte dulce del azar
y les tocó el punzón de la desdicha.
Al final, cayeron las gotas
que pendían del borde de mi persiana.
Y yo esperaba ver reflejada en su frágil tremolar
la curva del arco iris.
Bueno, será que la dama de harapos, guadaña y huesos,
me las robó;
pues yo le he dicho que no,
y se cansó de esperar.
Francisco Murcia Periáñez.
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