
Lágrimas en el viento
18
– 07 - 2020
Ahora
que paseas tus amarillos de otoño
y
aun brillan las pasadas hermosuras,
escribo
en ti las lágrimas de mis penas para que las lleve el viento,
porque
no quiero vivir un invierno con los dientes apretados,
esperando
lo que temo.
Quiero
reír
recordando
los brotes de primavera,
los
ardores creadores del verano,
y
sentir en el invierno que mi vida,
esa
extraña anécdota entre paréntesis en las páginas del tiempo,
no
fue en vano.
Me
canto a mi mismo
porque
no encuentro los ecos de otros cantos,
de
otros trinos que sonrían con los míos,
porque
no hay en mi camino sinfonías deliciosas,
no
hay campanas que redoblen a rebato y mis brazos,
cuando
abrazan solo abrazan un vacío.
Pero
yo me río,
porque
he dejado mis lágrimas en las hojas amarillas,
aquellas
que lleva el viento
entre
destellos y brillos de su pasada hermosura.
Canto
yo mismo mi invierno
y
dibujo mi sonrisa al final de ese paréntesis
que
la corriente del tiempo escribió en una página en blanco
donde
dibujé mi cielo y una mirada inocente.
Cuando
fue,
fue
tan corto y tan hermoso,
tan
limpio de falsas simulaciones,
que
nunca diré que perdí lo que me dio,
todo
su ser y su luz, toda su luz y su cuerpo.
Vi
mi reflejo en sus ojos,
respiré
con delicia sus suspiros, y escribí
en
las hojas amarillas de mi otoño,
el
más bello de mis sueños.
Por
eso me canto a mi mismo, y en mi canto
cuelgo
las notas perdidas, aquellas que no recuerdo,
y
dedico una sonrisa al invierno que me espera.
Ya
no hay lágrimas, se fueron
con
las hojas amarillas del otoño,
aquellas
que aún brillaban y que el viento se llevó.
Francisco
Murcia.
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