Aquí yace la inocencia.
26 – 08 - 2020
Hoy,
cuando discurro
por los últimos resquicios de mi tiempo,
me asalta
sobremanera el ayer,
las cosas que
dije y que no debí decir,
las que me callé
cuando no debí callar,
lo que miré a
escondidas y guardé,
como un tesoro
propio, como un hilo
que iba
suturando los desgarros que sufría mi inocencia.
Hoy
todo me parece
tan de otro mundo,
de otro sitio
donde nunca quise estar,
tan de otro
lugar al que yo no pertenezco,
que he de
respirar en los vientos del ayer
para seguir
caminando,
dibujando
parsimoniosamente mis pasos,
como aquel
para quien la
meta ya ha perdido todo su sentido.
Oh arenas límpidas
y blancas del río,
umbrías de
alamedas y fuentes escondidas,
oh arroyuelos de
aguas cantarinas y vidriosas transparencias,
oh bendita y
pura inocencia,
¿dónde quedaste
prendida?,
¿qué diabólica
zarza te enredó entre sus espinas?
Oh amores inventados en solitarias penumbras.
¿Dónde están las
huellas de las primeras miradas?
¿Dónde los
fuegos que abrasaban las esperanzas de un beso?
Todo,
todo quedó en el
ayer,
en aquel mundo
donde los pies eran alas,
y las alas,
ilusiones que
volaban y volaban, desafiando a la luna.
Pienso en un
epitafio para un mundo que murió,
y nos dejó así,
huérfanos de
nuestros sueños,
fantasmas que ya
no son ni siquiera entre la sombras.
“Aquí yace la
inocencia de un presente que murió”.
Pesa el tiempo
como lápida de muerto,
trepa por
nuestros huesos como la hiedra
trepa en la
umbría resquebrajando las piedras,
recuperando la
arena que fueron en otro tiempo,
sembrando nuevos
momentos que ya no serán los nuestros;
nuevos
presentes, nueva inocencia y al final
un inquilino más
bajo el siniestro epitafio.
Hoy,
cuando mis pies
ya no dibujan huellas,
sino surcos
donde enterrar los recuerdos,
vago al presente
que fui, buscando esa inocencia,
la que se quedó
prendida y desgarrada entre espinas,
por si aún queda
algo de ella, una pizca
donde asentar la
última huella, y sonreír
con esa sonrisa
amarga que da la resignación,
y poder decir
adiós a un presente que ya tiene su epitafio:
“Aquí yace la
inocencia de un presente que murió”
Francisco
Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario