
Se hace de noche.
5 – 11
- 2019
Se hace
de noche, el ocaso es el día que se acaba y es el toc-toc de la soledad que
llama a nuestra puerta reclamando su espacio, una espacio de silencio, un
volumen vacío donde ya no hay horizontes, una burbuja que hasta los sueños se
traga. Se hace de noche y mella la melancolía el filo de mi vivir. Y me
pregunto por qué y me pregunto para qué, y le pregunto a la luna la razón de su
existencia, porque de la mía no tengo razón ninguna, no me quedan argumentos
que den sentido a esta vida.
Contemplo
una gota de roció pendiente de una brizna quebradiza, ya mustia, y, oh
maravilla, veo reflejado el mundo que a mi me falta en esa sutil burbuja, donde
el tiempo deja escritos los mensajes para seguir respirando, hasta que llegue el
ocaso y me diga que todo tiene un final, incluso la noche aciaga, y que el sol,
creador y destructor de luces y oscuridades, otra vez más lucirá y devolverá a
mis ojos los paisajes que me ha robado la noche.
Toc-toc,
otra vez la soledad está llamando a mi puerta, y yo me dejo llevar escuchando
los silencios donde se ahogaron los versos que nunca verán la luz. Hay en ellos
destellos cegadores de momentos rutilantes, hay penumbras donde nacen los
fantasmas de mis sombras y hay oscuridad y rumores de dolor y de tormento. Y
nunca verán la luz, porque ellos son mi vida y esa vida, tuvo una luz que la alumbró, y gustó los
sabores de la miel al llegar la madrugada. Pero eso ya fue hace tiempo, el que
he vivido a la sombra de unos ojos que me prestaron su brillo, al arrullo de
unos labios susurrando en mis oídos, al murmullo de los versos que se quedaron
flotando en un vacío sin tiempo, donde se ahogó la esperanza sin que nos
diéramos cuenta.
Francisco
Murcia.
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