jueves, 21 de febrero de 2019

Sueños perdidos II

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Sueños perdidos II
21 – 02 – 2019

He tenido un sueño, gritaba Martin Luther King a su auditorio. En aquel sueño vio que la violencia engendraba violencia; que el odio, la inmoralidad y la mentira son cánceres que se alimentan a sí mismos y se convierten en monstruos que matan todo lo que de bueno hallan a su paso. Aquel sueño no se perdió. A él le costó la vida, pero su mensaje se extendió por todo el mundo. Sin embargo, hoy hemos de preguntaros si aquel sueño no ha sido olvidado, si aquel sueño no se ha perdido como tantos otros a través de la historia.

Hoy nos acostamos, cerramos los ojos cansados de otear el horizonte de esperanzas imposibles, fatigados de recorrer los penumbrosos rincones donde se esconden los últimos retazos de ilusión, húmedos aún porque todavía no se han vertido todas las lágrimas que manan de la fuente de la desgracia. Y así, en ese mundo intermedio en el que se fabrican los cuentos de hadas, donde nuestra razón se da un respiro y comienza a tejer la malla de historias imposibles, donde el niño que llevamos dentro sale a jugar con los relojes de Dalí, comenzamos a soñar y sin darnos cuenta, una sonrisa se dibuja en nuestros labios. Vista desde fuera esa sonrisa parecería un rictus de amargura, pero desde dentro, desde el niño que ha emergido a la luz de la inconsciencia, es una bellísima risa infantil que lo ilumina todo. Tal vez por eso, al despertarnos, encontramos los restos de energía para hacer frente a un nuevo día y nos preguntamos ¿qué habré soñado para tener ganas de seguir viviendo?

Otro sueño perdido. Pero no me preocupa porque vendrán más y más, hasta que tal vez, cuando ya haya perdido toda esperanza, pueda agarrar entre mis manos al último de los sueños y esconderlo en lo más hondo de mi corazón, allí donde las cosas se sienten, se cuidan, se aman y se miman. Entonces me sentiré libre de la pesada realidad que aprisiona mi espíritu y podré volar, y podré surcar los espacios abiertos del luminoso y etéreo océano de los sueños, y tal vez pueda encontrar todos aquellos que se me fueron perdiendo en el camino de la vida.


Francisco Murcia. 

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