
Las dulces
notas de un verso
23 – 02 - 2019
A veces dejo que las palabras se filtren
y penetren cada fibra de mi cuerpo.
Quiero cabalgar los versos,
como corceles briosos
que devoran las distancias entre el ser y el no ser,
entre la noche y el día,
entre horas anodinas de vigilia,
y aquellas otras,
fantásticas,
que iluminan las penumbras de mis noches.
A veces dejo que las palabras me inunden,
vengan de donde vengan,
sea cual fuere la fuente que las alumbre.
Yo las bebo libando cada sílaba,
dejando que su sonido me penetre,
hasta concebir en mis entrañas
el amago de algo que podría ser un verso,
o simplemente
el grito desesperado de mi impotencia.
En todo caso,
siempre sería la turbulenta expresión
de unos sentimientos escondidos
en ese lugar donde los sueños no llegan,
o sí, tal vez si llegan
y yo no me he dado cuenta.
A veces dejo que las palabras me hieran,
que sangre por le herida la música de los versos,
que cabalguen en estrofas lágrimas de agonía,
que la agonía me ahogue en el mar de mis tristezas
y que navegue ese mar el don de la poesía.
Entonces hincha las velas la brisa de la esperanza
y perfila horizontes para mis desconocidos.
Vuelve a nacer el día,
y dejo que las palabras construyan versos,
y los versos se articulen en estrofas
para dar gracias al sol
y volver a sonreís a pesar de las heridas.
A veces me olvido de las palabras,
las dejó ahí,
amontonadas,
como la paja y el trigo en una parva,
hasta que llegan los vientos y ellas, atrevidas,
se sumergen en la brisa y cruzan fugaces
la sima de los silencios.
Entonces vibra en mi soledad el alma
y compone en su agonía
las dulces notas de un verso.
Francisco Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario