viernes, 30 de noviembre de 2018

Cuando tu adiós me sorprenda

boy, drama, guy, photography, style

Sonetos para un adiós.

Cuando tu adiós me sorprenda.
Soneto libre VIII
9 – 11 - 25018

No puedo decir que no te amé,
no puedo decir que te amé tanto
que hubiera dado con gusto mi vida
por un beso robado de tus labios,
no puedo decir que no me duela
cuando tus ojos buscan los espejos
de otras pupilas donde verse reflejados,
no puedo decir que te quise
ni que te quiero puedo decir,
pues lejos de ti no sé lo que es el amor
y cerca, tú eres todo  mi horizonte,
mi antes, mi ahora y mi después.
Cuando tu adiós me sorprenda, sabré
cuanto te amé, aunque al saberlo me duela.


Francisco Murcia.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Los pétalos sueltos


 Resultado de imagen de Petalos sueltos fotos

Sonetos para un adiós.

Los pétalos sueltos.
Soneto libre VII
9 – 11 - 2018

Cuándo empecé a quererte? a veces me lo pregunto, 
y cuando vi en tus ojos dibujado el infinito,
supe que tu sonrisa fue creada entre los pétalos sueltos
del jardín del paraíso antes de que yo existiera,
antes de que existiera el mundo donde yo te he conocido.
Porque fuiste creada con la esencia de la vida
como semilla donde guardar la esperanza,
como promesa escrita en los días que aún no eran,
como pétalo perdido del capullo de la nada.
Y yo amé ese capullo que escondía tu sonrisa
desde antes de ser yo, cuando aún yo no existía. 
Y fui creado amándote desde ese primer día,
Desde entonces persigo tu sonrisa entre los pétalos sueltos
del infinito jardín que se dibujó en tus ojos.

Francisco Murcia




martes, 27 de noviembre de 2018

Hola

Resultado de imagen de Rosa fotos

¡Hola!
27 – 11 - 2018

De vez en cuando te mando un hola, no como un reclamo de los momentos vividos, no; no sería capaz de alterar la más mínima vibración de felicidad que pudiera surgir de un arpa que aún no ha sido olvidada, que está ahí, pero sigue brillando, y el polvo del olvido aún no se atreve a posar la oscura aura de la indiferencia sobre el sublime sentimiento del amor que mantiene su estructura. No, mi hola no es un reclamo, no es un toc-toc a una puerta que nunca estuvo cerrada, no es el susurro meloso de un falso arrepentimiento. Mi hola es esa parte del iceberg que brilla sobre una superficie plácida, serena, donde las tormentas no existen; y bajo esa superficie, una inmensidad de reconocimiento y de cariño que casi, casi, podría llamarse amor con minúsculas, dejemos las mayúsculas para amores imposibles propios de los poetas.

Te digo hola, e imagino una sonrisa en tu respuesta y sonrío yo, casi sin darme cuenta, como lo hago en mis soliloquios donde tú y yo estamos sentados frente a frente a la misma mesa. Y te digo tantas cosas, y te hablo como en verso, y sin dejar de mirarte, imagino los “tequieros” que se quedaron adentro, pero que tú imaginaste y que ahora están ahí, dentro de ti; recuerdos imperecederos que te dirán que fuiste algo importante para alguien y que escribiste tu nombre en las páginas de su vida.

Recuerdo mucho es alguien de Borges, un alguien que lo es todo y no es nada; tan poca cosa, que pasa por la vida como una sombra sin rastro y sin embargo, portando en sus esencias el valor de lo infinito. Ese alguien que no es nada, lo es todo, cuando en sus soliloquios se ve a este lado de la mesa y al otro, tus ojos y tu sonrisa. Entonces emerge ese alma de las profanidades de la nada para erguirse y navegar por los sueños en busca de su infinito. Pero no va solo en sus sueños, en sus sueños, siempre te lleva consigo.

Ya ves, te mando un hola. Y lo mismo que el alguien de Borges agradecía las limosnas de los días, agradezco yo la acogida de mi hola, como ese algo que fue alguien para ti en otro tiempo. Ya sabes que el tiempo es caprichoso, que hoy es y mañana ya no existe; pero existen los recuerdos y esas huellas con las que hicimos camino. Leo en ellas, y con ellas hablo incansable cuando mis pies ya se cansan. Me siento, escucho el rumor de los árboles y entonces te noto cerca, sentada a mi lado, en ese banco, y a nuestro alrededor, las palomas con sus cortejos.

Sí, ya sé que hablo solo, que no eres más que un sueño. Pero hubo un día en que dejé de ser algo, para convertirme en alguien que supo escribir su nombre en las páginas de tu vida. Y cuando surge ese hola silencioso, suave, que te invade como una caricia, sé que sonríes y que, al mismo tiempo, tus ojos se humedecen y  brillan más y tu mirada se pierde en un horizonte invisible que solo existe en los sueños.


Francisco Murcia.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Nuevos sueños

Resultado de imagen de Nuevos sueños fotos

Nuevos sueños.
18 – 11 - 2018

A veces creo que carezco de herramientas para construir ilusiones,
que las nubes de los sueños ya no existen en mi cielo,
que cuando cierro los ojos en medio de la penumbra,
no existen halos difusos que me anuncien tu figura.

A veces creo que me han dejado desierto las fuentes de mis anhelos,
y vaga mi alma perdida entre fantasmas de ayer
y el hoy convexo y vacío donde moran los olvidos.

Hoy ya es un hoy sin sentido,
un universo vacío donde se pierden mis gritos.
Es pura melancolía,
son las lágrimas del alma que se mira
ante el espejo de las gotas de rocío
y siente pena de sí misma,
porque se siente perdida,
porque mira al infinito y no distingue sus sueños.
Porque ya no sueña,
¡Oh Dios, ya no sueña!
Ya esas cómplices penumbras que perfilaban su imagen
son simas negras y oscuras,
son terribles hendiduras que ahogan toda esperanza.

A veces creo que me falta fuerza,
que me hundo sin remedio,
que ya no habrá más ocasos ni amaneceres radiantes,
que las gotas de rocío habrán perdido su brillo,
y las noches se habrán quedado sin luna., sin luceros,
que ya no habrá confidentes a quien contarle mis penas.

Amanece un nuevo día y vuelve a salir el sol,
brilla la aurora radiante que cubre de perlas el campo,
y las gotas de rocío reflejan un paraíso.
Con las fuerzas renovadas escalando mis abismos,
emerjo de las penumbras,
escribo en el firmamento el nombre de la esperanza,
y trenzo nuevos ocasos para vivir nuevos sueños.


Francisco Murcia.



lunes, 19 de noviembre de 2018

Mi corazón perdió su tic-tac.


Resultado de imagen de Otoño fotos
Sonetos para un adiós.

Mi corazón perdió su tic-tac.
Soneto libre VI
8 – 11 - 2018

Yo la amé con el vigor herido de las hojas del otoño
barridas por los vientos de un invierno ya cercano,
y la amé tanto en ese tiempo que transcurre entre el sí,
escrito en el tic-tac de un reloj donde se acaban las horas
y el no del monótono silencio del péndulo ya inerte,
que puse mi corazón al compás de su reloj
y colgué mi vida entera de un tic-tac
con ecos de primavera y tonos de melodía.
Porque nunca fue un pecado el amor de un corazón
que acompasa sus latidos para pulsar con el mío.
Mi péndulo revivió con herrumbrosos sonidos y en su vaivén
me prestó los minutos extraviados de mi tiempo,
pero el reloj se paró y el péndulo quedó inerte,
y mi corazón calló porque perdió su tic-tac.


Francisco Murcia.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Una sombra enamorada de la vida

Resultado de imagen de Una sombra en la noche fotos
Una sombra enamorada de la vida.
17 – 11 - 2018

Sentado ante la pantalla, una tarde de un sábado lluvioso, de calles silenciosas y vacías, siento los gritos de la soledad en los silencios de las ondas y pienso en todas esas publicaciones de tantos y tantos anónimos y anónimas, porque aunque su nombre aparezca escrito en el frontispicio de la publicación y podamos indagar en los perfiles que nos ofrece facebook, lo cierto es que se trata en casi todos los casos de personas anónimas, de nombres que no nos dicen nada, de palabras e imágenes con las que rellenar las horas vacías, esas horas que quedan perdidas a las orillas del tiempo sin ninguna utilidad. De vez en cuando aparece una luz que ilumina el alma dormida que transita por ese páramo de inutilidades que es el muro. De pronto, un toc-toc, una llamada suave a las puertas de la abulia, y los goznes herrumbrosos suenan con el quejido de siglos concentrados en la fugacidad de un momento. Un poema, sí, es un poema. Y comienzo a transitar sus palabras y cabalgar a la grupa de sus versos. Una sonrisa se dibuja en mi rostro para celebrar la emersión de un sentimiento que permanecía oculto dentro de mi, tal vez porque no encontró la nota prendida en las cuerdas del arpa con la que poder vibrar, tal vez porque simplemente los gritos del silencio lo ahogaron, y ahí se quedó, escondido, temeroso de salir y morir aplastado por la general indiferencia o por un tropel de egos desbocados que en su estampida, galopan alocados sin ver el precipicio.

Sigo sentado. Las sombras, poco a poco, me rodean con su manto; las añoranzas cobran vida y los vientos del recuerdo disuelven  el polvo de los caminos donde escribí con mis huellas tantos nombres, y sembré tantas flores a mi paso, que serían suficientes para un hermoso jardín. Sin embargo, hoy solo flotan en mi vida algunos pétalos sueltos, descoloridos, cobrizos ya por el paso de los años, más propios para un testamento que para iluminar los espacios vacíos de mi salón. Pero yo amo esos pétalos y, a través de ellos,  sigo amando aquel capullo que les dio la vida, y dándosela a ellos, me la regaló a mi. Ahora, bajo el influjo de las penumbras de un atardecer lluvioso, sumido en el silencio de una calle que parece haber proscrito la presencia de la vida, escribo en esos pétalos cobrizos algunas letras, las justas, para que las sombras sepan que alguien pasó por aquí, tan solo fue otra sombra, la sombra de un algo que, tal vez, no se atrevió a ser un alguien, ese alguien borgiano que ni siquiera tuvo tiempo para morir, un alguien que no mereció epitafio, porque nunca escaló el peldaño de la nada para llegar a ser algo.

La tarde está fresca, la lluvia tamborilea en los cristales y un rumor suave como de música, sin notas, sin pentagramas, sin cadencias estudiadas,  inunda mi alma solitaria en estos momentos. Me dejó llevar por la suavidad de ese rumor y siento que los versos, cuyas simientes quedaron enterradas en el polvo de los años, emergen de entre las ruinas y los escombros de tantas horas perdidas. Entonces me siento vivo, surge la poesía y hasta veo en el difuso reflejo que me prestan los cristales, los perfiles de un rostro que me mira, sonríe y me dice que soy alguien, aunque solo sea ese alguien casi nadie, que ni siquiera tuvo tiempo para morir. Es posible que al final si merezca un epitafio: “Aquí yace el cadáver de una sombra enamorada de la vida”.


Francisco Murcia.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Sin la luz de tus ojos.

Imagen relacionada

Sonetos para un adiós

Sin la luz de tus ojos.
Soneto libre V
8 – 11 - 2018

Absorto en la deriva de bellas nubes blancas, 
de mi mano te llevaba entre mis sueños,
y el corcel cabalgaba y a su grupa, mi ilusión,
que trazaba entre las nubes tus caderas
y le pedí a ese sol que se ocultara
pues bastaba el brillo de tus ojos
y el azul celeste del cielo que en ellos se reflejaba.
Tracé entre las nubes blancas el mapa de mis anhelos,
y en él te dibujé con ese lápiz
con que los niños dibujan su mundo
y hacen de su verdad el más bello de los sueños.
De pronto las nubes blancas se ausentaron de ese cielo,
y las grises apagaron los brillos en tu mirada,
y yo me quedé sin sol y sin la luz de tus ojos.


Francisco Murcia.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Sigo siendo feliz

Resultado de imagen de blancanieves fotos

Sigo siendo feliz.
14 – 11 - 2018

Es curioso, la verdad es que no me siento vacío, no siento que la melancolía se haya apoderado de mi sumiéndome en las negras simas del abandono, que las lágrimas reverberen sobre mi rostro y los rayos del sol siguen dibujando perlas rutilantes con el rocío que me da los buenos días al despertar la alborada. Sí, es francamente curioso que ya no espere en los ecos dormidos de mis sueños los susurros de un “tequiero”, ni mis ventanas exploren la brisa en busca de aromas de otro tiempo, y sin embargo, sigo viendo el firmamento pintado de azul infinito por el día, y por la noche, la luna sigue saliendo y siendo mi confidente, y los luceros ahí siguen, colgados de los secretos que se encierran en la noche. Todavía hay dos de ellos, juntitos, que tremolan al modo de pestañeos deliciosos, como puntos suspensivos de un relato al que le falta el capítulo final.

Ah el final! Es curioso. Yo soñé con Blancanieves y la vi perdida en el bosque, desvalida, acongojada, temerosa de los silbidos del viento al luchar contra las frondas. Pero eso era solo sueños, imaginaciones mías que se quedaron ahí, ancladas en los ganchos de peligrosas pendientes por las que mi ego se precipitaba a fondos inexplorados. La verdad era muy otra: no había bosque y los vientos jugaban alegres con las rosas de un jardín; la madrastra no era tal, sino una madre cariñosa que no tenía castillo ni espejo mágico alguno y se sentía orgullosa de la belleza de su hija. Pero sí hubo Blancanieves, no como la del cuento, no; pero casi, casi. También se hallaba perdida y el miedo la atenazaba. No era un bosque intrincado de amenazantes penumbras, no había fieras hambrientas ni el silbido de los vientos rompían los silencios de la noche; era un bosque de emociones que chocaban dentro de ella, fauces que le mordían el alma haciéndosela pedazos y mezclándolos en confusos y dolientes torbellinos. Hubo trozos que se fundieron en pétalos para volar con la brisa y descubrir nuevos mundos, entonces brillaron bajo la luz de los sueños; pero otros se quedaron anclados a las raíces, contemplando las cabriolas de los pétalos soñados y sabiendo que su baile no podía ser eterno, pues no existe el infinito ni siquiera al ser soñado. Habrá de venir el día y al despuntar la alborada, solo quedarán los restos de una lágrima perdida.

Siento esa Blancanieves confusa en medio de una tormenta de emociones y quiero prestarle mi universo de sueños imposibles, solo por verla feliz, arrancarle una sonrisa y un pensamiento fugaz, que dure tan solo un segundo y que diga: “que más da, si al final no daña a nadie el que yo pueda soñar”. Yo le presté mi sueño y ella me dio ese segundo. Nos olvidamos del tiempo, encerramos abrazados el cosmos en un suspiro, le pusimos un candado y firmamos un acuerdo entre las mieles de un beso: en el mundo de los sueños yo sería su universo y sería ella en mis noches la luz que rasga mis penumbras y borra melancolías.

Tal vez sea por eso, por ese candado que cerramos con la llave de un beso, que no me siento vacío ahora, cuando los sueños se alejan y las raíces recuperan aquellos trozos de alma que se fueron a vivir las experiencias de un sueño. Sigo viendo esos dos luceros juntitos cuando me voy a dormir, le doy las buenas noches mientras mis dedos trenzan un cabello imaginario y Morfeo me transporta a sus jardines. Él sabe que sigo siendo feliz.


Francisco Murcia.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Una promesa en tus ojos



Resultado de imagen de mariposa fotos

Sonetos para un adiós.

Una promesa en tus ojos.
Soneto libre IV
7 – 11 - 2018

Hermosa llegaste a mi iluminando
las ondas que ocuparon mi pantalla,
hermosa en tu sonrisa, y en tu mirada,
hay una vaga promesa que no acierto a descubrir.
Frágil y delicada, como alas de perdida mariposa
que busca reposo de los vientos alocados,
te posaste presurosa en mis rodillas.
Con tus alas abiertas dibujaste un paraíso,
con tus alas cerradas perfilaste una sospecha,
un indicio de que tú estabas de paso.
Mirándote en mis rodillas supe que volarías
cuando la furia del viento tan solo fuera una brisa.
Y en la brisa te perdiste con tu frágil aleteo
llevándote la promesa que creí ver en tus ojos.

Francisco Murcia. . 

viernes, 9 de noviembre de 2018

Mi eternidad en tu pelo


Resultado de imagen de hadas fotos eternidad fotos

Sonetos para un adiós.

Mi eternidad en tu pelo
Soneto libre III
7 – 11 - 2018

Hubo un momento en tus ojos que el tiempo se paró
y el infinito quedó prendido en tu mirada.
Mis ojos escribieron en los tuyos una promesa, 
tus labios trémulos la firmaron y los míos
rubricaron en los tuyos esa firma.
Tu eres dueña de mi tiempo, te dije,
y te regalé mis días y te regalé mis años.
Como prenda, comprimí mi eternidad,
la trencé en los bucles de tu pelo y la tendí
para que tú te acostaras en ella.
Tú me diste de la tuya un momento equivocado,
un momento que tú creíste eterno y me ofreciste,
comprimido, tu tiempo en el cuenco de tus manos,
pero soltaste tu pelo y perdí mi eternidad.


Francisco Murcia

jueves, 8 de noviembre de 2018

Fósil en este banco


Resultado de imagen de solitario fotos

Sonetos para un adiós

Fósil en este banco
Soneto libre II
6 – 11 - 2018

Arrullos de palomas ocultas entre las frondas
llegan a mi, fósil solitario de solitarios amores,
mirada perdida en un mar de letras que no leo,
anhelos que se disuelven entre sombras,
susurros apagados que la brisa no recoge,
suspiros que quedan dentro, en silencio,
mientras escucho el rumor que desciende de las ramas,
y en él leo los amores en susurros de aleteos. 
Paso página en el libro sin haber leído nada,
no hay mensajes de mi musa en ese libro.
El pétalo delicado donde escribí ese “tequiero”
perdido está entre los ocres del otoño,
o tal vez se lo llevaron los vientos
y yo quedé solitario, fósil en este banco.


Francisco Murcia.

martes, 6 de noviembre de 2018

El murmullos de un te quiero

Imagen relacionada

Sonetos para una despedida

El murmullo de un “tequiero”
Soneto libre.  I
6 – 11 - 2018

Vuelas por el éter en confusas turbulencias,
te internas en recintos de penumbras
y alumbras como lucero nacido del cosmos.
Jardines de brillantes espesuras que ofreciste
a mi espíritu ausente de cariños.
Vagabundo en un desierto de tórridos abandonos,
fuiste gota salvadora de agua fresca,
ánfora de delicias para mi desconocidas,
generosa de tu tiempo para darme a mi la vida.
Fuiste la musa que escribió en un pétalo escindido
de tu corazón de flor inmaculado
un te quiero inesperado que desgranaron tus labios,
el pétalo delicado lo susurró en mis oídos
y ahí se quedó, flotando en la brisa de un suspiro.

Francisco Murcia

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...