Olvidaste
tu guadaña.
26 – 11 - 2020
Ahora que te has acercado a mí, de frente, sin adornos lastimeros o terribles, sin afilada y amenazante guadaña, ahora que has mostrado tu desnudez, te encuentro menos terrible, casi casi puedo decir que descubro un atisbo de amabilidad, un algo que me hace mirar más allá del horizonte que me vela tu presencia. Y sabes, no te temo, algo me dice que solo eres una presencia inventada o la mensajera de una libertad tan temida como esperada.
Sí, te he visto de frente y casi, casi, te he visto sonreír, y no contemplé tus descarnadas quijadas ni tus fauces con hambre de oscuridades. Tus cuencas vacías se curvaban acompañando el sesgo de una sonrisa. No, no puedo decir que sintiera miedo. Te miré casi con amabilidad, saludando tu presencia, diciéndote: “Ah, ya estás aquí, bueno, de alguna forma te estaba esperando y, cosa curiosa, nunca te vi en mis sueños descarnada y con guadaña, no; más bien te contemplaba como una sombra sin forma, como el amago impreciso de un algo abstracto, una nube que no empañaba el cielo de mis sueños. Pero ahora que te he visto de frente, no me pareces tan temible”.
Llueven lánguidas las notas del piano en esta tarde lluviosa. Tras la ventana, bordan las gotas en los cristales azarosos arroyuelos que mueren al mismo tiempo que nacen. Y yo, que ya me había acostumbrado a tu presencia, poco a poco, me voy alejando de ti o tú te vas alejando de mí. Quizás te equivocaste de puerta, quizás sólo viniste para dejar el aviso, como el cartero que siempre llama dos veces. Ese toc-toc a mi puerta vino envuelto en un halo donde vi dibujado el cariño y la sonrisa de mis padres, de mis abuelos y de muchos, muchos más que, sin haberlos conocido, venían en tropel a recibirme. Y en esa frontera, que solo existe en los sueños, entre el ser y el no ser, un rostro, una mirada que clavaba sus pupilas en las mías con tanta fuerza que tú retrocediste, una sonrisa y el esbozo de un te quiero hicieron que te apartaras.
Francisco
Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario