miércoles, 4 de noviembre de 2020

Aunque me lo ordene el cielo.

 

              

Aunque me lo ordene el cielo 


No quiero que desaparezca de mi

el suave tremolar de la brizna ya olvidada,

el escondido aleteo del pétalo abandonado,

el leve revoloteo de la mariposa que nadie ve,

no quiero dejar de aspirar el perfume de las rosas.

No quiero, no, aunque me lo ordene el cielo,

dejar de oír el arrullo de aquella paloma herida,

y el trino de los jilgueros que, de paso,

se han pasado en mi ventana.

Y si el cielo me lo ordena, iré a su encuentro, y le diré

que me arrebató una vida que yo escribí

con una brizna de hierba que reposaba en el suelo.


Francisco Murcia.

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