sábado, 29 de febrero de 2020

La densidad del tiempo

Resultado de imagen de el paso del tiempo fotos

La densidad del tiempo
19 – 02 - 2020

El tiempo se hace denso en soledad,
difícil de transitar.
Horado su solidez buscando,
como un gusano en el corazón de la manzana,
algo de la esencia que se fue, que me falta,
para llenar los minutos de los días que aún me quedan,
para ocupar los silencios,
para llenar de palabras
los vacíos de las desiertas alcobas.

Has venido, ¡oh soledad!,  
y yo no te había llamado.
Me has traído oscuridad,
no la luz de los silencios compartidos,
no el reflejo de los ojos donde contemplé mi imagen.
Se hace denso el tiempo
en medio de mis silencios.

Escucho pasos sin huellas en caminos sin destino,
dibujo ocasos perdidos que ya no anuncian la noche,
veo en mis sueños fantasmas,
silenciosas estridencias que animan mis pesadillas.
Se hace sólido mi tiempo
porque tú no estás conmigo.

Es liviano ese vacío que imagino
en la sombra de los nichos que anhelo
porque tú no estás conmigo.
Es etérea la noche, sus esquinas escondidas
y sus oscuros rincones donde se esconde mi yo
y se hace tan mínimo, que una pizca de la nada
pesa tanto como todo el universo.

Se hace denso este silencio y mi soledad  
me abruma tanto, tanto
que reniego de mi tiempo.


Francisco Murcia.

viernes, 21 de febrero de 2020

La sonrisa de un adiós

Resultado de imagen de sonrisa triste fotos

Sonetos para un adiós.
La sonrisa de un adiós.
Soneto libre XXXVIII
22 – 07 - 2019

Desciendo los escalones de los afectos
cargando a mis espaldas fenecidas ilusiones.
Fueron nubes hermosas, vaporosas y livianas
que cabalgaban los cielos de mis noches
disputándole a la luna la esencia de mis secretos
y me regalaban sueños de mil auroras y ocasos,
y sembraban de esperanzas mis penumbras solitarias.
Siento que los peldaños que mis pasos sostuvieron  
van cayendo en el olvido, se disuelven en el tiempo,
como disuelven  los ríos sus aguas en la inmensidad del mar 
y en él desaparecen porque allí es el se acabar y el morir.
Así mueren los afectos en las simas del olvido,
como mueren las aguas de los ríos que alimentaron las rosas,
como muere una sonrisa herida por el filo de un  adiós. 

Francisco Murcia.  


domingo, 16 de febrero de 2020

La eternidad en un beso.


Resultado de imagen de ventana al amanecer fotos
La eternidad en un beso.
14 – 02 - 2020

¿Volverá algún día? No lo sé. A veces, insinuándose las clareas del alba por los resquicios de mi ventana, me levanto, retiro las sábanas que ahora siempre me parecen frías, y abro los postigos casi con precipitación, como si ella estuviera esperando al otro lado aterida por los fríos del amanecer. A lo lejos, muy lejos, el cielo se debate entre cárdenos y azules, y el roció aquí mismo, bajo mi ventana, comienza a escribir las notas de un nuevo día, otro más, y así van tantos que no los puedo contar. A veces me digo que así es mejor, que soy más libre, que ya no hay límites que detengan mis sueños.

¡Pobre iluso! Cuando se ha apagado el ocaso y miro al cielo, veo esos luceros que contábamos uno a uno sentados, ella a mi lado y yo, perdido entre sus aromas, repetía: uno, dos, ¿y aquel que brilla allá lejos?, preguntaba. Es Venus, le respondía, es el lucero del alba. ¿Cómo puede ser del alba si lo vemos al ocaso? Porque es el primero que sale y el último que se marcha. Y mientras mira el cielo yo me pierdo imaginando la dulzura de su cuello, peinando la mata de pelo que se derrama a su espalda, bebiendo con mis anhelos los reflejos, que como duendes traviesos se dibujan en sus ojos.

Pero todo eso fue hace tiempo. No sé cuánto porque no quiero contarlo, por no escribir más páginas en los días de mi vida. Abro la ventana cada día y cada día, lo hago esperando al otro lado su imagen, sus ojos con el cielo reflejado, su cuello de nácar donde dibujar un beso. Pero sólo está el roció jugando a la eternidad con esos rayos de sol, y me dan pena las gotas que sonríen al verdugo que les ha de dar la muerte; tal vez saben, que terminado el ocaso, la luna devolverá lo que el sol les ha robado. Sí, tienen suerte las gotas de rocío, pueden morir y nacer mil veces, diez mil veces, y muchas, muchas más, tantas, que ahí siguen escribiendo los colores de la aurora  y recogiendo la imagen de los siglos, más allá de la fuente los tiempos.

Los tiempos, aquellos fugaces momentos donde encerramos, entre las mieles de un beso, un trozo de eternidad. Yo guardé en mi corazón su pizca de eternidad. La tengo aquí, conmigo, contando cada latido: uno – dos, uno – dos. Así, paso a paso, camino, mientras repaso aquellos luceros del cielo que contábamos juntitos, ella a mi lado y yo, cabalgando en su perfume, robando la eternidad que sellamos con el beso. Mi eternidad, ¿dónde quedó? Yo se la di completa, toda entera. ¿No pesa en su corazón, entre latido y latido, el suspiro de aquel beso? Tal vez solo fuera una sombra que en mis noches convertí en la frágil mariposa que fabriqué entre mis sueños.

Eso fue hace mucho tiempo, aunque ya no sé cuánto porque he dejado de contarlo. No quiero ser el notario de la esperanza perdida. Sigo abriendo la ventana para que diga el rocío cómo vive por la noche y muere al venir el día.  Sigo viviendo en mis sueños, muriendo al venir el día, pero abro mi ventana con los luceros del alba, porque queda la esperanza del trozo de eternidad que yo guardé en aquel beso.


Francisco Murcia.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Aún no te conocía cuando me dijiste adiós.

Resultado de imagen de paseo al atardecer fotos

Sonetos para un adiós.

Aún no te conocía cuando me dijiste adiós.
Soneto libre XXXVII
11 – 07 - 2019

Desde el principio supe que no te conocería.
Que te amaría, lo supe desde el principio
aunque no te conociera.
Y lo acepté como se acepta lo inevitable,
la furia de los vientos o el fragor de la tormenta.                                         
Fuiste para mí una nube con la forma de arco iris,
y como el arco del cielo, contenías
los colores con que te pinté en mis sueños. 
El viento jugaba con tus cabellos y tu larga falda
tremolaba a cada paso como bandera de paraísos ocultos
escondidos entre blondas juguetonas
que insinuaban paisajes de deseadas delicias.
Eso fue hace mucho tiempo, tanto que cuando dijiste adiós,
supe que te marchabas sin haberte conocido.

Francisco Murcia.


Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...