Sonetos
para un adiós.
Una muerte
que aún respira.
Soneto libre XXXI
09 – 01 - 2019
Pienso en lo grave que puede llegar a ser
la herida de una fugacidad apenas advertida,
que pasa rauda como la brisa
y escribe con la mirada paisajes de ensueño,
donde crecen promesas inventadas,
como pétalos de capullos no nacidos
que vuelan y vuelan en torbellinos,
desafiando la hierática quietud de la soledad,
construida con los fríos y sólidos cimientos de un
ser
que se evapora consumido en tórridos deseos,
anhelos que se hunden en los abismos inmensos
del silencio de una muerte que aún respira
porque no ha encontrado el nicho donde derramar su
cuerpo,
profunda y fugaz herida que me lleva con los muertos.
Francisco Murcia
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