jueves, 29 de diciembre de 2022

Reposando mi soledad

               

              


               Reposando mi soledad. 

28 – 12 - 2022 

 

He aquí, reposando mi soledad en el teclado, cuya objetividad física inanimada se anima para construir el camino que está por andar, como dejó dicho el poeta, y dejar los disueltos fantasmas de las huellas “que nunca volverás a pisar”. Se equivocaba el poeta, se equivocaba creyendo que el presente nunca sería pasado donde quedaron las huellas que queremos olvidar. Se equivocó la paloma creyendo que el mar era tierra, se equivocaba como se equivocó el poeta. Eso lo sabe el teclado cuando le ordeno olvidar, cuando le grito: ya no mires hacia atrás; el pasado, pasado está. Las letras me miran, los caracteres adquieren la solidez de la gravedad y mis dedos, corceles desbocados de mis anhelos, cabalgan sobre las teclas dando forma a pensamientos que aún están por llegar, se esconden en el futuro, y el futuro cuelga del hilo de un presente fugaz que aún contempla las huellas que se quedaron atrás. Alzo la frente de frente y veo los horizontes en ocasos nebulosos, colores oscuros y penumbras a destiempo, escucho tensos lamentos que me traen unos vientos de paisajes imposibles y escruto entre mis arrugas los gravados de un pasado que sigue siendo presente. El teclado me lo pide, mis dedos me lo demandan y mis sentimientos animan las fuentes de mis deseos.  

 

Así, emergiendo de La Rambla, como pizca anónima que no altera los paisajes, me siento ante la pantalla y busco entre las ondas esa voz con la que sueño, los ecos de un “Hola, qué tal estás?”, o tal vez, las añoranzas de un yo que no supo caminar y construye su presente con los escombros perdidos a lo largo del camino. Alzo la frente de frente y ya no encuentro mi puerto. Tal vez me equivoqué creyendo que el mar era tierra. Mis pies se hunden, ya no hay camino que andar y sin embargo, aún me llegan las añoranzas felices de la inocencia perdida y sigo adorando a ese niño que, prendido a mis arrugas, sigue feliz con sus juegos, mientras pregunta a la almohada si en llegando la alborada podrá sonreír de nuevo.  



Francisco Murcia 

domingo, 4 de diciembre de 2022

Incompleto


Imagen de internet


Incompleto.

4 – 12 - 2022

 

Oh, Dios!

Por qué me hiciste como me hiciste,

tan incompleto,

tan diferente,

tan otra cosa que no encuentro mi lugar,

que no hallo la mirada que yo busco,

la sonrisa que deseo,

el susurro que me alivie el dolor del silencio

de los arrullos que nunca escuché.

 

Quise colgar de un pentagrama las lágrimas de mis penas,

pero no me diste la voz,

y me negaste los tonos para prender mis acentos.

 

Deseé coger el pincel

y dibujar mi vagar por el jardín de mis sueños;

pero Tú, oh Dios, me negaste los colores

y apagaste las fragancias que regalas a las flores.

 

Fueron mis anhelos encontrar el pegamento

que sellara los trozos de un alma rota,

que va regando pedazos,

pizcas de sentimientos que quedan anclados a momentos

y recuerdos que se pierden en el tiempo.

 

Y mientras, camino y camino preguntándome

Por qué Tu, oh Dios!, me hiciste tan incompleto,

negándome los senderos que dejaste en el cielo.

 

Si yo no los merecía,

por qué me dejaste vivir cuando mi cuerpo

yacía en el calor de un regazo que ya me daba por muerto.

Por qué Tú, oh Dios, me hiciste tan incompleto.

 

             Francisco Murcia 

martes, 20 de septiembre de 2022

Hambre

 


Hambre

17 – 09 – 2022

Hambre, hambre.

Me despierto y siento

las dentelladas que los efluvios de los sueños

han dejado en mi hambre.

Hambre de umbrías imposibles,

de inocencias olvidadas,

de extraviadas risas y miradas con mensaje.


Aún el ojo del cíclope sigue escondido en su cueva,

y los sueños esconden su presencia

envueltos entre ilusiones y los últimos sabores

de los besos que recuerdan.

 

Siento hambre y rabia, y un nudo en la garganta

donde mueren mis suspiros.

Sí, no me importa gritarlo,

y grabarlo en las gotas de rocío

donde, con pluma de oro, escriben los rayos del sol

lo efímero de nuestro endeble destino.


Estoy solo y siento hambre

del fantasma de una hembra,

de la sombra de don nadie,

de la presencia ilusoria de aquel otro

que me robó mi tesoro.

Siento hambre de las cosas,

de los cuerpos y las almas.

Siento hambre de existencia más allá de mi ventana.


Escucho y solo percibo el silencio.

Siento hambre y estoy despierto.

Mejor estaría dormido,

paseando entre los sueños

para aliviar mi condena.


Francisco Murcia

A paso lento

 




            A paso lento 

18 – 09 – 2022 

 

Dejadme recorrer a paso lento  

los jardines de mis sueños  

entre alborada y ocaso.  

Dejad libres mis suspiros y no os burléis  

de aquel niño que miraba las estrellas  

y se preguntaba cuál era el secreto  

para que no se cayeran,  

como se cayó el tarro de la sal,  

como se caen todas las cosas cuando las llama la tierra.  

 

No, no puedo ser breve,  

aunque la vida lo sea.  

Si la percibimos breve, es  

porque no sabemos descubrir que la eternidad  

se contiene en un momento,  

una mirada,  

una sonrisa,  

el aullido lastimero de tu perro,  

los dibujos de unas trenzas en el aire,  

los aromas deliciosos de escondidas humedades.  

 

Todo eso es eternidad,  

y todo se queda escrito  

aunque el ego nos absorba  

y se nos termine el tiempo. 

 

Francisco Murcia 

A paso lento 

18 – 09 – 2022 

 Dejadme recorrer a paso lento  

los jardines de mis sueños  

entre alborada y ocaso.  

Dejad libres mis suspiros y no os burléis  

de aquel niño que miraba las estrellas  

y se preguntaba cuál era el secreto  

para que no se cayeran,  

como se cayó el tarro de la sal,  

como se caen todas las cosas cuando las llama la tierra.  

No, no puedo ser breve,  

aunque la vida lo sea.  

Si la percibimos breve, es  

porque no sabemos descubrir que la eternidad  

se contiene en un momento,  

una mirada,  

una sonrisa,  

el aullido lastimero de tu perro,  

los dibujos de unas trenzas en el aire,  

los aromas deliciosos de escondidas humedades.  

Todo eso es eternidad,  

y todo se queda escrito  

aunque el ego nos absorba  

y se nos termine el tiempo. 

 

Francisco Murcia 



martes, 30 de agosto de 2022

Asiento vacío


Asiento vacío.

30 – 08 – 2022

 

Vi los asientos vacíos un día y me extrañé. Siguieron vacíos. Aquellas caras que me eran tan familiares, esa sonrisa al inicio de la marcha cuando el sol está dudando, partido por un horizonte lejano que se adivina en el mar, ese ¡hola! casi anónimo esbozado en un amistoso gesto, y el otro, que también los hay, que expresa a viva voz vestida de simpatía que eres parte del entorno donde reparten sonrisas, charlas de andar por casa, cosas simples de la vida que, al final, solo son meros matices, anécdotas ya vividas con las que cocinamos la sabrosa guarnición de unos momentos de charla bajo el dosel de La Rambla.

 

Pasan dos o tres días. Los asientos siguen vacíos y, poco a poco, la sospecha ominosa de una nube negra va haciéndose grande dentro de mí. Algo ha pasado, me digo; y sigo la marcha arrastrando los presagios de un desgraciado quizás. Ayer lo vi. Un cartelito en una cuartilla blanca donde creí leer que aquel asiento era el de Paco. Caí en la cuenta que nunca conocí los nombres de aquellos tertulianos con los que he cruzado un ¡hola! durante dos o tres años. Hoy me detuve. Leí con atención: RIP, un ramito de flores y un nombre: Paco, la voz vestida de simpatía que respondía mi ¡hola!

 

Ya venía de regreso. Los pies que andaban ligeros de pronto dejaron de caminar, comenzaron a dudar entre arrastrar su pesar o trasportar dignamente el dolor de aquel silencio, ese mínimo espacio que, a la salida del sol, ocupaba ese ¡hola!, y la imagen del asiento ya vacío, convertido en el andén donde evadirnos del tiempo mientras esperamos ese último viaje, el último tren que nos ha de llevar libres ya de obligados equipajes. Siento que no volverá a ser lo mismo. Una voz se ha perdido para siempre, un ¡hola! como puente colgante que conectaba dos orillas de un mismo río, que nunca se conocieron más allá del ligero rumor de la corriente discurriendo mansa, con la placidez que da el contemplar los ocasos como el más bello final. Me siento ante el teclado. La imagen de Paco, mi simpático tocayo, sigue anclada en el asiento. Yo sigo dejando un ¡hola! a mi paso por La Rambla, escucho atento la brisa y me parece distinguir entre el murmullo de las hojas los ecos de una sonrisa. RIP, amigo Paco. Nos veremos más allá del horizonte donde ya no llega el sol, donde me espera un asiento y tu ¡hola!, aquel que se quedó pendiente entre el rumor de palomas y el ramaje de La Rambla.


Francisco Murcia. 

domingo, 26 de junio de 2022

La muerte de Federico










La muerte de Federico.

20 – 06 - 2022

 

Yo no lo vi. Soy de otro tiempo.

Pero son largos los ecos de la muerte,

y corta la sombra de la memoria.

Gritaron un ¡Viva España!

La noche se estremeció.

Un trueno seco.

Un fulgor vestido de hedor a pólvora.

 

Yo no lo vi, alguien me lo contó.

Que lloró el olivo sosteniendo el último suspiro

que un muerto arrebataba a un poeta,

porque muerta estaba el alma del fusil que disparó.

 

¡Viva España!

Dicen que se oyó en la noche,

y dicen de risas soeces,

y hablan de patrios honores.

Pero todos callan sus nombres,

todos silencian su horror,

todos ocultan la gesta.

Vergüenza de tanto honor.

 

Yo no lo conocí,

de eso hace mucho tiempo.

Pero dicen que hilaba rosas entre collares de abrojos,

que componía poemas y lloraba

como un niño, como una niña,

como llora la inocencia que queda entre las cañas del río.

 

Los muertos quisieron matarte, Federico,

 hombre, mujer, ser metafísico y genio.

Sigues vivo; ellos no,

ellos ya estaban muertos

cuando te acogió el olivo.

 

Francisco Murcia.


sábado, 11 de junio de 2022

Utopia

 



Reflexión sobre la utopía y lo imposible.

11 – 06 – 2022

 

Cuando pienso en la utopía se viene a mi mente la imagen de una nube blanca, inmaculada en la que puedo escribir las páginas de mis sueños con la esperanza de que se cumplan. Veo una puerta entreabierta por cuya rendija se escapa un haz de luz cristalina que escribe en mi ánimo la realidad de un imposible. Ahora bien, un imposible es un muro impenetrable tras el cual solo espera la nada en toda su sordidez y vacía plenitud. Sin embargo, la utopía no tiene por qué ser un imposible, siempre dejara abierta la puerta de la esperanza y tras ella, la promesa de un paraíso cuyos colores ya visten tus ilusiones.

 

Imposible! La palabra en sí misma contiene un fondo oscuro donde se ahogan las ilusiones, perece toda esperanza y los latidos del corazón se convierten en tañidos de lúgubres campanas. Porque un imposible es la esencia de la nada, es el más allá que no está en ninguna parte, una no existencia que jamás alcanzará la posibilidad de ser algo. Un imposible es la negación de sí mismo, son huellas imaginadas que se esfuman del paisaje de la ilusión, lágrimas secas, sordos sonidos sin palabras, palabras sin voz, notas sin pentagrama donde colgar sus lamentos. El imposible se esconde detrás de la derrota, en ese rincón oscuro donde las frustraciones se cubren de polvo en el desván de nuestros recuerdos.

 

Pues bien, la utopía es el único campo donde el imposible puede perfilar la sombra de su existencia, plantar la semilla de lo que podría ser, cultivar la pasión de la esperanza, regar los surcos con el don de la fe. En definitiva, utopía e imposible no son términos contrarios. Donde el imposible cierra la puerta, la utopía abre la ventana y nos muestra el paisaje de los sueños. En definitiva, la utopía es ese espacio entre el no y el sí donde se define lo que queremos ser. 

 

Francisco Murcia.

 

martes, 3 de mayo de 2022

Escombros de la guerra.

 




Escombros de la guerra.

28 – 04 - 2022

 

Escombros,

trozos de vida derramados en lamentos,

lentos tañidos de campana,

llantos susurrados,

labios contraídos en reflejos de agonías.

 

Una madre, un frío regazo,

y una inocencia que entre sus brazos muere.

Un silencio empedrado de tétricos murmullos,

un siseo apagado. Ya no hay voz,

ya no hay palabras, ni hay fuerzas

para sostener la razón de tal miseria,

de tanto dolor,

de tanta lágrima inútil humedeciendo banderas.

Lázaro, levántate y anda, camina sobre la tierra

y dinos qué nos espera.

 

Ya no hay razón,

ya no corre sangre por las venas

y los pechos que dan vida mueren vacíos,

y con ellos

la inocencia mira con los ojos de los muertos

esa bóveda azul, teñida de rojo y fuego.

.

Gloria a la bandera y a la patria,

vivan de aquellos muertos las glorias de su heroísmo,

honren la estirpe las páginas donde se canten sus gestas,

el honor cubra los nombres de tan valientes guerreros.

Aquí se quedan las madres, crisantemos en las tumbas,

llantos en labios resecos y vacíos en la mesa.

Venga la guerra pues, para salvar las banderas.

 

Francisco Murcia

 

 

lunes, 28 de febrero de 2022

La guerra

 


                                                             Dalí. Imagen de internet. 

La guerra

27 – 02 - 2022

 

La noche, el silencio, la oscuridad.

La brisa transportando los rizos apenas audibles de un eco lejano.

Gritos se adivinan,

amagos de agonías que estremecen el vacío,

lágrimas que dibujan los fantasmas que pueblan nuestras penumbras.

La noche es triste bajo el amparo que escriben

los arcos de tétricas catacumbas.

 

Mamá, papá, ¿Qué pasa? ¿Por qué estamos aquí?

¡Sssssssssss! ¡Silencio, hijo, silencio!

Que no nos oigan los muertos.

 

Banderas, patrias y guerras, y en el fondo del abismo,

oscuridad y tinieblas,

rabia en los corazones y en la mente,

la demente irracionalidad de una locura,

los blasones adornados con la sangre de la guerra.

¡Sssssssssss! ¡Silencio!

Dejad que pase la muerte con sus mensajes secretos,

esconded vuestra inocencia en los paisajes del sueño.

 

Fuera, oscuridad y tinieblas.

La noche es larga, el cielo negro,

rojo intenso el trazado del misil.

Suena lejano el eco con los gritos de los muertos.

En los túneles del metro es el miedo y el silencio.

 

La noche es larga, la locura interminable,

la avaricia es infinita y la historia

es la pluma que escribe los epitafios:

“Aquí yace la razón. Un demente la mató envuelto en una bandera”

¡Viva la muerte!

Alguien dice que se oyó.

 

Francisco Murcia.

domingo, 13 de febrero de 2022

A la vista de un poema.

 

A la vista de un poema

10 – 02 - 2022

Estimada amiga, no todos los poemas son una ventana al cielo, o al infierno interior que vive cada poeta, no todos merecen la atención que les dispensan los entendidos próceres de las letras; a veces los hay anodinos; otras, explosión de sentimientos que elevan nuestras lágrimas ocultas a la cima de un Olimpo desierto donde los dioses, sordos ellos, ignoran nuestros lamentos. Pero hay alguno de esos que merecen escalar las empinadas laderas del reconocimiento, pues en él, se derraman todas las soledades de un alguien que fue creado cuando Dios estaba enfermo; se siente, por tanto, como un despojo, un exabrupto ahogado que se quedó en sus adentros, el delirio de la fiebre que lo quemaba por dentro. Así me he sentido, así me siento cuando golpeo el teclado a la vista del poema. Transito por él como lo he hecho por mis días. Por eso lo siento, lo comparto y lo comprendo.

 Soy aquél en esos versos que nunca quiso nacer, el siempre perdido, el nacido del azar cuando el azar camufló, entre susurro y jadeos, una semilla perdida y Dios no lo pudo evitar, porque Dios estaba enfermo. Soy ese aquél que nunca fue invitado, ni deseado ni amado. Soy ese aquél perdido en un otoñó tardío que añora las primaveras que nunca pudo vivir.

 Pero ella, ella siempre estuvo ahí. Luz de mi noche que iluminó mis penumbras; huésped de las sombras, la recogí entre mis sueños, los ecos de sus arrullos restañaron mis heridas y sus lágrimas, al fin, le prestaron a las mías sus reflejos y juntas, crearon el arcoíris para firmar en el cielo lo que a Dios se le olvidó, porque Dios estaba enfermo.

 Francisco Murcia.

 

Oh, las palabras

  Oh, las palabras 20 – 10 – 2023   Las palabras bullen dentro de mi como fieras enjauladas, van y vienen, se vuelven y revuelve...