
Sonetos para una adíos.
Fugaz como
la humedad de un beso.
Soneto libre XXXVI
18 – 06 – 2019
No tenía aún mis ojos vacíos de ella, cuando
apareciste tú.
Aún los vientos no se habían llevado sus aromas,
cuando tu brisa inundó las penumbras de mis sueños
y mi dedos aprendieron a dibujar en tu piel
las rutas inacabadas de mis ocultos deseos,
cuando en el hueco de la almohada aún mis dedos
peinaban entre las sombras los bucles de sus
cabellos.
Ya no vi los ojos de ella cuando me miré en tus ojos,
y confundí sus aromas con los tuyos al roce del
primer beso.
A mis oídos llegaron los rumores de un te quiero
y lo tomé como cierto, y entre latido y latido
lo grabé en mi corazón con el cincel hecho a fuego,
con que se graban las cosas destinadas a lo eterno,
sin pensar que sólo duraría lo que dura la humedad de
un beso.
Francisco Murcia.
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